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2833 Words
(Narra Annie Rowan) ― ¿Qué haces, acaso estás loco?― Me maldije internamente, pues Dante me lanzo una mirada molesta, lo había llamado "loco", algo que el detestaba pues su ego era muy frágil.―Quiero decir... Que no puedes pasar con este auto a través del sendero, lo dañaras. ―Es mi auto y se lo que le hará daño, este sendero no es más que un pequeño bache de mierda. ―Es un Aston Martín, el sendero lo va a destrozar...― Gire mi rostro solo para toparme con la cara de sorpresa de Dante, sonreía de oreja a oreja y juro que vi un brillo en sus ojos. Pánico, pánico, pánico... ― ¿Sabes sobre autos? Me sorprende que sepas lo que es este muchacho. ―Un poco, mi abuelo tiene obsesión con los coches. Y para mi sorpresa el me hizo caso, no dejo que el Aston entrará en el sendero, me baje y cerré con cuidado. Me di la vuelta para darle las gracias, pero él se estaba bajando también. Cerró con llave y puso la alarma. ― ¿Qué haces?―pregunte totalmente confundida. ―Te acompañare hasta tu casa. ― ¡No!― Otra vez puso esa expresión en su cara, que era la que me decía que estaba molesto. No me iba a arriesgar de nuevo a otro ataque de ira por parte de Dante. Esta vez aceptaría lo que decidiera. ―Está bien...―Me limité a decir, justo como lo haría una chica sumisa. Me sentía enojada conmigo mismo por tenerle miedo a un papanatas como él. En el principio del camino nadie dijo nada, mi corazón estaba agitado, supongo que por el miedo que él me provocaba. Pasaron 5 minutos y el comenzó a hacerme preguntas. ― ¿Sabes de autos?― Él ya lo había preguntado antes, pero quizá olvido mi respuesta. ―Sí, mi abuelo tiene una fascinación por lo autos, guarda en la casa una colección de revistas, a veces suelo leerlas. ―Interesante... Tu favorito... ¿Cuál es?―No sabía qué clase de expresión ponía, me daba miedo mirarlo a la cara o peor aún, que nuestras miradas se cruzaran. ―Creo que el Impala o quizá el Ferrari 250 gt. ―El Ferrari pasa, pero ¿¡El Impala!? Estas de broma. ¡Eso es para negros!― Y soltó una fuerte carcajada. ―Pero que racista. ¡Tan solo mira el Impala 67! Es una belleza. Sin darme cuenta la conversación siguió fluyendo, el camino a casa nunca se me había hecho tan placentero. Charlamos tantas cosas, que el sendero no era lo suficientemente largo para terminar una sesión completa de preguntas y respuestas. ―Bueno, aquí es.―Dije cuando llegamos a la entrada de la cabaña. ―Sí, ya lo sé, Rowan.―Obviamente lo sabía, ya había estado aquí antes y dos veces, una de ella me atacó.―Tu mano, procura cuidarla para que sane pronto. Sentí que me sonrojaba, él era una bestia malhumorada, pero... Se preocupó por mí. ¡No, no, no! Que idea más estúpida, él no se preocupaba por mí. ―Lo haré. Gracias.―Lo mire pero evite hacerlo a los ojos, le sonreí y me di la vuelta rápidamente. Camine con prudente velocidad hasta la puerta, una vez allí lo mire otra vez. El me hizo adiós con la mano y yo le respondí igual. Cerré con cuidado y mientras cruzaba la sala, la voz del abuelo sonó de repente haciéndome sobresaltar. ―¿Quién era el?― Su voz era grave y algo seria. ―Un...Amigo que me acompaño hasta aquí.―Solo el diez por ciento de la frase era falsa. Si omitimos la palabra "amigo", no contaba como mentira. ― ¿Por qué no vino Daniel contigo? Él es tu "amigo".―Si que el abuelo era muy deductivo, no me creyó nada. ―No es la gran cosa, abuelo, no es nada mío.―Le aclare con tranquilidad. ― ¿Segura? No será tu novio o... ¿sí?― La sola idea me dio escalofríos. ― ¡No! Dios me libre. Eso no pasaría nunca. ―Pues no digas cosas de las que te arrepentirás después. Y tras decirlo me dio la espalda y siguió concentrado armando un sudoku en el periódico. Sus palabras hicieron mella en mí, me dejaron pensando sobre el asunto. Subí las escalera hasta mi recamara, me cambie de ropa y baje al baño, quite mí guante y revise la herida. "Tu mano, procura cuidarla para que sane rápido", la voz de Dante resonó en mi cabeza. ―¿¡POR QUÉ NO VIENES A CUIDARLA TU, MONSTRUO!? ― Dije con la más absoluta discreción pero con la rabia saliendo sin temor. Lave con cuidado y puse alcohol, la herida casi cerraba, pero la sangre seguía saliendo aunque en pequeñas cantidades. Mientras lo hacía, la voz de Dante continuo repitiéndose una y otra y otra vez...Era bastante molesto, el me hizo eso. ¿Cómo podía seguir pensando en él? A siguiente día vi a Dante, pero no nos dirigimos la palabra y yo agradecí el que no se me acercara ni un centímetro. Las personas ya no me molestaban, pero sí que hablaban de mí. Los comentarios sobre el asunto con Dante, se esparcieron como pólvora, supongo que es porque el pueblo es pequeño. Algunos dijeron que yo me ofrecí a él, que dormimos juntos... Usaron mucho su imaginación. Bueno…Pueblo chico infierno grande y eso era Green Cold. Daniel estaba aterrado, dijo que cuando me vio en su auto pensó lo peor. ―Creí que iba a matarte, tuve mucho miedo.― Me confesó, sentí que lloraba cuando me lo dijo, hasta me sentí mal por haberlo preocupado. Lo abrase y le dije que todo estaba bien, que Dante no me hizo nada. ―Da lo mismo, no me fío del.― Argumento Daniel. Que Dante me llevara a mi casa había sido algo "tétrico" para mí y, desde entonces y aunque no habíamos vuelto a cruzar, sentía que me miraba. Podía sentir sus ojos clavándose en mi espalda, a la hora del almuerzo, en los jardines, en las canchas o en la clase de Ingles, que era la única que compartíamos. En el almuerzo Daniel y yo nos sentamos en una mesa alejada de las demás. Mientras observaba como mi amigo devoraba un sándwich, el comedor se hundió en un silencio mortífero. Dante, Melissa y su séquito entraron despacio, se colocaron en la mesa central y se sumieron en sus charlas habituales. Mire de reojo a Dante, solo por curiosidad. Mala idea, en ese momento el me miro a mi. Nuestras miradas se toparon, se quedó quieto, mi respiración se entrecorto y no logre soportarlo más. Aparte la vista de golpe y agache mi rostro. ― ¿Ocurre algo, Annie?― Me pregunto Daniel. ―No, nada.― Negué con la cabeza y me centre en el plato que tenía frente a mí. Pasaron solos cinco minutos de paz, para que luego viniera la tormenta. ―¿¡Qué coño pasa contigo!? ¡Soy tu novia!― Melissa se levantó abruptamente, todos los presentes, incluyéndonos Daniel y yo, posamos la mirada en ella. Su perfecto rostro estaba rojo de ira. ― ¡Siéntate y escúchame, Melissa!― Le ordenó Dante. ― ¡No! ¡No lo haré! Dante se levantó, la tomo con fuerza del brazo y la obligo a sentarse. No sé si solo yo lo veía, pero creo que las lágrimas comenzaron a descender sobre las mejillas de Melissa. ― ¿Por qué carajos quieres terminar conmigo?― Como nadie decía o hacia nada, todo lo que ellos hablaban era audible. ― ¿No lo entiendes? Ni siquiera éramos algo y ahora simplemente no me interesas más. Te quiero fuera de mi vista, ahora.― La cara de Melissa se contrajo, nunca había visto tantas arrugas en su rostro. Miro en varias direcciones buscando algo o quizá alguien. ― ¿Es por esa maldita perra, cierto?― Todos se quedaron sorprendidos, incluso yo. No me podía creer que alguien rechazara a la reina de la escuela. ―Llámala como quieras, pero si así lo entiendes y me dejas tranquilo. Sí.― La sorpresa se volvió aún mayor. Dante dejaba a Melissa por alguien más. Sin decir otra palabra, Dante se levantó y se dirigió a la puerta de salida. Mi peor enemiga se puso de pie con brusquedad, camino hacia Dante y lo jalo con fuerza para darle la vuelta. ― ¡Escúchame bien imbécil! ¡Cuando menos te lo esperes haré pagar a esa perra, le haré la vida imposible, sabrá lo que es el dolor! No me importa que seas un puto mafioso, te metiste conmigo. Y nadie lo hace nunca. ¡Nunca! ¿Entendiste? Melissa salió contoneándose como siempre, aún después de ser rechazada conservaba su parte de diva intacta. Carolina su fiel amiga, salió detrás de ella con los bolsos de ambas en la mano. Dante volvió a mirarme, esta vez no aparte la mirada. Algo me absorbió como agua a una esponja. Por ese momento solo fuimos él y yo. Solo nosotros. ¿Qué estaba pasando? Si no hubiera sido por los cuchicheos de los demás, nos hubieras quedado así por bastante rato. Cuando el "hechizo" se rompió, él se dio vuelta y salió. Una vez fuera todos se volvieron hacia mí, Daniel me miraba desconcertado. ― ¿Es Rowan la chica por la que Dante dejo a Melissa? ― ¡Que va! Es imposible. ―Pero ¿No notaron como se miraban? ― Debe ser ella, ayer los vieron juntos. No hacía falta que yo me planteará de nuevo lo sucedido, esos comentarios era exactamente lo que yo pensaba. ¿Era yo esa chica? No... Era solo mi imaginación. ¿Cierto? ―Annie vamos de aquí, no me gusta cómo te miran.― Me sugirió Daniel y la verdad, claro que le tomaría la palabra. Todos me miraban, prácticamente sentía como me clavaban cuchillas filosas con la mirada. ―De acuerdo. Nos levantamos para salir y, en ningún momento las miradas se apartaron de mí, eso y los cuchicheos me estaban asfixiando. Decidimos ir a los jardines, pero a los que estaban alejados de las masas. A medio camino Daniel dijo que olvido algo en la mesa, quise acompañarlo pero él se rehusó. Una vez que nos sentamos en el frío pasto bajo las ramas de un enorme árbol, Daniel me mostró lo que había olvidado. Un hermoso block de dibujo. ― ¿Me lo muestras?― Pedí amablemente. Sabía que Daniel dibujaba hermoso y ansiaba saber que había en el block. ―No. ―Genial― Y extendí mi brazo para tomarlo. Al instante Daniel lo apartó y me miró riendo.― Aguarda ¿Me acabas de decir que no? ―Así es, no estás lista para verlo. No aún. ― ¿Pero de qué hablas? ¿Cómo que no estoy lista? ¿¡Por qué!?― Daniel solo negó con la cabeza y sonrió. Luego pensó por un rato y comenzó a mover las manos. ―Vi algo extraño en el pasillo. ― ¿Qué cosa? O ¿acaso no estoy lista para eso también?― Le pregunte algo sentida por su negación anterior. El esbozo una gran sonrisa y me dio un golpe en el hombro. ―Tranquila, quizá te lo muestre pronto.―Me dirigió una dulce mirada, yo no pude hacer otra cosa más que asentir. Me derretía el corazón lo tierno que era.― Bueno, la cosa es que cuando fui por el block, vi a Melissa. ― ¿Y? ― Pregunté. ¿Acaso seguía llorando? La reina estaba destrozada. ― Estaba como loca sacando golosinas de la máquina expendedora, pero en exceso, saco como 15 dulces diferentes. Luego los metió a su bolsa y se giró alrededor, para cerciorar si nadie la había visto. Como estaba vacío, no se percató de mí. ― ¿Por qué haría algo así? Se supone que cuida su figura. ― Quizá no eran para ella...― Dijo Daniel tan Inocente. ―Los metió a su bolsa, seguro que de las golosinas saca la grasa para llenar las blusas por la parte de enfrente.― Me burle de Melissa. Era la única manera de tapar mis ganas de golpearla, claro que no tenía el valor. Pero me servía de algo decir cosas sobre ella, me hacía relajarme. ―O...para llenar por la parte de atrás de las faldas.― Comenzamos a reír y a seguir diciendo cosas sobre Melissa. Nadie nos entendía y nadie se lo diría. De pronto, las nubes se tornaron grises y taparon lo poco de sol que había. Los árboles se mecieron con tristeza y las hojas cayeron como ceniza. No era buen augurio. Daniel y yo nos miramos. ―Es la reina Melissa controlando el clima.― Dijo Daniel. ―Seguro, debe estar tapada por comer tantas golosinas y ahora no le salen.― La ridícula imagen de Melissa enferma del estómago, seguro que se proyectó también en Daniel, pues ambos soltamos una carcajada, pero solo la mía se escuchó. Mi amigo solo abría la boca y se llevaba una mano al estómago, él no podía producir sonidos, su condición era extraña, ni siquiera un gemido salía de él, tampoco podía escuchar nada, pero sí que sabía leer los labios. Esa era la razón del que se le permitiera asistir a clases en la escuela del pueblo, los maestros eran atentos con él y siempre que él estaba en sus clases, explicaban todo mirando al frente, así podía entender todo. Daniel tomo mi mano y la entrelazo con la suya, clavó sus ojos en mí y por un instante sentí que mi corazón brinco. Era extraño, el tacto de su mano con la mía...La había sentido antes, pero jamás como esa vez, ahora era diferente. Trató de decirme algo pero, sus ojos se apartaron de los míos para fijarse a mis espaldas. Por instinto gire, una tormenta se avecinaba a Green Cold, Dante estaba parado detrás de mí. ― ¿Qué están haciendo?― Preguntó enfatizando cada palabra. ―Solo estamos charlando.― Respondí. Sentí como la mano de Daniel se aferraba con fuerza a la mía, el temor de ver a Dante me hizo responder a Daniel de la misma manera. ―Charlar y tomarse de las manos...solo charlar ¿¡Solo charlar!?―Fui notando como poco a poco fruncía el ceño, arrugaba la nariz con gesto de desagrado y aumentaba el tono de su voz. No conteste, solo me quedé mirándolo mientas Daniel me levantaba sin soltar mí mano y, me hacía retroceder de Dante.― Annie...Rowan, necesito hablar contigo. ―Pero yo no quiero, justo ahora me asustas. ―Dije que necesito hablar contigo.―No me grito, pero su voz era fuerte. Me lo estaba ordenando. Movió un pie hacia nosotros y trató de tomarme con sus brazos. Sin pensarlo salimos corriendo, Daniel no escuchaba su voz, pero podía leer sus labios y más importante, le podía ver el molesto rostro. Volteaba solo por ratos para ver si nos seguía. Y si lo hacía. Entramos al edificio principal y corrimos surcando pasillos y empujando personas. Dante las tiraba y si quería, les pasaba encima. Corrimos por lo que pensé fue una eternidad, hasta que llegamos al baño de chicas donde Daniel me arrastro dentro. Nos encerramos y pusimos el pestillo. Estábamos asustados y chorreando sudor como regaderas, nos faltaba el aliento y nuestras piernas dolían. Nunca hacíamos esfuerzo en gimnasia porque nos cansábamos pronto, pero después de esto creo que ambos consideraríamos esforzarnos más en las próxima clases. Pasaron unos minutos y nada. Daniel me dijo que me quedará ahí, que el saldría a inspeccionar. Le rogué que no lo hiciera, pero no me hizo caso. Me quede sola y me encerré en uno de los baños. Estaba por salir cuando escuché que entro alguien, me quedé inmóvil. Al poco rato escuche sonidos extraños. Como si alguien estuviera...vomitando. Abrí un poco la puerta y vi a Melissa, estaba pálida y se tambaleaba. La observe limpiarse la boca, retocarse el maquillaje y salir como si nada. Era solo yo o ¿Melissa vomito? Y creo que sabía lo que devolvió al inodoro. Las golosinas. Espere más rato y me decidí a salir, abrí poco a poco y la cara sonriente de Daniel me sorprendió. ―No hay moros en la costa. ¡Estamos bien!― Me informó Daniel. Respiré aliviada. Pero por ahora, pensé. A partir de este punto el siguiente capitulo se debe desbloquear con monedas, como autora hago un esfuerzo enorme para ayudarlos a leer sin tener que gastar, no solo junte los episodios para reducir el costo de la historia de 700 monedas a 385, si no que también hice un video para explicarles como usar la app y conseguir monedas gratis. Todo lo hice con mucho cariño hacía ustedes. El video esta en y o u t u b e, se llama "Leer en Dreame y Sueñovela sin gastar dinero" Todo se puede con paciencia, por favor vean el video antes emitir algún juicio. Saludos inmensos, L.G.L
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