Estoy esperando a Lorenzo fuera de la comisaría. Es temprano y sé que no tardará en ir a tomarse un café. Ya que el General Grimaldi no me deja entrar, tengo que esperar fuera e intentar llevarme lo mejor posible con la DIA. La cabellera rubia del agente aparece en mi campo de visión y sus ojos no tardan en posarse en mí. Orlando va al lado y sonríe de lado hasta llegar a mí. — Fiorella Divito, cuánto tiempo —dice Lorenzo. — Sí, sé que has echado de menos mi molesto culo por aquí. — Voy a ir pidiendo los cafés, me alegra verte, Fiorella —dice Orlando metiendo las manos en sus bolsillos y cruzando el paso de peatones para ir a la cafetería. Lorenzo alza sus cejas esperando que hable y sé que debo disculparme muchísimo con él. La he liado y sé que con un perdón no va a arreglarse

