Hace tanto tiempo que no me divierto y me tomo un descanso de todo que creo que voy a colapsar de un momento a otro, por eso, estoy en el balcón de un lujoso hotel viendo la costa Amalfi. La brisa hace que cierre los ojos y respire el aire puro. Los brazos de Dominic rodean mi cuerpo y siento sus brazos en mi hombro desnudo. — Es precioso —abro los ojos de nuevo. — No tanto como tú —apoya su barbilla en mi cabeza sin hacerme daño—. Nos merecemos unas vacaciones. Ni siquiera había ido al entierro de Francesca porque no me sentía capaz de enfrentarme a esa situación, tampoco quería ponerme más en el punto de mira de más familias y mucho menos, de Ángela, que aún tiene una conversación pendiente conmigo que dudo que tengamos. Mis padres. Lorenzo y yo pudimos convencerlos de que se

