Una fortuna

1911 Words

Después del almuerzo, acompaño a los hombres de mi familia al taller por el simple hecho de que Rodrigo va a ir a buscar el auto que le estaban arreglando. Es una camioneta algo antigua, la pintaron de rojo, le cambiaron el tapizado y le arreglaron el motor. Quedó divina. Mi hermano entra para ver si arranca y enciende al primer intento. Yo aplaudo. —¡Son unos genios! —exclamo. Mi papá se ríe mientras Sebastián se inclina a modo de reverencia—. ¿Ustedes pueden creer que nunca pude aprender a manejar? Me siento en un banco y sigo cebando mate. —Es una pavada. En estos días te enseño si querés —comenta mi hermano. Asiento con la cabeza. —Es una buena idea. —Le entrego el mate y miro el reloj. Son las tres de la tarde y él dijo que pasaría a las cinco. Mmm, todavía quedan dos horas

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