La casa es bastante grande, digna de un dueño de fábrica de calzones. El piso de madera está reluciente y me dan ganas de flotar para no pisarlo, las escaleras de mármol son hermosas, al igual que las esculturas que se encuentran en cada esquina del salón. Parece una mansión espectacular, a pesar de que es una simple casa con linda decoración.
Me cruzo de piernas mientras deposito mi pocillo de café vacío en la mesa ratona. Ya cenamos y fue todo bastante bien, habló de sus calzones, pero también nos dio nuestro momento de charla y estuvo preguntándome varias cosas sobre mi vida, hasta la reciente noticia de mi hermano no reconocido. Lo que pensé que iba a ser una visita incómoda se convirtió en un momento relajado, el señor es un buen anfitrión y demostró que sabe comportarse. Borró toda
