En la acera los rayos solares son sofocantes en contraste con el aire acondicionado del interior del bar, mi mente otra vez se inquieta y se frustra al recordar esa imagen. Y en ese preciso momento, llega la llamada de Magda informándome que ha regresado. Manejo como un loco, admitir que pensé que me abandonaría, me aterra. — Magda ¿Dónde está? –preocupado y desesperado por ver a Alex, camino con Magda hasta el interior de la casa, esperando sus explicaciones. — Lo hizo pero –me detengo al verla negar con la cabeza y sin moverse, con ese semblante preocupado-, no es el momento para preguntas, la señora está descansando. — ¿Qué pasa con ella? –paso mi mano por mi cabello dejando ese terrible mechón caer por mi rostro- ¿Estuvo llorando? –la veo asentir y a mí me hierve la sangre de