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La madre del chico levanta su mano para golpear a mi hija, pero antes de que yo reaccionara él la detiene. Me quedé perpleja mientras escucho como exige una explicación a la acusación de mi hija y claramente todos niegan que sea cierto dejándola a ella como la mentirosa.
—Isabel, deja de defender a tu hijo. El mismo lo afirmó. envió a esos niños a golpear a mi hija y es algo que no voy a dejar pasar por alto.
—¿Y qué vas a hacer? —dijo su hermano desafiándolo —Si lo tocas…
—Tu hijo no conoce los límites al igual que su padre, por esa razón, quedarás excluido como un m*****o accionista de las empresa de esta familia.
—No puedes hacer eso. —se burla en su cara recordándome a su hijo —No eres…
—Ahora yo controlo todas las acciones de esta familia y si se me da la jodida gana puedo dejarlos en la misera calle. —dio un par de pasos frente a él —Tú defiendes a tu familia y yo defiendo a la mía, a mi hija nadie la toca mientras yo viva.
Estaba con la boca abierta, el defiende a Violet como si en verdad fuera su hija. No salía de mi impresión cuando me dijo que la llevara a su habitación, no dude ante su orden y tal vez sea una costumbre que no puedo olvidar.
Busqué unas toallas limpias para limpiar sus labios que tenían sangre, mi hija se mantiene silencio algo que no me sorprende porque hoy vi cosas que jamás pensé ver en ella, creía que era una niña dulce que necesitaba de mi protección, pero con lo que vi, ya no estoy segura de como es ella en realidad.
—No vas a preguntarme nada —habla ella después tanto silencio —Mamá…
—Bueno… tal vez así ya no pensaran en meterse contigo. —le sonrío —Pero debiste hablarlo conmigo en el auto.
—Te dije que te defendería.
—Hija, —suspiro —Soy tu madre, soy yo quien debe defenderte.
La puerta se abrió, Abel entra y podía notar que estaba molesto y creo que es con nosotras por lo que pasó. “seguramente va decir que solo causamos problemas y si es así me iré de aquí”
Mira fijamente a Violet, ladea una sonrisa y busca algo en el baño de mi hija, traía algodón y alcohol.
—Déjame ver. —toma la mandíbula de Violet con delicadeza —Supongo que dejara un moretón mañana, pero nada de qué preocuparse.
—¿No estas molesto por golpear a tu sobrino? —pregunta ella confundida
—No, se lo merecía. No sabes los años que tuve soportar ver lo que hacia y que mi hermano lo complaciera en todo. No te imaginas cómo me picaba la mano por darle un buen derechazo como el que le diste. —ella se sorprende —Lo disfruté como no tienes idea.
Le guiña el ojo y ella me mira a mí con la boca abierta como si me preguntara por su comportamiento, pero yo también estoy en shock porque este no es el Abel que conozco.
—¿Qué fue eso? —hable cuando estábamos a solas en la habitación que compartimos —Abel…
—Que quieres que te diga. Mi sobrino se lo merecía.
—No hablo de eso. Creí que estarías molesto con nosotras y…
—¿Enserio tengo tan mal mi imagen contigo? —asiento —Escucha, la razón de despedirte no fue personal.
—Oh claro que lo fue.
—No lo fue. —rasca su nuca —Cierta persona me dijo que tú eras los oídos de mi padre y la desconfianza es algo que detesto porque le dije que confiara en mí y que me dijeran eso…
—¿Qué? —fruncí el ceño —Pero si yo nunca hice algo así, toda mi maldita vida era del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, como demonios crees que tendría tiempo para espiarte y hablar con tu padre si ni siquiera tenía tiempo para mi hija de la que ahora estoy preocupada ya que ni siquiera sabía que era así de violenta.
Giro sobre mis talones y busco el baño, me miro en el espejo y me doy cuenta de que estaba nerviosa y mi cara lo delataba. Él se acercó a mí por detrás, lo miro por el reflejo y puedo ver el sentimiento de culpa en sus ojos.
—Supongo que te debo una disculpa por ser un idiota insensible.
Mi corazón se derritió por primera vez porque era lo único que quería escuchar de él, que se disculpara por lo que me hizo pasar y por eso no pude evitar llorar frente a él, me quebré sin poder controlarme, él me abraza por la espalda, pero le pido que no lo haga.
—Oye… —me hace quedar cara cara, siento su pecho reconfortar mi cabeza mientras sus manos descansan sobre mi cabello —Lo siento… en serio.
Acuna mis mejillas en sus manos y con sus pulgares limpia las lágrimas en mi rostro, por primera vez puedo ver una sonrisa sincera que es para mí y no culpas y resentimiento que me hacían llorar en el baño y odiarlo con toda mi alma.
Sus ojos me miraban fijamente y cuando lo vi con claridad me di cuenta de que era muy apuesto, sus rasgos masculinos eran perfectos a mi punto de vista.
“¿Qué?... ¿qué, acaso solo estoy alucinando o me volví estúpida como las otras mujeres”
“No, no, no… que está haciendo”
Se estaba acercando a mi y es peligroso por lo que carraspeé mi garganta y así interrumpir lo que planeaba hacer conmigo.
—Espera…
Cierro mis ojos al sentir su mano sobre la mía.
"Que es esto, no, no, no,”
Conozco esa mirada, es esa misma mirada cuando tiene ganas de divertirse y yo no soy una diversión, no quiero involucrarme con él de esa forma.
El aire me abandona cuando siento la presión de su mano en mi espalda para que no me aleje.
“Estúpido corazón, que te pasa, es Abel, contrólate”.
Sentí el roce de nuestros labios, me quemó por completo.
“Que demonios fue eso”
Estaba desesperada y no por alejarme de él si no porque quería que me besara, quería que dejara de jugar y me besara ya. El juegueteo me estaba matando, solo sentía su aliento cálido y sus labios mojar los míos que estaban secos por la desesperación de no sentirlos.
—Señor Abel, —alguien nos interrumpe desde afuera de la habitación —Su madre quiere verlo en la biblioteca.
Sus ojos abandonan los míos al escuchar el llamado de su madre, suspira y me mira por un breve momento. Pensé que me diría algo, pero no fue así, se marchó en silencio y sí, me doy cuenta que también fue incómodo para él.