2— Queriendo Volver Atrás

1011 Words
—¿Qué haces? — pregunto al ver que toma el folder en sus manos, saca el certificado de matrimonio de allí dentro, y lo está leyendo con demasiado detenimiento. —Estoy buscando la dirección de la capilla donde hemos cometido esta locura. — sentencia sin mirarme. —¡Aquí esta! ¡Ven vamos! Necesitamos solucionar este desastre. — explica sin pausa y creo que le dará algo. —Vale, pero tranquilízate. No son ni las 7 de la mañana; no hay nada abierto en Las Vegas a esa hora... mucho menos la capilla. — explico queriendo que entre en razón. —Te equivocas... Mira. — expresa señalando el certificado y al lado del logo de la capilla dice 24hrs. —Vale, iremos...pero, al menos deja que me duche. — le suplico. —De acuerdo, dúchate y después me ducho yo. — negocia y tengo ganas de ofrecerle que ahorremos agua, pero mejor no. —Está bien, no vayas a huir eh. —  amenazo. —No lo hare, te necesito para solucionar todo esto. —se explica ansiosa. —¡No te demores! Me grita antes de que cierre la puerta del baño. Me quito el bóxer, abro el grifo de la ducha, y entro bajo la cascada de agua. No puedo creer que este casado con una absoluta desconocida. Lo único que se de ella es su nombre y que se estaba por casar con otro; no sé su edad, de donde es, ¡nada! «¿Cómo rayos yos termine metido en esto?» No puede ser que me haya emborrachado tanto ¡¿Qué carajo tome?! ¡¿Gasolina?! Jamás en mi vida me emborrache tanto para hacer una locura semejante, pero claro no estaba en Las Vegas, donde casarse es más fácil que respirar. Maldita sea las licencias instantáneas de matrimonio de este maldito lugar; ahora entiendo porque dicen lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas... lo que deberían aclarar es el tema del matrimonio... ¿Y si anularlo no es posible? ¡Qué desastre! —¡¿Te puedes apurar?! —me grita del otro lado de la puerta haciéndome regresar de mis pensamientos. —¡Ya voy! ¡Que seas mi esposa en papeles no te da derecho a gritarme! — rebato. —¡No es gracioso tu comentario! — se queja. —¡Lo sé! — respondo mientras cierro el grifo y envuelvo una toalla en mi cintura. Abro la puerta del baño y me sorprendo al ver que no hay distancia entre ella y yo. La ahora mi “esposa”, automáticamente da dos pasos hacia atrás y esquiva mi mirada. —Vístete mientras me ducho yo. — propone entrando al baño y haciendo que yo salga. —¡Como mande general! — respondo haciendo un saludo militar. —Termina con tus chistes malos; yo no le veo la gracia por ningún lado. — me dice antes de cerrar la puerta. La verdad es que yo tampoco le veo lo gracioso, pero prefiero tomarme las cosas de ese modo, por lo menos hasta saber cómo solucionar esto. Me visto mientras observo la habitación y me percato del desastre que hemos hecho. El edredón está tirado en otro lado del cuarto, la botella de champagne vacía, y ni mencionar las almohadas... ¿Qué paso anoche aquí? ¿Una guerra? Si no fue una guerra, ha sido una noche muy apasionada y realmente me da mucha pena no poder recordar nada. Mientras que la espero decido ordenar un poco, pero me quedo inmóvil al verla salir envuelta en tan solo una toalla. —Me he olvidado esto. — dice recogiendo una prenda del suelo y casi me da un ataque de toz al ver que se refiere a su sujetador. —Vale... — es lo único que logro decir. Sigo esperándola, hasta que finalmente sale completamente vestida. —¿Vamos? — —Si... si... — Salimos de la habitación y al llegar al primer piso del hotel comenzamos a travesar el enorme casino hasta que llegamos afuera del hotel y allí tomamos un taxi. Ella le da la dirección al conductor en su excelente inglés y el comienza a conducir. —¿De dónde eres? — le pregunto con mucha curiosidad. —De California. — me responde sin mirarme. —¿Y cómo es que hablas español? — —Mis padres son españoles, ¿Alguna otra pregunta para el interrogatorio? — cuestiona esta vez aniquilándome con la mirada. —Vale, veo que no estas de humor... — —¡Claro que no! Todos mis planes se están yendo a la basura porque me case con un completo desconocido. — Ahora sí que estoy sorprendido, sus padres son españoles y ella no sabe quién soy... no es que sea tan famoso en todas partes, pero... —We are here. —dice el conductor. —Thank you. — ella paga el taxi sin darme la oportunidad de ni siquiera sacar mi cartera y baja del taxi. —¡¿Vienes?! —  pregunta casi como un reclamo. Al ver el humor que se carga mejor bajo del taxi y la sigo hacia la capilla. No puedo creer que nos hayamos casado aquí... El lugar claramente no es muy elegante. —¡No puedo creer que hayamos venido aquí! Grita antes de abrir la puerta. ¡Yo Jacqueline Echevarría casándome aquí! ¡Es que lo veo y no lo creo! — —¡¿Puedes calmarte?! Le grito he intento entrar al sitio lo más calmado posible. Claramente la recepcionista es de algún lugar de Latinoamérica, por lo tanto, decido hablarle en español. —Buenos días, vera ella y yo necesitamos ayuda. Al parecer anoche nos hemos casado aquí... Le intento explicar. —¡Si claro! ¡Los recuerdo muy bien! ¿Vienen por las fotos? — nos pregunta. Quiero responderle, pero esta mujer que ahora es mi esposa no me deja. —¡No, veras queremos saber cómo anular el matrimonio! — le aclara alterada. —Lo siento señora Moreno. El matrimonio es completamente legal. Anularlo es imposible, lo único que pueden hacer es divorciarse. —nos informa. —¿Divorciarnos? Eso lleva mucho tiempo. — —Si, un poco más de un mes mínimo. —  explica. —¡Yo no puedo esperar un mes! — exclama ella. —Lo siento, deberán ver a un abogado para eso. —es lo único que nos dice. —No entiendo. ¿Cómo nos pueden casar tan rápido y sin trámites, pero no divorciarnos? — le pregunta frustrada. —Lo lamento, son las Leyes del Estado de Nevada. — —¡Esto es una locura! — —Jacqueline, por favor... vamos... —le suplico. —Solucionaremos esto de alguna manera. — —¡Esperen! ¡Sus fotos! —nos grita antes de que salgamos del lugar. Me doy media vuelta y busco el sobre que contiene la evidencia del desastre de anoche... «¿Para qué rayos quiero esto?»
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