-Miguel- Bajo del auto y avanzo hasta entrar en el estudio. La recepcionista me saluda con amabilidad y mis ojos se concentran en el pequeño a su lado. — Miguel, llamaré a Maya de inmediato –me informa la pelirroja y la detengo. — No es necesario, esperaré por ella –le coqueteo y ella cae en mi trampa. El pequeño es idéntico a la pelinegra, tiene el mismo color de ojos y ni qué decir de su cabello. Aunque los gestos de este pequeño son un tanto severos y maduros. Me escudriña, se percata de mi atención sobre él y se va acercando a mí. — ¿Quieres hacerme alguna pregunta? –es directo, su voz infantil dista mucho de sus palabras — Podría ser –le contesto con rodeos, sentándome en una de las sillas de la sala de espera — No hablo con desconocidos, pero te he visto antes –añade el

