La mansión Stone siempre fue uno de los lugares favoritos de Elena, sus bailes siempre resaltaban y la armonía que se vivía en medio del caos era asombrosa, al mirar el pasillo Elena imaginó a Erin corriendo en persecución de Eliza quien había secuestrado uno de sus sombreros y sonrió.
Al ser dirigida al jardín miró en todas direcciones e hizo que colocaran una caja junto a su asiento – no veo a mis sobrinas, quiero verlas cuando abran las cajas, vi los sombreros en un catálogo y sí me presionas un poco ya no será sorpresa – anunció felizmente, necesitaba distraerse y volver a creer en la belleza del mundo.
Pamela estiró la mano y atrapó los dedos de Elena – ellas no están, las envíe a casa de mi hermana.
– ¿Sucede algo?
Pamela respiró profundamente reuniendo el valor – la duquesa Davi
