La música era molesta, algo extraño, por lo general Elena disfrutaba de la música clásica y últimamente se encontraba cantando sin proponérselo, pero ese día la música le produjo dolor de cabeza – apaga eso – alzó la voz.
Alicia dio un paso atrás y se apresuró – sí, mi lady.
Elena continúo caminando de un extremo a la habitación y al ver a Alicia se dio cuenta de que había sido muy grosera, ella era más que su mucama, fue la persona que más la ayudó cuando fue al hospital, cubrió sus secretos y le había sido extremadamente fiel, y ella le gritó – lo siento – se echó a llorar y se sentó – podrías traerme un poco de té.
– Sí, mi lady.
Las lágrimas no se detuvieron por varios minutos y su cabeza se convirtió en un caos.
No podía estar embarazada, su luto todavía no terminaba, era una viu
