Como era de esperarse, las hermosas pueblerinas al escuchar el rumor de que Jack había regresado, se aglomeraron en el bar a intentar platicar con él, así fuera por unos segundos para pedirle algo de beber, o hacerle cualquier pregunta personal que se les ocurriese. Entre esas Tina y una tal Melisa, las cuales no se demoraron demasiado en llegar a sentarse frente a la barra a conversar animadamente con él y sacarle más de una sonrisa, que realmente de irritó sobremanera. Jack, como todo un donjuán, les seguía la corriente a todo lo que decían, pero a veces cuando me le quedaba viendo con el ceño fruncido y él lo notaba; se giraba levemente para observarme burlón, para acto seguido guiñarme un ojo con picardía, obligándome a mirar en otra dirección, ruborizada con sus acciones. No sól