Tan pronto como salió del ascensor, vio que algo andaba mal, las cosas de Sara ya no estaban sobre el escritorio y ella tampoco estaba allí se apresuró a ir a su oficina, allí estaba ella. ¿Acaso lo estaba esperando? En su mano traía un documento, el cuál Johann se preguntaba qué era, y si era tan grave como para que haya vaciado su escritorio. — ¿Qué pasa, Sara? — se apresuró a preguntar, preocupado. Sara se giró hacía él y lo miró, su rostro naturalmente inocente y lleno de alegría se veía decaído, se podía percibir la tristeza en él. Ella soltó un fuerte suspiró, lo miro y volvió a desviar la vista al frente, donde estaba el escritorio de Johann. Dejo allí el documento que tenía en sus manos y hablo. — Es mi carta de renuncia. — dijo en un tono triste. Johann se acercó rápidamente y