En un charco de sangre yacía el cuerpo de Leo tendido en el suelo, Lana lloraba desconsolada, sus nervios no la dejaban pensar y mucho menos actuar, mascullaba palabras inentendibles, disculpas para él, mientras que se culpaba a si misma por lo recientemente sucedido, Leo intentaba mantenerse despierto, de haberle dado en el corazón ya no estaría con vida, su teléfono celular comenzó a sonar, él hizo un intento gigantesco por levantar su brazo y tomar su teléfono del bolsillo de su traje, Lana lo miró esforzarse y lo detuvo viendo lo que quería hacer lo tomo ella misma y miro de quien se trataba. — ¡Es Sara! — exclamo con preocupación, el rostro de Leo se cubrió de un gesto de infinita ansiedad. — no te preocupes Leo, contestaré. — dijo intentando tranquilizarlo. Contestó rápidamente. — ¿