- ¡¡Nos vamos!! Me tomó violentamente del brazo y me empujó furioso hacia la puerta, mientras yo, entendiendo lo que había pasado por lo que me había adelantado ya Didier, giraba mi cabeza y saludaba animadamente a la secretaria y al propio Didier, quien me guiñaba cómplice el ojo derecho. - ¿Qué sucede? (pregunté al entrar al coche) - ¡¡Ese viejo no sabe con quién se mete!! - ¿No te fichó? - ¿Tú qué crees? (mirándome con odio) - Uy… ¡¡qué carácter!! Ni modo… ¡¡te lo dije!! (miré sonriente por la ventana) - ¡Escucha, pe… rra…! (jalándome del cabello)… déjate de tonterías porque será peor para ti… No dije nada. El milagro había ocurrido y con eso estaba más que contenta… no jugaría en el equipo de Mateo, estaría le