Apenas estamos afuera del bar, pero la música se escucha tal y como si estuviéramos adentro, terminamos de hacer la fila, presentamos nuestras identificaciones y rápidamente entramos al lugar. Puedo notar como los hombres la miran y al contrario de sentir celos, me siento el tipo con más suerte del mundo —ven preciosa. — le digo y la tomo de la mano para así ir caminando entre la multitud de gente que se dio cita aquí esta noche y poder llegar cerca de la barra —¿quieres tomar algo? — le pregunto y asiente. —Daiquiri de fresa. — me pide y sonrió. Me acerco un poco más a la barra para pedir nuestros tragos y en pocos minutos el bar tender me los entrega para que así pueda regresar con ella quien ya se mueve al ritmo de la música que suena a todo volumen. Le entrego su copa y una vez que