Vale, ese no era el mejor momento para decírselo, tampoco la forma, ya que Lía se ha quedado callada y me mira confusa. Yo me había quedado igual, pero era mi deber ir. Acaricio su espalda bajo el agua y agradezco haber acertado con la talla del bikini. — ¿Lía? Ni que hubieras visto un fantasma ángel —me río intentando quitarle hierro al asunto. — Es Siria —dice—. Te vas a la guerra, Nick. — Bueno, no exactamente. — Veo las noticias, no soy tonta, claro que sí —sus dedos acarician mi cuello y suspiro. — De acuerdo, sí, pero no lo vamos a llamar así, ¿vale? Ella curva sus labios hacia abajo y pellizco su mejilla. — Estaré bien —le sonrío—. Tengo siete vidas, preciosa. — No eres un gato. — Si lo fui en mi anterior vida, por lo que en realidad me quedan seis vidas, s

