Chiara sale vestida como una secretaria de una tienda de Chanel y Sergey (mi guardaespaldas) carga las bolsas con ayuda de mi ex, claro, que se había negado rotundamente a que alguien la ayudara, eso después de decir que ella no iba a pagar esa ropa tan cara de su suelto.
— Tienes que llevarla a una peluquería mientras yo preparo la reunión —le digo a Sergey.
— De acuerdo.
— No voy a cambiarme el color del pelo —dice ella metiendo bolsas en el maletero del coche.
— ¿Pero puedes peinarte? —La miro— Al menos ir presentable y no con un nido de pájaros en la cabeza.
Ella abre la boca, ofendida y me monto en el coche arrepintiéndome de mi decisión. Ni siquiera sé por qué está tan a la defensiva cuando debería ser yo el enfadado y ofendido.
— Soy tu jefe —le digo cuan
