Que frío, en serio, esto no es normal. Ahora entiendo que beban vodka a palo seco para poder entrar en calor y eso es lo que hago con Mark, que se ríe de mí porque no puedo dejar de temblar. Lo más impresionante de este viaje, además de la hermosa Moscú, es el jet privado en el que hemos venido. Alquilado, pero da lo mismo, es un jodido jet. Jamás había montado en uno, ni siquiera en avión, ya que la primera vez que monté en avión fue para venir a Rusia. La plaza roja es lo primero que visitamos y camino agarrada de la mano de Mark por todo el lugar, admirándolo. He visto esto en foto, pero en persona es increíble. El chico ruso me cuenta la historia de la plaza y me señala los edificios: La catedral de San Basilio, el mausoleo de Lenin, el museo estatal de historia, la catedral de Kazan

