Mark me mete en casa de nuevo en peso y me agarro a su cuello mientras me río.
— Gracias por venir hoy —me dice.
— No tienes que darlas, quería estar ahí contigo —sube las escaleras.
Quiero preguntarle si sabe por qué no le gusto a su madre, quiero decirle que me ofreció dinero en el baño a cambio de dejarlo, pero él se ve tan genuinamente feliz esta noche que no quiero sacar el tema. Me deja de pie cuando llegamos a nuestra habitación.
— Necesito un poco de ayuda con el vestido —le digo.
Sus manos se ponen en mis hombros y suavemente lleva las manos hacia la mitad de mi espalda para bajar la cremallera. Sus nudillos dan en mi piel mientras la baja lentamente un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
— He puesto la calefacción antes de venir, pero tardará un poco en c
