I Capitulo. Caprichos.

2525 Words
Son las seis con treinta de la mañana. Es lunes y está muy frío, los débiles rayos de sol que traspasan las nubes irrumpen el gran ventanal de mi apartamento. Me observo al espejo mientras termino de maquillarme. Me veo bien, el maquillaje es fuerte pero nunca es demasiado. Cepillo mi cabello, lo arreglo como me gusta y noto que me ha crecido muy rápido. Es tiempo de ir a la estética, me pregunto si me quedaría bien otro color de cabello; veré si lo tiño, no hay nada mejor que ir a la estética cuando estoy de mal humor. Las empleadas de servicio están en la cocina, una limpiando y la otra haciendo el desayuno como siempre; o asi sería, sino fuera por mi mal humor gracias a... un insignificante inconveniente, pues necesito conseguir a alguien que se haga cargo de mis tareas... otra vez. Hace dos semanas, Hamilton, mi antiguo nerd fue trasladado a otro instituto, por lo que no hay quien se ocupe de mis deberes. Que fastidio. Coloco el dedo índice en mi entrecejo y me masajeo. Cargo un humor de perros. — Por favor cambia mis pijamas por unas de satén y usa otro tipo de suavizante para los cobertores, el actual me produce alergia. Carlota deja lo que hace y se ocupa de su nuevo deber. Me siento en el taburete del desayunador y me devoro el muesli que Emma me ha preparado. Terminó de comer, me levanto a cepillarme los dientes y luego chequeo nuevamente mi apariencia en el espejo. Estoy aceptable. Cojo mi bolso y salgo por al pasillo hacia el ascensor. En el lobby están los guardaespaldas de mi padre. Me escoltan a la entrada del edificio donde está aparcado el coche, un lindo Bentley Continental GT en tono negro. Subo al auto y comienza el suplicio del recorrido a la escuela. Son las siete con quince de la mañana y acá estoy, atascada en el tráfico matutino. Que desagradable situación; acaso puede esto ir peor? Detesto el tráfico. Debo aceptar que este mal humor tan profundo se debe a Hamilton. Cómo se le ocurrió pedir traslado sin avisarme? Es imperdonable. Lo habré presionado demasiado? No, no lo creo, mi paga era buena y nunca le moleste ni le maltrate, el bullying no me gusta no es lo mío. Ahora tengo que buscar a alguien más, alguien que sea bueno en su trabajo y que me genere confianza; supongo que debe haber muchos y mejores que Hamilton. Ese tonto. En fin, creo que fue mi error, supuse que podía confiar en él y me dejó botada. Después de quince minutos, la fila de autos sigue igual, estática. Esto es el infierno. Maldito traslado, maldito trafico, maldita hora pico. Son las ocho menos quince, me ha tomado cuarenta y cinco minutos llegar pero por fin estoy frente a la escuela. Es tarde pero no demasiado; posiblemente la primera clase ya esté terminando pero no es algo que no se pueda arreglar. Bajo con elegancia del auto y recorro tranquilamente el sendero del jardín hasta llegar a los edificios. Mientras camino por los vacíos pasillos sigo pensando en un buen relevo para Hamilton. Al llegar a mi aula son las ocho menos cinco y el maestro está hablando sobre anatomía. Abro la puerta y de inmediato el señor Greenfield pone su mirada oscura en mí. Ay no... Me dará un discurso sobre responsabilidad y puntualidad otra vez. No menosprecio sus consejos pero, no es mi culpa toparme con el trafico de las almas en pena que van hacia el tártaro. — Buen día, profesor. Al parecer, mi saludo para él es muestra de mi despreocupación. El entrecierra los ojos e inhala antes de hablar. — Señorita Petra... Menciona inclinándose para apoyar las manos sobre su escritorio, me observa con fijeza y en silencio por unos segundos y vuelve a hablar. — Pase y tome su asiento. Se yergue y sigue con su clase. — Gracias, señor Greenfield. En realidad no me importa llegar tarde. No tengo nada contra él pero no estoy en mi mejor día. Las primeras clases terminan y llega el receso, la mayoría sale en bola, hartos de escuchar ( para ellos ) tan complicados temas, mientras unos pocos aún guardamos modismo y salimos tranquilamente. Al entrar a la cafetería mis las chicas con quienes siempre estoy en receso me llaman a señas; en realidad, no sé por qué lo hacen, siempre eligen la misma mesa, creo puedo saber donde están. Llego a la mesa y sigilosamente observo sus ensaladas emplatadas en herméticos desechables y sus bebidas dietéticas a la par. Están hablando de quien sabe qué, algo nada interesante y poco importante para mí; por el momento, necesito otra información. — Chicas, necesito preguntarles algo muy importante. Creo que ya deben saber que Hamilton decidió transferirse a otra escuela, entonces, debo encontrar a otra persona para que se ocupe de mis tareas, por favor, díganme que conocen a alguien disponible para mí. Ellas callan, miran nerviosamente de soslayo a Jazmín y luego a mí, negando. Maldición. Tras estar calladas por unos segundos, debido a mi interrupción, continúan su plática. Apoyo la mejilla en la palma de mi mano, soltando un suspiro. Jazmín quien por alguna razón es la "líder" de este grupo me mira entornando los ojos, con una bastante disimulada sonrisita de " Yo sé algo que tú no sabes " — Es cierto querida, ese cerebrito de tu ayudante pidió traslado. Que le hiciste? Dice con retintín y sarcasmo, e igual a una bruja de cuento se echa a carcajear. Me yergo en el asiento y la miro fijamente, escondiendo bajo una tenue sonrisa la inexistente gracia que me hacen sus comentarios. Nuestra relación consiste en el interés y beneficio. Mi atención hacia ella es por "conveniencia", de igual manera es ella conmigo. — Bien, hay uno... Pausa y aparta de su frente un mechón suelto colocándolo tras su oreja. — Es un intercambio de este año, pero te advierto que él es difícil... Nadie ha logrado convencerlo. Veo que sus ojos verdes están llenos de socarronería y la suspicacia se difunde en mí como un río desbordado. Es el único y al parecer, defiende su libertad y derechos. Sacudo mentalmente la cabeza. Estoy citando las palabras de la maestra Suttner. — Me arriesgaré, dime el nombre y dónde lo encuentro... Ella pone los ojos en blanco, coge una de sus servilletas y escribe el nombre y la sección del susodicho en ella, me la tiende entre el índice y medio, cuando extiendo la mano para tomarla, ella me lo impide retrocediendo la mano. — Ten cuidado querida, no quiero que algo malo te pase, esos listillos se aprovechan de las personas inocentes como tú, Okay? Sonríe radiante pero esa sonrisa no alcanza sus ojos fríos. Me ofrece nuevamente la servilleta y esta vez si me deja tomarla. — Gracias, Jazmín. Sonrío y me levanto. Ella enserio me cree tan estúpida, hasta un ciego puede notar sus malas intenciones. Debo ignorarla y centrarme, dar un mínimo de atención a lo infantil que es Jazmín no es bueno para nadie. — A ver, quién será mi nuevo compañero de tareas. Voy Caminando tranquilamente por el pasillo, mientras desdoblo la servilleta. Espero sea alguien agradable. . [ Levi Ackerman 3-A ] . Una suave brisa hace bailar mi cabello; desvío la mirada de la servilleta hacia la ventana abierta que está a mi lado izquierdo, observo la alejada entrada y los amplios jardines que le proceden, me acerco, apoyo ambas manos en el marco de la ventana y por breves segundos pienso en lo agotante que me resulta comenzar de nuevo este juego. Dejo salir un suspiro. Ansiedad? No. tal vez confusión. Hacerme cargo de mis tareas, es muy sencillo pero... Ay, Que frustrante. Aun apoyada en el marco de la ventana me agazapo por un efímero instante; enderezo mi postura inhalando hondamente y acomodándome un poco el cabello sigo mi camino. Soy consciente que no puedo solo saber el nombre y la sección del sujeto, sino también su apariencia pero gracias al repudio que Jazmín supura no me dan deseos de indagar más con ella. Tengo que averiguar por su apariencia. Mi opción más segura luego de la bruja es mi mejor amiga, pero no la encuentro en ninguna parte. He perdido mi miserable hora de receso buscando. los horarios no coinciden con los de ella y ya que no he logrado encontrarla me quedo al pie de las escaleras a tercera planta esperando mi amiga que por alguna razón nunca encuentro cuando busco. Dejo pasar el tiempo que falta planeando que le diré, y la campana suena otra vez . El receso para los bachilleres ha terminado al fin. La mayoría sube a prisa. Mi espera es nada más un momento, ya que cuando todos han subido la veo aparecer con su graciosa pero atractiva apariencia. Oh si, Hange. — ¡Hange! Al parecer mi grito la descoloca, da un saltito y se caen algunos de los dulcitos que va guardando en el bolsillo de su falda. — ¡Eh!?... Se agacha a recoger sus golosinas y las guarda junto a las demás. — Lili? — ¡ Tú, debes ayudarme ! — Enserio? Yo ? — Si, tú. Ven conmigo. Le ofrezco mi mano, ella la toma confundida y subimos corriendo las escaleras. Pobre Hange, apenas entiende por qué la llevo tan aprisa. Llegamos al aula y frunce el ceño aún más confusa — Conoces a todos en esta sección, verdad ? Pregunto/aseguro, señalando el aula con el pulgar. Asiente, le sonrío y ella me devuelve la sonrisa con mirada confusa. Ya que las puertas están en la parte trasera a espaldas de los alumnos y se abren hacia fuera es muy fácil observar hacia el interior sin que nadie se de cuenta. Abro cuidadosamente la puerta y asomo la cabeza. Hange sin entender nada está parada como boba a mi lado, le hago señas para que se acerque a ver, reacciona, se pega a mi espalda, asoma la cabeza y observa sobre mí. A veces envidio su estatura. — Quién es Levi Ackerman? Pregunto en tono bajito. Percibo como se tensa y se separa lentamente de la puerta, volteo confundida y me aparto de igual forma. Su expresión es seria y tiene el ceño fruncido. Oh oh. — Por qué quieres saber eso ? Palidezco ante su pregunta. —Ah... Jazmín me ha dicho algo sobre él y quería averiguar, nada más un poco. Miento y ella arruga la frente. — Tú nunca te interesas por lo que Jazmín habla y mucho menos en averiguar lo que cuenta, ella ni siquiera cuida su vida por pasar enterada de la vida de los demás, tú misma me lo has dicho Petra. Su tono es serio, rozando levemente el agresivo. Me molesta verle así. Qué le pasa? — Te traje para que me ayudaras Hange, lo harás si o no? Me ha llamado Petra que pasó con: Lili? Demasiado extraño para ser normal (aún para ella). La miro a los ojos y estos están sombríos, gira sobre sus talones y comienza a caminar. — Lo siento Petra, no lo haré. Promulga por ultimo y veo su fina y alta silueta caminar hacia la dirección contraria por la cual hemos llegado. Perfecto, ahora? Ahora me siento mal, siento por algún motivo que le he ofendido, ella es mi unica amiga, la unica verdadera. Me apoyo de espaldas en la pared y suelto un largo suspiro. Luego de bastantes minutos se escuchan unos pasos y me enderezó. Una rubia alta de rostro armonioso se acerca caminando serenamente por la dirección en la cual Hange se marchó. me observa con extrañes pero se centra en lo suyo. Toca la puerta, espera unos segundos y el maestro en turno le recibe con una sonrisa. No pongo atención en nada de lo que dice hasta que escucho ese nombre, seguido de ese apellido; al parecer le necesitan en el laboratorio. "Que suerte tienes, pequeña descarada". Dice una vocecilla dentro de mí. Cuando el maestro llama al susodicho por el apellido mi corazón trabaja un poco más rápido, gracias a la expectación. Quiero creer que el universo conspira a mi favor. No escucho respuesta solo unos pasos tranquilos. La rubia vuelve a verme con clara curiosidad, pero no le prestó atención, disimulo y sigo pendiente de quien posiblemente se convertirá en mi nuevo ayudante. percibo sus pasos más cerca por lo que tomo aire y le veo asomarse. Uau. Por Zeus y el olimpo. '' Desconcierto '' esta gravado con cincel y martillo en mi frente. — Espero que la cuatro ojos tenga algo importante para decirme, odio que me haga gastar el tiempo en tonterías. Es contradictorio... En todo el sentido de la palabra. Pelo negro azabache, bastante bajo, aun que más alto que yo y extrañamente atractivo. — jajaja No te preocupes Levi, esta vez me aseguré antes de venir. La rubia le ofrece una bata blanca (que no vi antes), mientras caminan un poco apresurados. Ninguno me prestó atención, perfecto. Con la presa en la mira nada más queda dar el golpe. Camino a toda velocidad y con mucha emoción hacia el aula. Al entrar, me llevo la reprimenda de la maestra de física a la cual no le presto más atención de la debida. Las clases transcurren normales, una a una, hasta que llega la hora de salida. Camino a paso rápido del salón hacia la salida. El chofer ya debe estar aquí. Efectivamente el coche está estacionado al frente y Murphy junto al auto. Su saludo nunca falta antes de abrirme la puerta, devuelvo el saludo y subo al auto. en escasos quince minutos llegamos al edificio y subo a mi apartamento. Me siento exhausta, apaleada pero un alivio me recorre todo el cuerpo. Lo único que quiero es descansar. Camino a paso pesado por la soledad de mi apartamento, me deshago del uniforme y me meto al cuarto de baño. Me ducho y el agua caliente me relaja. Salgo de la ducha, me cubro con mi mullida bata, cojo una toalla y me la enrollo en la cabeza. Salgo del cuarto de baño, sin ánimos de nada, ni de comer. El muesli de esta mañana es lo único que ha recibido mi estomago. Me tumbo boca arriba en mi cama. Tal vez debido al silencio y soledad que siempre dominan en éste lugar, un sentimiento que conozco muy bien intenta invadirme otra vez. Pongo ambas manos empuñadas en mi pecho a la altura del corazón y me obligo a apartar ese sentimiento que a menudo me destruye. Clavo la mirada en el techo y dejo que mi mente divague, poco a poco logro perderme en la inconsciencia de un profundo sopor. Inconsciente de lo que me espera desde el día siguiente. Una esperanza de icónico pelo negro se convertirá en mucho más. . {Lo que nos une} I capitulo. L y p. . Primera historia de esta novata. Disculpen faltas de ortografía y demas. . Pdt: No olviden votar, eso lo apreciaría muchísimo.
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