bc

EL CEO

book_age18+
23.7K
FOLLOW
133.6K
READ
sex
mate
powerful
confident
CEO
sweet
bxg
city
office/work place
like
intro-logo
Blurb

César Augusto Puig cumple 40 años. Es un hombre exitoso, es el CEO de la importante corporación Z, tras su divorcio por infidelidad no ha logrado conseguir un amor estable, él cree que ya es hora de establecerse pero no consigue a la indicada, su imagen es la de un don juan, mujeriego y eso no lo ayuda a conseguir algo distinto hasta que se da cuenta de que buscaba en el lugar equivocado.

Muchas mujeres hermosas lo rodean, muchas mujeres interesantes, pero a César le ha costado dar con la indicada para él.

Tercer relato de la serie relatos eróticos románticos de oficina.

chap-preview
Free preview
Capítulo I
César estaba tendido sobre su cama, jadeante. La chica iba y venía sobre su miembro con una habilidad que él estaba apreciando bastante, gimió y se llevó las manos a la cabeza y las bajó luego instintivamente hasta el cabello rubio de la chica. Sintió que llegaba hasta la garganta de ella, sentía el calor y la suavidad de su boca lamiendo y chupando su miembro, estaba a punto de correrse y se lo advirtió, acarició sus suaves hombros y acabó en su boca.  La vio incorporarse, ella se limpió la boca con el brazo y le dedicó una sonrisa maliciosa, César trataba de controlar la respiración. La admiro desnuda una vez más antes de verla cubrirse y entrar a la ducha. Julia era hermosa, pero solo era una distracción. Una muy candente, experta y ardiente distracción, las conversaciones con ella no iban más allá del clima y la marca de lubricantes que le gustaba, pero daba el mejor sexo oral que César hubiese recibido en su vida. Era un hecho. Esa mañana particularmente lo agradeció. Cumplía 40 años y se sentía viejo. Un hombre de 40 años es aún un hombre joven se decía frente al espejo mientras terminaba de afeitar su barba que le gustaba llevar muy bien cuidada, era el único lugar de su cuerpo donde las canas traicioneras aparecían. Le gustaba verlas aunque no eran abundantes. Reviso frente al espejo su cabello aún húmedo por la ducha, era negro y espeso, no encontró ni una sola cana, se encogió de hombros y se colocó loción para afeitar. Pasó luego a su vestidor, se admiró en el espejo  a cuerpo entero. Su cuerpo era esbelto, por un lado porque se ejercitaba todos los días y por el otro porque sus genes eran muy buenos, alto de espalda ancha y músculos definidos, la dureza de sus músculos no era cosa que pasara desapercibida. Sus facciones eran varoniles y perfiladas, un hombre de éxito profesional, el director ejecutivo de una gran corporación, guapo y soltero a sus 40 años. No pudo evitar recordar su matrimonio. Hecho añicos por su pito alegre. Ella no era una santa pero él fue terrible, ahora pagaba las consecuencias. —¡Buenos días cuarentón! —se dijo con burla frente al espejo y se dispuso a salir al trabajo. Salió de su casa para dejar primero a su amiga y luego iría a la corporación. Al llegar, estacionó su auto y vio entrar en el ascensor a Claudia con su estado avanzando. Ya tendría 6 meses de embarazo, pensó.  Él se ilusionó con ella realmente. Le gustaba no solo físicamente, es una mujer retadora e inteligente. Esperó que subiera ella y entonces bajó del auto, esa mañana no quería recordar que sus chances con ella se los llevó un tipo más joven que él, mucho más joven que él. Caminó hacia el ascensor y vio a Iker caminando hacia él con una gran sonrisa. —¡Feliz cumpleaños hermano! Dime que hoy vamos a celebrar en grande —le dijo Iker. —Claro. Por favor no me dejes solo hoy. Hagamos desastre por la ciudad, hoy es viernes nos podemos dar el lujo. —Cuenta con eso.  Subieron juntos manteniendo una conversación trivial sobre las posibilidades de diversión que les ofrecía la ciudad. —¿Comemos juntos? —preguntó Iker ya para despedirse.  —¡No! Hoy tengo un almuerzo con la gente de la agencia de publicidad y la gente de marca. —Cierto, ya se viene la publicidad, a ver si no te lías con la modelo esta vez —bromeó Iker. César negó con la cabeza y rió. Al entrar al despacho de la dirección, encontró la oficina decorada. Un ¡Feliz cumpleaños jefe! En letras plateadas estaban cuidadosamente colocadas sobre la pared lateral. A César le incomodaban esas celebraciones pero le conmovió la frase. —¡Feliz día! Muchas Felicidades —dijo Georgina, su asistente desde hacía un año. Una chica guapa de cabellos rojos cobrizos en la que César pensaba de vez en cuando para complacerse en la ducha y sacarse las ganas, era hermosa y casada con dos hijos. Un terreno prohibido, una familia se respeta. Tenía sus límites, decía él. —¡Feliz cumpleaños jefe! —le dijo Xander que ya se había convertido en su mano derecha.  —Gracias muchachos. Lo aprecio mucho. —A las 12:30 PM está pautada la reunión con Sue y la agencia —informó Georgina. —Revise los flyers, las imágenes y los contratos con la agencia. Mis anotaciones están ya en un correo que debes tener en su buzón esta mañana, atenderé el asunto de operaciones así que irás con Sue —reportó Xander. —Gracias. Xander le entregó una caja de regalo sin decir más, César lo miró extrañado y regresó la vista a la caja, la abrió y vió cientos de fotos de hombres muy guapos, se preocupó por un momento de que Xander le estuviera haciendo proporciones pero se dio cuenta de una inscripción al pie de cada foto. NACIDO EN 1980.    César se echó a reír. Todos eran modelos, cantantes, actores de cine de su edad, que lucían muy bien. Xander adivinaba que a su jefe le preocupaba llegar a los 40. —Muchas gracias Xander, muy ocurrente. —El mío —dijo Georgina con timidez estirando la mano. Era un libro llamado EL MEJOR HOMBRE. César lo agradeció con sinceridad. Se dedicó el resto de la mañana a revisar los apuntes de Xander y a atender otras cosas. Georgina se acercó a su oficina, hizo seña de tocar su puerta de cristal y le sonrió. —Dime Georgina. —Están llamando de la revista Fortuna, quieren entrevistarlo, y del periódico Tribuna Abierta insisten en hacerle un perfil ¿Dirá que sí?  César la vio con fastidio y negó con el dedo. Le gustaba la discreción, muchos sabían que él dirigía Corporación Z pero su rostro no aparecía en la prensa y eso le gustaba. —Dile que lo consideraré pronto. —Recuerde el lunes la entrevista con representantes de la Universidad Nacional Especializada, irán con Daniela y luego con usted.  —Bien, gracias. Llegó la hora del almuerzo. César pasó por la oficina de Sue para ir al restaurante donde se encontraría con la gente de la agencia. César vio a Sue salir de su oficina con una chica simpática que ya había visto por allí pero a la que no conocía bien.   —¡César! ¿Recuerdas a Romina? —preguntó Sue señalando a la chica. Ella sonrió con timidez, pestañeaba mucho. César negó con la cabeza. —La había visto por los pasillos pero honestamente no sabía que era parte de tu equipo. Lo siento. —Tiene poco más de ocho meses con nosotros y está siempre en su rincón trabajando, la he ascendido César, se ocupará de ser el enlace con la agencia para esta campaña. —Felicidades Romina —dijo César. La chica sonrió y no disimuló sus nervios, miraba a César y se babeaba literalmente. César valoro que la chica era más que simpática, era de piel trigueña y ojos color miel, labios llenos y cabello negro liso por los hombros con un corte Bob asimétrico. Se dirigieron al almuerzo con la agencia de publicidad, él le dedicó una mirada evaluadora a la chica mientras caminaban hacia el auto, ella llevaba un romper verde  manga corta de botas anchas pero que dejaba ver la perfecta forma de su culo redondo y su cadera generosa, su cintura era pequeña al igual que sus pechos firmes. Era delgada y de linda figura. No debe tener más de 25 años pensó César. Ella lo miraba con disimulo y sonreía tontamente, desviaba la mirada con torpeza cuando él la descubría mirándolo. Él fingía no darse cuenta, como hacía con todas desde que empezó a ostentar posiciones de poder en la organización. Más de una vez se enredó con gente del trabajo, pero jamás coqueteaba en público ni era tan obvio, pensaba él. Durante el almuerzo la chica evitó sentarse junto a él, estaba muy nerviosa y finalmente quedó frente a César. A él le causó gracia la timidez de la muchacha. Aprecio su rostro ovalado, su nariz pequeña, sus ojos eran grandes con forma de ojos de gatos con largas pestañas, era delgada pero sus mejillas eran rellenas. Es preciosa, pensó César. —Todas las ideas son muy buenas. No me parece justo que quede de mi parte elegir nada. Las expertas con ellas —dijo César señalando a Sue y a Romina.   —Está bien. Nosotras elegimos pero tú deberás aprobar el arte final César —sentenció Sue —. Romina estará mostrándote los avances de tanto en tanto. —Quedamos así —concluyó César. Se acercaron unos mesoneros con un pastel y gorros de cumpleaños. César negó con la cabeza y sonrió levemente. —¡Qué humillación! No me hagan esto —se quejó entre risas. Sue rió a carcajadas. Después de que terminaran de cantar el feliz cumpleaños, todos se levantaron para felicitarlo, los chicos de la agencia de publicidad le abrazaron y le dieron la mano, Sue le dejo un beso sonoro en la mejilla y una palmada fuerte en el brazo, Romina se le acercó con torpeza y lo intentó besar en la mejilla pero al ser tan alto y ella tan pequeña en el movimiento de César para librarse de las demostraciones físicas de afecto de todos, Romina terminó dándole un beso en los labios, abrió los ojos como platos y pareció dejar de respirar, Sue soltó un quejido leve de asombro. César con más experiencia se hizo el desentendido para restarle importancia. —Lo siento Romina —dijo para culparse por el inoportuno beso delante de todos, que en medio de la confusión bien pudo ser él ante los ojos de los demás. Romina relajó la expresión de su rostro y sonrió con timidez, regresó a su puesto y no volvió a levantar la mirada de nuevo. César sonreía para sus adentros, la torpeza de ella la debía estar atormentando, apenas hablaba. Su beso fue dulce y muy cálido, lo excitó su contacto, los labios de la chica eran rellenos y con su labial olor a uva lo dejo encendido. Se regañó mentalmente. Estás cumpliendo 40 años no 14 ¡Compórtate! Falta que se me pare por un piquito, se decía mentalmente. Entendió que lo que le gustó fue que fuera accidental, que se pusiera más nerviosa y su total silencio y timidez.  Regresaron al edificio esa tarde y al despedirse en el ascensor, Romina dejó que Sue se adelantara y ella se giró a mirarlo mientras ella estaba del lado de afuera y él dentro del ascensor, esperando para seguir subiendo. —Gracias —susurró ella. Él la miró confundido y le sonrió con una media sonrisa de esas suyas, de las seductoras.  —Por lo del restaurante, cubrirme por mi torpeza. Qué vergüenza. Lo siento —aclaró ella. —Descuida. No me iba a quejar tampoco —dijo él soltando el botón del tablero y dejando que se cerraran las puertas. Quedó sonriendo tontamente dentro del ascensor.  Dijo más de dos frases seguidas y a César le pareció que su voz era dulce y seductora.  

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Una esposa para el jefe

read
271.6K
bc

Entre los brazos del jefe

read
133.7K
bc

Al Mejor Postor © (Fetiches I)

read
145.8K
bc

Destruido Corazón

read
646.7K
bc

Amando tus curvas

read
236.2K
bc

Maestro privado del placer

read
255.7K
bc

Un servicio al jefe

read
4.6M

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook