El mejor amigo de mi hermano

Hola, me llamo Scarlet Johnson. Cuando yo tenía 10 años, conocí a Joe Anderson, quien se mudó al lado de mi casa. Joe iba al mismo colegio que mi hermano Dan Johnson y yo. Ellos empezaron a llevarse tan bien que se terminaron haciendo mejores amigos. Desde que conocí a Joe, a mí no me cayó tan bien, aunque casi no lo trataba porque me la pasaba horas encerrada en mi cuarto. La verdad, no me caía bien por sus cambios de personalidad. Casi creo que era bipolar, ya que él es una combinación de chico frío y tierno, pero al mismo tiempo rudo. Sin embargo, tenía su lado amable y es la persona más segura que he conocido. Pero en algunas ocasiones lo he visto tímido por comentarios de las chicas, y cómo no, si era uno de los chicos que todas querían, pero yo no, ya que para mí era la persona más fastidiosa y odiosa que me había encontrado. Pasaron los años... Ahora tengo 17 años, ya no soy una pequeña. Ahora trataba un poco más a Joe, aunque seguía siendo la persona que yo odiaba. Cuando era más pequeña, mi hermano, que me tenía confianza, me contó que Joe le había dicho que era adoptado y que había visto a su verdadero papá morir. Al principio no le creí, pero ahora me doy cuenta de por qué es así como es. Estoy tirada en mi cama escuchando música, cerré mis ojos y mi mente recordó un momento que nunca conté pero que viví con Joe. **Flashback** Cuando yo tenía 12 años, a Joe le encantaba hacerme enojar diciéndome "pequeña" porque él era mayor que mi hermano y yo. A mí nunca me gustó que dijera "pequeña". Una tarde estábamos en su casa viendo una película cuando de pronto mi hermano salió y solo dijo: "Ahorita vengo, iré a casa." Solo se escuchó la puerta azotar y Joe y yo solo nos quedamos viendo. Después, se me acercó al oído y me dijo: — Me gustas. Al momento de escuchar esas palabras, lo miré y me quedé observando lo que había dicho. De pronto, hubo un silencio total en el cuarto; en ese momento, Joe se acercó más a mí y me besó. Al terminar de besarme, me repitió: — Me gustas. Yo quedé en shock y solo salí corriendo de ahí... **Fin del Flashback** Abrí los ojos y no dejaba de recordar ese momento, pero no sabía si creerle o no. Después de que sucedió, yo seguí como si nada, ya que Joe, a los dos días, estaba saliendo con una chica y, pues, supuse que solo estaba jugando conmigo. Terminé odiándolo más, pero ese momento no dejó de pensarlo y solo lo he tenido guardado para mí; ni siquiera a mi mejor amiga le he contado esta situación, ya que no quiero que nadie se entere de eso, aunque eso no evita lo que llegué a sentir en aquel entonces. ¡Maldita sea! ¡Nunca podré sacarte de mi cabeza, Joe! — lo digo en voz alta. —Tan loca estás por mí. Al escucharlo decir eso, me puse de pie, pero ni siquiera me di cuenta de cuándo él entró al cuarto, ya que la música que tenía estaba algo fuerte. Yo solo quedé en shock al verlo tan sexy recargado en la puerta, frente a mí. En el momento que reaccioné, le grité: "¡Sal de aquí!" y lo empujé mientras le cerraba la puerta en la cara. Me quedé recargada en la puerta, en shock, y solo escuché cómo se iba mientras reía. Permanecí un buen tiempo sin salir de mi habitación, ya que moría de vergüenza; él no tenía que haber escuchado eso. Cuando por fin salí de mi habitación, bajé mientras pasaba por la cocina y vi que mi mamá estaba allí. Después pasé por la sala y vi a mi hermano Dan jugando videojuegos solo. Fui directo a la puerta, ya que solo quería salir a pensar en lo que había sucedido. Pero cuando salí, mi instinto me hizo mirar hacia la casa de Joe y lo observé sentado en su puerta. Suspiré y caminé rápido hacia mi carro. Al momento de subirme, escuché que gritaban: — ¡Mi pequeña! Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar esas palabras. Abrí la puerta del carro lo más rápido posible, pero cuando estaba a punto de subir, alguien sostenía la puerta para impedir que la abriera. Volteé y lo miré. —¿A dónde vas, pequeña? —preguntó, sonriendo de una manera que me hizo sentir incómoda. —¿A caso te importa? —respondí, tratando de ocultar mi irritación. —Eres una maleducada por sacarme de tu cuarto tan bruscamente — dijo, aún sonriendo. —Tú no tenías derecho a entrar en mi cuarto sin tocar la puerta. En ese momento, mi hermano salió de la casa, y Joe se acercó a él. Aproveché que se distraía para entrar en el auto y escapar de allí. Mientras conducía, mi mente se inundó de preguntas: ¿Por qué se comportaba así conmigo? ¿Por qué me besó? ¿Por qué ya no me dijo nada después de aquella vez? ¿Solo se burló de mí? Intentaba no pensar tanto, pero era inevitable que surgieran tantas interrogantes. Me sentía estúpida por pensar en él, lo que alimentaba mi animosidad hacia Joe. Después de un buen rato manejando, me dirigí a la playa, que estaba a unos 30 minutos de mi casa. Ese lugar era mi refugio favorito; allí podía pensar con claridad. Sin embargo, hoy decidí dejar que el viento marino se llevara mis preguntas y me permití simplemente disfrutar de las vistas y el atardecer que se aproximaba. La combinación del sonido de las olas y la brisa fresca ayudó a calmar mi mente. Después de pasar un rato en la playa, decidí regresar porque la noche comenzaba a caer. Al llegar a casa, mi madre me preguntó dónde había estado. —Solamente fui a la playa —respondí, evitando dar más detalles, y subí las escaleras rápidamente. Una vez en mi cuarto, me encerré para tener algo de paz.