Y por esa sinceridad extrema que había entre nosotros, todo iba de maravillas. Tanto, que ya todo el mundo se había dado cuenta de que aunque intentábamos disimularlo, había una conexión cada vez más fuerte entre nosotros. En primer lugar, porque desde hacía mucho tiempo había cambiado por completo mi actitud hacia él en la empresa, y de segundo, porque las miradas que nos echábamos eran fulminantes, sobre todo después de volver de Nueva York, a donde por cierto, en alguna de nuestras conversaciones de los días siguientes deduje por fin que ya había viajado anteriormente… Rafael – Ja Ja Ja ¡No te pierdes una! Debería llevarte conmigo al servicio de inteligencia (besando mi mano, mientras con el otro brazo me pegaba todavía más a él esa noche en la cama, luego de hacer el amor) Letizia