Pero más bien podría decirse que fracasé en mi intento de obtener algún tipo de dato sobre su vida:
¿Y con quiénes vives? ¿Qué edad tienes?
¿A qué te dedicas exactamente?
¿Por qué tienes tanto tiempo libre para seguirme a todas partes?
Fueron tan solo algunas de las preguntas que salieron de mi boca apenas nos clocamos los cinturones de seguridad y mientras esperábamos que el avión despegara. Yo me había acomodado en el asiento de la ventanilla girada levemente hacia mi izquierda para poder mirarlo fijamente, mientras él solo sonreía y, cada tanto, elegía qué contarme…
Rafael – Vivo solo en la casa a la que fuimos camino al aeropuerto (mirando al frente mientras intentaba contener una sonrisa), tengo solo dos años más que tu y estoy… (Me miró fijamente y luego de unos minuto
