Necesitaba volver al gimnasio. Fin de año fue un banquete en casa de los papas de Caleb. Había comido demasiado los últimos días.
Así que aquí estaba otra vez, la rutina de nuevo. Me di cuenta que si subí dos kilos.
Pedalee más rápido la bicicleta.
Cuando creí que había dado todo lo que tenía, Salí de allí.
—¿Estas de regreso? —Bastian sostenía una toalla en su cuello y su cuerpo estaba tan sudoroso.
—Lo hago. Necesito volver a la rutina.
La última vez que había mensajeado con él, fue en navidad donde me deseaba un feliz fin de año.
—¿Qué tal fin de año?
—Fue bueno. Estuve con los papás de Caleb.
Asintió y puso una línea fina en sus labios.
—Entonces, van enserio.
Asentí.
—Creo que sí. No esperaba esto, pero estoy más que bien.
—Está bien. Te veo feliz con él.
—Nos vemos, —me fui de allí, fue un momento algo incómodo. Aunque estábamos tratando de volver a retomar nuestra amistad, me pareció algo que no le tomaba tanta importancia como antes.
—¿Lina?
—¿Sí? —me giré.
—¿Tienes planes el próximo lunes?
—No ¿por qué?
—¿Quieres venir a cenar conmigo? Tendremos una comida familiar y quiero que vengas conmigo, por favor.
—¿Comida familiar?
—Es el cumpleaños de mi mamá.
—Oh, la Sra. Loche. Tiene tiempo que no la veo —desde ese día que la vi en el café, me contó sobre Bastian y su secreto.
Hasta ahora, no había tocado el tema con él, porque sentí que no debía decirle.
—¿Vendrías por mí?
Me mordí los labios. Estaba indecisa, pero él estaba haciendo un esfuerzo por retomar la amistad. Asentí.
—Está bien.
—Gracias —me devolvió la sonrisa.
***
Estábamos regresando a clases de nuevo, y realmente el clima estaba algo frio, eso hacía que fuera difícil levantarse de la cama. Me abrigué y Sali para el último semestre de preparatoria. Pronto me iría a la Universidad, había aplicado para varias aquí, pero mi objetivo era la Universidad de Columbia.
Había aplicado para becas y mamá tenia sus ahorros, además los abuelos igual nos ayudarían.
Pero estaba segura que si lograba entrar a Columbia, iba a mudarme a Manhattan y conseguir un trabajo de medio tiempo.
Solo esperaba respuesta.
—¿Qué tal Navidad y Año nuevo? —Even fue la primera chica que vi cuando entré a clases.
—Bien. Conocí a los padres de Caleb.
Abrió la boca.
—¿Sus padres? ¿sabes lo que significa?
Asentí.
—Él quiso que fuera a su casa. Al parecer va muy enserio con esta relación.
—¿Y no estas feliz? ¿no querías eso?
—No sé, para serte sincera.
—A ver. ¿A que te refieres con que no sabes?
—Siento, que debió esperar a que lleváramos más tiempo conociéndonos. Y debió preguntarme si quería conocer a sus padres.
—Entiendo, pero ¿no querías una relación estable con él?
—Si.
—Entonces, no veo por qué no adelantarse.
—Hace una semana me encontré a Bastian en el gimnasio.
—¿Y qué te dijo?
—Me invitó al cumpleaños de su mamá, hoy.
—¿Enserio? Eso fue mucho avance, después de lo que me dijiste de que te pidió disculpas sobre el error que cometió.
—Si, igual me sorprendí. Y acepté ir, ya que él estaba intentándolo.
—¿Qué piensas usar?
—No lo sé.
Recibí un mensaje de Caleb.
Feliz último semestre, cariño.
Sonreí.
Me encontré a Bastian en la cafetería y me pidió sentarse con nosotras. Acepté.
—¿Lista para esta tarde?
—Claro.
—¿Cómo haz estado?
—Bien ¿y tú?
—Igual bien.
El resto de la comida fue en monosílabos, Even aliviano el ambiente hablando de sus vacaciones en NY.
—Te veo a las 6, pasaré por ti.
—Ok.
***
Llevaba puesto un vestido corto de coctel, tenia mucho tul y encaje. Era color rosa.
—Te ves hermosa, —mamá estaba en la puerta de mi habitación mirándome con una fascinación.
—¿Lo crees?
Estaba nerviosa y no sé por qué.
—Absolutamente —hace una pausa. —¿le comentaste a Caleb sobre esto? —sacudí la cabeza.
—Aun no. No he encontrado el momento adecuado.
—Creo que deberías decirle.
—Él ahora está en la Universidad, creo que en la noche le comentaré.
—No lo dejes para después.
No sé por qué no le había dicho aun a Caleb, sobre ir al cumpleaños de la mamá de Bastian.
Bastian había ido por mi como me dijo que haría. Así que bajé las escaleras y me fui con él.
—¿Estas bien?
—No sé. Pero me siento nerviosa.
—Se que ha pasado tiempo que no ves a mis padres. Pero creo que reconocerán a la pequeña Han de preescolar. —sonrió, tratando de reconfortarme.
—Eso espero, Loche.
—Hacía tiempo que no me llamabas por mi apellido.
—¿Sí?
—Solo hacías cuando estabas realmente enojada conmigo. —hubo una arruga sobre su frente. ¿estaba recordándome?
—¿Lo hacía? —estaba realmente consternada, porque él recordara algo así que pasó hace mucho tiempo. Sabiendo que había perdido sus recuerdos.
—Creo —me dio una sonrisa nerviosa, pero no quitó su mirada confundida.
Al llegar a su casa, vamos a la parte trasera donde está la verdadera fiesta y me lleva con sus padres.
—Padre y madre, miren a quien les traigo —ambas personas se dan la vuelta y me miran sorprendidos.
—¡Por dios! ¡Es Lina Han! —La madre de Bastian me abraza y eso me reconforta. —¿Qué te haz hecho? Has crecido mucho, niña. —sonreí nerviosa.
—Mamá no empieces.
—Lo siento, cariño.
—Lina —el padre de Loche me tendió su mano, para estrecharla.
—Mucho gusto, señor Loche. —estreché su mano.
—El gusto es mío, Srita Han. Gracias por venir, me da gusto verte de nuevo. Hacía tiempo que no lo hacía —sonreí.
—A mi igual, me da gusto que Bastian me haya invitado.
—Feliz cumpleaños, Sra. Loche. —tendí mi obsequio para su madre. Ella encantada, lo recibió.
—Gracias. No te hubieras molestado —tomó mis manos —Diviértanse, chicos.
Bastian me llevó a la mesa de bocadillos, los cuales no dudé en comer. Eran deliciosos.
—Gracias, por venir. —me dio una copa de vino. —Por nosotros. —chocamos las copas y bebimos de ella.
Esa tarde decidí divertirme con él. Tomamos vino y bailamos.
Estábamos haciendo Karaoke.
—Son más de la una y no contesta ¿Dónde estarás? —cantábamos. —Y ya no se si culpar al alcohol, —seguimos.
Se que estaba super relajada por el alcohol en mi cuerpo. Pero no me importaba ahora.
Cuando la fiesta llegaba a su fin o más bien, yo llegaba a mi fin. Estaba algo ebria. Bastian me saco de allí.
—Creo que es hora de ir a casa.
—Si —traté de articular.
Cuando llegué a casa, alguien me esperaba en la puerta.
—Creo que estamos en problemas —Caleb estaba sentado en el Porche.
Joder.
—Mierda.
—No pasa nada, hablaré con él. ¿le dijiste que saldrías conmigo?
—No. Él debería estar en la universidad. ¿Qué rayos hace aquí?
—Está aquí por ti.
Me bajé del auto, un poco más sobria, quería pensar yo.
Caleb se levantó.
—¿Qué haces aquí?
—¿Por qué no respondes mis llamadas?
—Estuve bailando. No toqué mi celular.
—¿Bailando con él? —miro a Bastian.
—Era el cumpleaños de su mamá.
—¿Por qué no me dijiste que ibas a salir con él? ¿por qué no me respondiste desde que te envié el mensaje?
Bueno, la verdad no le había respondido desde temprano cuando me deseo feliz inicio de semestre. Era una pésima novia.
—Estuve ocupada, Caleb.
—Con Bastian, ya me di cuenta.
—No es eso.
—Claro que lo es.
—Vine aquí por ti, porque me interesas y me preocupé. No respondías ni las llamadas.
—Lo siento.
—No lo sientes. Espero te hayas divertido, con tu amigo Bastian —se fue enfurecido.
—Caleb, espera.
No me hizo caso. Arrancó su auto y se largó.
Lo entendía muy bien. Yo me hubiera puesto igual en su lugar. No le respondí en todo el día, y después me iba a de fiesta con un amigo.
Jodi esto.
—Lina, regresará. Entenderá.
—No digas nada, Bastian. —me toqué la cabeza. —solo vete a casa. Arreglaré esto, sola.