Cuando el jet toca suelo ruso son aproximadamente las diez de la mañana hora local, observo el exterior por la ventanilla notando que está nevando. Lo que me dijo Blair hizo que mi mundo entero se abriera a mis pies y desde entonces un intenso dolor se instaló en mi pecho. Sin embargo, me he negado a creerlo porque quiero verlo con mis propios ojos, quiero que ella me lo día a la cara y si es verdad lo que me dijo la rubia, volveré a Nueva York con la firme intención de sacarla de mi vida.
Puedo perdonarle el hecho que se haya ido de la forma que lo hizo, pero no que me haya visto la cara de imbécil. Respiro profundamente cuando la frase de su carta que tanto me costó entender, en las últimas horas ha cobrado muchísimo sentido.
“me siento tan culpable al darme cuenta que tú me lo diste
