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La promesa del sicario

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Blurb

Cuando Ena despierta, gracias al incesante sonido de su teléfono, nunca imagino que esa llamada cambiaria el rumbo de su vida.

Su hermana ha desaparecido y nada se sabe sobre su paradero, no hay pistas que la policía pueda seguir y el caso se archiva gracias a una supuesta carta en la que su hermana menor, Emily, le ha dejado a su mejor amiga en la que explica que se ha escapado con el amor de su vida.

Insatisfecha y preocupada por su hermana, Ena indaga en sus pertenencias, descubriendo que aquel con quien su hermana huyo, era un extraño que habia conocido en una plataforma de citas en línea. Poco a poco y gracias a la mejor amiga de su hermana, Harper, obtienen una pista que la llevara a viajar a un lugar llamado Santa Lucia, una región al sur de México donde se presume existe un grupo delictivo dedicado a la trata de blancas, donde Helena sospecha su hermana ha sido engañada para laboral como prostituta.

Pese a su impotencia, Ena sabe que no puede hacer nada al respecto, sobre todo porque la policía es cómplice de este delito, no obstante, ella no se quedara con las manos cruzadas y sacrificara lo que tenga que sacrificar para salvar a su hermana.

Helena descubre que en ese lugar hay un comando armado liderado por un hombre al que se le conoce como el dragon , mano derecha de un famoso narco del norte que ha llegado a adueñarse de la region de Santa Lucia y se enfrenta contra aquellos que no acepten su poder. Ena ve una oportunidad en ese hombre, una oportunidad para encontrar a su hermana así tenga que asesinar a cualquiera que se meta en su camino, sin embargo, lo que encuentra en él es abrumador.

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Prefacio
El sonido del móvil quiebra el silencio con un sonido exageradamente ensordecedor o al menos así lo percibo, intento abrir los ojos, pero enseguida me ciega una luz que entra por mi ventana, no recuerdo que el sol fuera tan desagradable por las mañanas. Hago otro intento, pero esta vez colocando mi brazo por encima de mi rostro para evitar que la luz me lastime. Me reincorporo con la ayuda de mis codos y observo a mi alrededor, mis libros están regados por el suelo, además de algunos peluches que traje de casa a mi dormitorio en mi primer año de universidad, encorvo el ceño tratando de recordar que diablos paso y una serie de imágenes pasan rápidamente por mi cabeza. Se supone que ayer asistí a una fiesta en la estancia de las fraternidades, pero no fui sola, sino con mis amigas, Amanda y Cate, nos divertimos y extrañamente nos excedimos un poco con las bebidas, apenas podíamos sostenernos y por milagro llegamos a nuestros dormitorios, recuerdo llegar riéndome de un estúpido gorro puntiagudo típico de fiestas infantiles que por alguna razón había terminado en mi cabeza y mientras me reía, me tropecé y caí al suelo, pero en mi caída logre tomar la manta que cubría mi cama, solo que esta estaba cubierta de por mis peluches, los había traído porque simplemente no podía tirarlos, ellos habían estado en momentos importantes en mi vida y les tenía cierto cariño. Al tomar la manta, esta cedió bajo la gravedad de mi peso y se cayó de la cama, llevándose consigo algunos de mis peluches y los libros que no había acomodado antes de irme con mis amigas a festejar el fin de la temporada de exámenes. El poder desestresarnos nos vino bien después de noches en vela, estudiando y repasando apuntes de nuestras clases. Había sido una semana dura, en la que incluso la biblioteca estaba hasta su máxima capacidad e incluso los cubículos privados estaban ocupados. Mantener una calificación promedio en la universidad Trinity es bastante difícil una vez que cursas el segundo año, por lo que la temporada de exámenes suele ser bastante caótica e incluso suben los casos de desmayo por agotamiento, pero una vez termina esa semana de suplicio, podemos relajarnos un poco y festejar. Vuelvo a escuchar el incesante sonido de mi tono de llamada, una canción de violín que me había parecido tierna a la hora de elegirla, pero precisamente hoy suena estrepitosa, está a pocos segundos de romperme los tímpanos, así que me levanto de mi sitio en el que me quede dormida, el suelo, y busco entre mis cosas el origen de ese sonido porque no sé ni donde diablos fue a parar mi teléfono. El sonido va y viene, deduzco que después de los cuatro tonos, la persona que está intentando contactarse conmigo vuelve a llamar. Mi cabeza me duele y los ojos me arden, además por mi resaca, mis movimientos son torpes y es que mi cuerpo no para de pedir piedad, pero al volver a escuchar mi tono de llamada con tanta insistencia, no puedo simplemente ignorarlo. Finalmente, veo rastro de mi teléfono el cual permanece conectado a un enchufe eléctrico que está al lado de mi escritorio, me pregunto cómo diablos no lo recordé antes de estar buscando por el suelo como idiota. Me levanto, pero enseguida me arrepiento de haberlo hecho, el mundo da vueltas cuando me pongo de pie y es difícil mantenerme así sin que sienta que estoy por caer de cara hacia el suelo. —Maldita resaca —maldigo apoyándome del muro esperando estabilizarme si me quedo quieta. Transcurren un par de segundos cuando finalmente las cosas dejan de moverse, de no recordar haber bebido, seguramente hubiese salido disparada de aquí pensando que era un maldito sismo. Tomo mi teléfono y en la pantalla veo el número de mi mamá, encorvo los labios y miro el calendario que tengo sobre el escritorio, no es viernes, ese es el único día de la semana que me marcan para saber cómo me encuentro, pero hoy es domingo. La pantalla de mi teléfono me marca que tengo varias llamadas perdidas, pero justo cuando desbloqueo la pantalla, vuelve a llamar. Aquello me resulta bastante alarmante, ella no suele insistirme tanto cuando no respondo una llamada, por lo que pienso que se trata de una emergencia y lo único en quien pienso es en mi padre. Él trabaja como técnico en una compañía de telefonía por lo que suele subirse a los techos de los edificios a dar mantenimiento a cada antena en la ciudad de Washington. —¿Qué sucede mama? —cuestionó al tomar la llamada, incluso siento que se me ha bajado la resaca—¿Ocurrió algo? —¿Elena? —escucho la voz de mi madre, no percibo el tono como la de alguien quien ha estado llorando por lo que trato de no pensar en lo peor, pero si noto que algo le preocupa —hija, perdón que te moleste a estas horas y en domingo, pero ¿De casualidad no te llamo tu hermana? —¿Emily? —expreso sin entender a qué se refiere—no, ella no me ha llamado desde el miércoles, estuve hablando con ella hasta media noche, me dijo que me llamaría, estuve esperando su llamada ayer, pero nunca lo hizo. Escucho que mi madre suspira del otro lado del auricular, lo que me deja pensando y me obliga a preguntarme que es lo que está pasando en casa. —¿Pelearon? —cuestiono al no recibir una explicación de mi madre y supongo lo peor. —No, por supuesto que no—menciona, esta vez su tono de voz suave ha cambiado, se nota más tensa—el jueves me dijo que iría a dormir a la casa de Harper y que a la mañana siguiente iría a la escuela con ella, cuando terminaron las clases intente llamarla, pero su número me mandaba a buzón de voz, supuse que no habría llevado su cargador por lo que no me preocupe, hasta en la noche que no volvió, llame a la casa de Harper y me dijo que ella había salido muy temprano y que no la había visto en todo el día. —¡Por Dios!—expreso a estas alturas siento un extraño bajón de presión arterial, estoy un poco mareada, pero sospecho que no es por mi resaca—¿Y papa? ¿Ya le dijiste? —Ya viene en camino—explica y esta vez me parece que su voz comienza a quebrarse. Me enfada mucho que esté diciéndome esto cuando ya ha pasado varios días desde la última vez que alguien la vio. No quiero pensar en lo peor, pero tampoco puedo ignorar el hecho de que apenas esté haciendo algo para localizarla. Tampoco puedo evitar pensar en mi padre, su trabajo está bastante lejos de casa, él renta un pequeño departamento en Washington y solo regresa los fines de semana, pero debido a una tormenta que se registró el lunes y que causo algunas fallas en algunas antenas, él no podría ir ese fin de semana, de eso había estado hablando con mi hermana el último día que hable con ella. —¿Ya la reportaste como desaparecida? —cuestiono mirando hacia todos lados, buscando mi mochila, cuando la encuentro, le doy vuelta y la vacío, camino por mi habitación y llego hasta una cajonera donde tengo doblada y guardada mi ropa limpia. —Ya, me dijeron que hoy comenzaría la investigación, pero que debía estar atenta a los teléfonos en caso de que llamara. Meto en el interior de mi mochila, un par de blusas, un pantalón oscuro, una chaqueta delgada y un par de mudas de ropa interior. —De acuerdo, llegaré en un par de horas—le explico, no pienso quedarme aquí con los brazos cruzados cuando mi hermana esta allá afuera perdida quién sabe en donde— busca una fotografía reciente de mi hermana y saca una fotocopia. —Ya lo hice, tu padre me dijo que comenzara a repartirlas en la calle y que pidiera ayuda de los vecinos—menciona, esta vez su voz comienza a temblarle como si quisiera llorar, pero por alguna razón se resiste a mostrar lo que siente. Pienso en lo doloroso que debe ser esta situación para ella, también lo es para mí, pero de diferente forma, no es mi hija quien está perdida, sino mi hermana. Para una madre que lo ha dado todo por sus hijas debe ser aún más angustiante no saber que paso con una de ellas, mientras tanto yo, no quiero y no debo pensar en malos escenarios de lo que pudo haber sucedido con ella, así que trato de ser racional y trato de pensar en diferentes soluciones para encontrarla. —Sí, haz lo que te dijo papa, nos veremos más tarde ¿De acuerdo? —Claro—dice, pero esta última vez presiento que alguna que otra lágrima se le ha escapado, su voz se escucha tensa, como de quien trata de contener un nudo en la garganta, pero no lo ha logrado. Cuelgo la llamada y me muevo por la habitación para quitarme la ropa que aún tiene aroma a alcohol, busco nuevamente en mi cajonera y encuentro un pantalón azul a la cadera, una blusa blanca y un suéter que Emily me regalo en navidad del año pasado. Tomo mi mochila, mi cartera y todo lo indispensable que imagino que necesito, mis manos se mueven tan nerviosamente que incluso meto mi pasaporte, no sé para qué pueda necesitarlo, pero aun así lo dejo ahí, en caso de que sea necesario, realmente no sé qué se supone se debe hacer en estas situaciones, nunca antes me vi envuelta en algo parecido. Mi teléfono vuelve a sonar, esta vez tomo la llamada sin pensarlo dos veces creyendo que se trata de mi mamá nuevamente. —¿Qué paso? —mi voz se escucha ansiosa y preocupada. —¿Qué tal tu resaca? —escucho la voz de mi amiga Cate, entonces vuelvo a recordar que unas horas atrás, estaba disfrutando de una noche divertida hasta esta mañana que la realidad me golpeo de pronto y sin aviso. La voz de mi amiga se escucha, entre lo que cabe, alegre, aunque puedo imaginar el dolor de cabeza que debe estar sufriendo a causa de nuestro inesperado, aunque bien merecido exceso. —Ya no tengo resaca—le explico mientras busco la llave de mi dormitorio, la cual está en un recipiente de vidrio que mi papá me compro cuando me mude en mi primer año. —¿Qué? —dice mi amiga entre risas—¿Cómo le hiciste? ¿Qué tomaste? —Nada, pero debo irme a casa—intento explicarle, aunque en realidad no sé cómo abordar el tema sin que se me quiebre la voz, se trata de mi hermana menor, apenas tiene quince años y ella no es tipo de chica que se embriaga como yo, que le gustan las fiestas o que salga sin permiso de nuestros padres, ella es buena y dulce, la más inteligente de su clase y ahora está perdida. —¿Por qué? ¿Qué paso? —cuestiona, esta vez su risita risueña desaparece y su voz se torna un poco ansiosa—¿Le ocurrió algo a tu papá? Cuando nos hicimos amigas, recuerdo haberle mencionado cuál era mi miedo más profundo al venir a estudiar tan lejos de casa, mientras Cate y Amanda decían que su miedo era ver una araña y no encontrar quien la matara por ellas, yo había dicho que mi miedo más grande era recibir una llamada de mi mamá diciéndome que papa había tenido un accidente. Supuse que pensar en una tragedia como esa no era común en alguien normal, pero mi papa ya habia tenido varios accidentes mientras subía a las antenas, en una ocasión, por suerte habia quedado colgado de su cinturón de seguridad y su compañero lo habia ayudado a subir, pero de haberse roto el cinturón o incluso de no haberlo puesto adecuadamente, mi papa nos habría dejado solas, machismos años atrás. Por esa razón me sentía culpable de vivir tan lejos de casa, porque no tenía la oportunidad de ver a mi papa cada fin de semana, temía que algo así sucediera, pero nunca habia pensado en que el motivo de esa terrible llamada seria por mi hermana menor. —No—admito afligida—es mi hermana, ha desaparecido y nadie sabe dónde está. —Por dios—la escucho musitar, luego solo escucho su respiración como si estuviera procesando lo que le acabo de decir, no es fácil procesar cuando alguien te dice que alguien ha desaparecido, para mí no lo fue. La gente no desaparece solo porque sí, siempre hay un motivo y lo único que quiero pensar es que Emily tuvo que tener un gran motivo para irse—¿Necesitas que te acompañemos? —No es necesario, primero debo ir a casa y ver que mi mama se encuentre bien, las llamare después ¿De acuerdo? —Claro, pero en lo que necesites, puedes contar con nosotras—dice mostrándose sincera, sus palabras me muestran que nuestra amistad, además de estudios, fiestas y alcohol, realmente es sincera. —Podrías decirle a Amanda lo que te dije, imagino que ella debe seguir durmiendo—me excuso, pero la verdad es que no tengo el ánimo para estar contando una y otra vez que mi hermana esta desaparecida, se supone que es lo que se hace en estos momentos, pedir apoyo, pero yo me siento culpable, de haber abandonado a mi familia cuando habia una universidad cerca de casa. —Por supuesto, no te preocupes, te llamaremos más tarde cuando me reúna con ella para apoyarte en lo que necesites—anuncia mi amiga, internamente le agradezco porque no tengo las palabras en mi boca para agradecerle. —Gracias—agrego con un nudo en la garganta y luego de un segundo cuelgo la llamada, en ese momento recibo un mensaje de mama, es una fotografía de la alerta de desaparecida que ha emitido la policía, luego adjunta un mensaje: "Publícalo, por favor" Es extraño ver la fotografía de Emily en un aviso de desaparecidos, los habia visto anteriormente, en postes de luz, muros y cartones de leche, pero nunca creí que vería el rostro de mi hermana en uno de esos. Salgo de mi habitación y la cierro con llave, no sé cuánto tiempo estaré en casa, pero no me importaría no volver con tal de encontrar a mi hermana. Camino por el pasillo mientras abro todas mi redes sociales y comienzo a publicar esa imagen añadiendo un mensaje como encabezado: "Es mi hermana, por favor compártanla" No pasa ni un minuto cuando comienzo a ver las primeras reacciones de mis amigos y compañeros de clase. Siento como si el mundo hubiese cambiado repentinamente, el pasillo por el que voy a clases todas las mañanas, luce diferente, incluso las chicas que se preparan para ir algún taller extracurricular o incluso de paseo con sus amigas. De no haber recibido esa llamada, estaría tirada sobre el suelo, aun durmiendo, quizás hasta el mediodía y de ahí me hubiese levantado para ir a desayunar con mis amigas y quizás curarnos la horrible resaca, pero no. Camino hasta las escaleras, el trayecto que antes me parecía largo hacia el exterior de los dormitorios, hoy me parece tan corto, nada parece tener sentido, pero dudo que sea por el alcohol que seguramente aun circula por mi sangre. Al llegar a la salida, camino hacia los jardines, los cuales aún están vacíos, la comunidad estudiantil parece estar tan ausente en fin de semana, pero de cualquier forma las personas me hubiesen pasado desapercibidas. Saco mi teléfono móvil en un ataque de ansiedad, marco el número de mi hermana y cuando pasan los cuatro tonos contesta el correo de voz y escucho el divertido mensaje que grabo mi hermana. —¡Ey, gracias por llamar, por el momento no puedo contestar tu llamada, pero en cuanto pueda volveré a llamarte, gracias! —escucho su voz. Aquello me parece una pesadilla de la cual ya quiero despertar, días atrás habíamos conversado, habíamos hablado como cualquier otro día, bromeamos y reímos, pero de saber que esa llamada sería la última en que podría decirle cuanto la amaba, lo habría hecho y ahora parece como si la voz de mi hermana fuera tan solo una ilusión y de no ser por ese mensaje, incluso mi memoria comenzaría a fallar solo para evitar el dolor que conlleva el no saber dónde se encuentra. Suena el tono para dejar un mensaje, no digo nada, realmente no sé qué decir, tengo tantas cosas en la cabeza que podría pronunciar en ese momento de angustia, pero quizás es inútil porque puede que ella jamás me escuche, pero finalmente las palabras se deslizan por mis labios. —Te voy a encontrar, a si tenga que revisar cada rincón de este maldito planeta—le prometo y de pronto siento como un par de lágrimas fluyen por mis mejillas, es el dolor de no saber en donde esta, con quien esta o incluso si está bien o ... no quiero ni pensarlo, pero puede que jamás vuelva a verla y eso comienza a romperme por dentro, pero trato de no pensar en lo peor, trato de mantener la calma y aparentar que aquello solo fue un mal momento, el cual espero nunca vuelva. Decido colgar la llamada, me limpio las lágrimas, miro a mi alrededor y reviso si alguien miro aquella escena tan deprimente y patética, antes de comenzar a llorar por nada, sé lo primero que tengo que hacer, llegar a casa.

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