El hijo secreto del Príncipe

Capítulo 1 Las virtudes de una joven Laia A veces pienso que lo que pasa a mi alrededor no es más que un sueño, pero cuando recuerdo que en realidad esto sucede, simplemente sonrío y sigo confiando en mi destino, no se lo he dicho a nadie, pero estoy casi completamente segura de que Connor pedirá mi mano, en matrimonio. — ¡Laia!, por favor, ya baja de ese lugar. —Escuché la voz de mi madre, siempre me grita como si yo fuese a desaparecer de su vista; lo que ella desconoce es que estoy esperando a alguien, y no se lo diré porque temo verla preocupada. —¡Ya voy, madre! —Bajé de prisa. Para mis diecisiete años, no era bien visto que alguien se percatara de que había escalado casi ocho metros del muro que rodeaba el castillo. Mi vestido se había ensuciado por completo con el polvo y la humedad de las piedras. El aire fresco de la mañana me golpeaba el rostro mientras contemplaba la vasta extensión de los campos y bosques que se extendían más allá de las murallas, y esa sensación simplemente es maravillosa. . —Te he dicho que no subas hasta allí, es peligroso. Además, si algún caballero te ve ahí, pensará que eres una señorita con poca decencia. —Simplemente sonrío al respecto. He querido salir del castillo desde hace mucho tiempo, bueno, desde que tengo la capacidad de saber que, como sirvientes de la familia real, eso era imposible a menos que pagáramos con una cantidad absurda de monedas de oro o a través de un matrimonio con un noble sirviente del palacio, ese es el precio de nuestra libertad. —Lo siento, madre. Llevaré las frutas del huerto a la cocina del palacio. —Mi madre me observa también con la misma sonrisa. Ambas vivimos en una casa a un kilómetro del palacio, en resumen, estamos dentro de esas murallas, pero pienso salir alguna vez. —No demores, debemos seguir con tus clases. —Mi madre también se encarga de mi educación. Ella había aprendido a leer gracias a mi padre, él fue un caballero encargado de la seguridad de la familia real. Pero de un día para otro, simplemente desapareció. Ni siquiera recuerdo su rostro, y jamás intentó hacer una vida fuera de este lugar. Caminé hasta el palacio, sólo tenía permitido llegar a la cocina y al comedor en caso de que se requiriera de mi asistencia, mayormente estaba ayudando a mi madre en los quehaceres en el jardín, o en su labor como cocinera real, aunque siempre me instaba a leer cualquier libro que por alguna razón, arrojaban a la basura. Su frase era la siguiente: «Algún día te casarás con un caballero y saldrás de este palacio, pero antes debes instruirte y proteger tus virtudes, no creas en ningún hombre, eso es muy importante..» Me repetía incansablemente que debía cuidar mi virtud como doncella, lo cual consistía en mi único boleto a la libertad. —¿Connor, eres tú? —En mis escapadas con miras a conocer lo que hay más allá de esas murallas, me encontré con un joven casi de mi misma edad, él acababa de cumplir diecinueve años. —Al fin llegas, tengo algo importante qué decir. —Nos hemos visto desde hace más de dos años, nos hicimos buenos amigos, y luego poco a poco me he enamorado de él. —Por supuesto... —Me acerco, y al darle un abrazo, se queja un poco. He sabido que sus entrenamientos son muy duros, aunque nunca me lo ha confirmado. Al parecer, desea convertirse en un caballero de la corte real. —Laia... —Me dice con un tono algo diferente, ésta vez se oia distante y algo triste.. Yo esperaba cada fin de semana solo para conversar con él. —¿Qué sucede? Si quieres podemos caminar en el jardín de atrás, allí nunca va nadie. —Le digo emocionada, pero Connor me sigue observando con la misma expresión. Esta vez se acerca aún más, coloca sus manos en mis mejillas, yo me sonrojo de inmediato. Él nunca antes me había tocado así, solo contadas veces nuestras manos se acercaron un poco. —Me iré pronto, pero no quería marcharme sin antes decirte algo importante. —Solo asiento al respecto. No sé si llorar, preguntar, o hacer ambas cosas a la vez, mientras tomaba una decisión, camine a su lado. Fuimos al jardín olvidado, nadie caminaba hasta allí debido a la cantidad de lodo por doquier, eso resulta perfecto para ambos, era el único lugar a donde nadie nos molestaría o siquiera nos buscarían. Mi corazón no deja de latir con ímpetu al respecto. «¿Por qué se marchará?»Yo pensé que él sería mi esposo en un futuro, pero ahora, con sus palabras, me hace dudar al respecto, y eso no se siente agradable, lo amo… —Laia, yo te quiero, estoy enamorado de ti, pero necesito hacer este viaje. Es un deber que tengo con mi familia, es muy difícil de explicar, solo quiero que sepas que jamás podré olvidarte. —Mi corazón se retuerce al escucharlo. Estoy feliz de saber que está enamorado de mí, pero triste porque debe marcharse. —También siento lo mismo. Pensé que nunca me lo dirías... —Él se acerca y me da un beso en los labios. Apenas puedo concentrarme, eso se siente tan extraño, pero hace tiempo que deseaba experimentarlo. —Te amo, pero este maldito viaje es mañana. Es complicado de explicar, pero te lo diré todo cuando decida qué hacer. —De mis ojos brotan lágrimas, más lágrimas de las que quería mostrar. Los profundos ojos azules de Connor se clavan en los míos, no queremos separarnos, es evidente... —¿Por qué vas a irte de esta manera? —Él vuelve a besarme. Recuerdo que este acto es indebido, a menos que a quien beses sea tu prometido. «¿Qué somos justo ahora?» —Por favor, Laia, no sé lo que pueda suceder, regresaré por ti. Te prometí que saldrías de este castillo, no olvidaré esa promesa. —Pero eso solo podrá suceder si nosotros... —No terminé aquella frase, me avergonzaba decirlo. —Me casaré contigo, Laia. Nos iremos de aquí. Voy a extrañarte hasta entonces... —¿Vas a regresar? —Él me abraza tan fuerte que no quiero que aquel momento acabe. Me gusta sentirlo así de cerca, pero cuando sus manos descienden hacia mi cintura, recuerdo cada una de las palabras de mi madre… «Algún día te casarás con un caballero y saldrás de este palacio, pero antes debes instruirte y proteger tus virtudes, no creas en ningún hombre, eso es muy importante...» Pero… Justo ahora, esas palabras son como ecos infundados, mis sentimientos se están haciendo cargo de mis acciones…