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Te odio, mi amor

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“El amor es hijo de la ilusión y padre de la desilusión” (James Scott)

Massimo Bianchi es el mejor fisioterapeuta de Italia, contratado para ayudar a una joven bailarina de Ballet a volver a los escenarios en tiempo record.

Gianna Romano es una de las bailarinas más cotizadas del país, arrogante e inalcanzable. Una lesión desafortunada la lleva lejos de los escenarios, lo que obliga a la compañía a contratar los servicios de una fisioterapeuta para acelerar su recuperación. Se lleva una sorpresa tremenda al descubrir que no es ella si no él.

Ellos se odian apenas se conocen ¿Podrán sobrevivir a la pasión nacida del odio entre ellos?

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CONOCIÉNDONOS
—¡Disciplina! ¡Gianna, pon atención! No puedes fallar, ponte de pie  niña, ¡No debes fallar nunca!   Gianna Romano, abrió los ojos, observó la hora en el reloj sobre la mesa de noche, en su habitación. Había soñado de nuevo con sus inicios en el Ballet, recuerdos que deseaba borrar de su memoria; pero que era imposible de lograrlo, menos cuando, estaba segura que su madre vendría para gritarle a causa de su lesión. Se estaba tardando en llegar y montar un escándalo.   Se puso de pie con cierta dificultad, le dolía horrores la ingle, aún no comprendía cómo había terminado lesionada. Dejó de pensar, salió de la habitación a paso lento, conocería a su nueva fisioterapeuta y quería recibirla. Esperaba que esta, al menos tuviese un poco más de sentido de humor que las anteriores.   —¿Qué haces bajando de esa manera las escaleras? —Gia resopló al escuchar a Lorenza su asistente personal, más bien la asistente de su madre, ella era algo así como el enemigo metida en casa.   —¿Ha llegado la Fisioterapeuta? —preguntó, evadiendo la pregunta de su asistente.   —No, me temo que llegará con retraso, no es que tengas prisa ¿verdad? —la mujer la odiaba, era un hecho y saberlo solo aumentaba su necesidad por fastidiarla. No era una chica fácil de tratar lo sabía muy bien y si no fuera por el jugoso sueldo que le daba, estaba segura que se habría largado hace mucho tiempo.   —Es una irresponsable, debió llegar con tiempo, la compañía le está pagando por sus servicios, quiero volver a los escenarios —se sentó en el sillón más largo, abrió el diario, permaneció en silencio.   —¡¿Qué mierda significa eso?! —espetó enojada, después de leer el anuncio.   —Significa justo lo que estás leyendo, están buscando otra bailarina si no puedes volver a tiempo, necesitan tener una Odette en caso de emergencia, no puedes culpar a la compañía por ser precavidos Gia, entiende que el mundo no gira en torno a ti —la chica la miro con enojo.   —¿Por qué no llega? —desvió el tema, no quería pensar en su reemplazo, ella estaría de regreso y no habría necesidad de contratar una nueva bailarina. Ella era Odette, había trabajado tanto para el papel, perderlo no era una opción.   —¡Por Dio, no seas impaciente! llegará cuando tenga que llegar.   —¡Pero ella está llegando tarde! — arrugó el entrecejo entre la mujer más demorara, su temperamento iría en aumento.   —Tu, no eres la más puntual de todas, querida —murmuró por lo bajo, evitando que la niña caprichosa pudiera escucharla. No le tenía ningún aprecio y dudaba un día llegará a sentirlo, su arrogancia era demasiado para ella. >>En todo caso Alfonsina Russo, es una fisioterapeuta recomendada, su experiencia le precede, solo dale tiempo debe haber un motivo, para su retraso, aprende que no todo el mundo es como tú, el resto de nosotros, somos mortales —Gia la ignoro, camino hacia el jardín desde la sala, no debía esforzarse, pero estaba terriblemente irritada, cansada, pensar en su reemplazo la volvería loca.   —¿Qué haces niña tonta? —Lorenza camino de prisa tras ella, al ver sus intenciones, Carina la mataría si a los pies de su niñita le sucedía algo, incluso tenían un seguro de vida. Lo que hablaba de la vanidad de la joven ¿Quién aseguraba sus pies? se preguntó con ironía.   —Estoy aburrida y tú, no ayudas en lo absoluto, me irritas con tu presencia y tu parloteo —el sonido de un carraspeó,  le hizo girarse, para quedar frente a un hombre, el cual no conocía de ningún lado.   —¿Quién demonios es y quien le dejó entrar a mi casa? —Gianna, no podía creer que su personal fuera tan descuidado con su seguridad ¿A quién debería despedir esta vez?   —Massimo Bianchi, tu fisioterapeuta a partir de hoy.   —¡De ninguna manera! no voy a permitir que eso suceda, no me pondrás las manos encima —Gianna no podía creer las palabras del hombre ¿su madre lo había permitido? dudaba que estuviera al tanto, a ella, solo le preocupaba que estuviera en excelente forma, ganando dinero por montones y nada más.   —Eres tú quien decide, empezar ahora o dejar de ser Odette, de cualquier manera te dejaré mi número, tienes media hora, antes de que llegue al aeropuerto. Ah y sepas que tampoco me es grato trabajar para ti.   —¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono? —Gianna caminó para acercarse al hombre, grave error, era mucho más alto que ella, al menos le sacaba veinte centímetros, sus penetrantes ojos negros le helaron la sangre en las venas, su corazón se aceleró. No era el hombre más hermoso, pero podría ser el más peligroso que había conocido jamás.   >>¿Tienes idea de quién soy? —continuó su ataque, no había nacido el hombre que a ella le provocará miedo y no iba a darle el gusto al arrogante que tenía enfrente.   —Gianna Romano, la bailarina más cotizada de los últimos tiempos, arrogante e inaccesible ¿Quieres que continúe? —el hombre enarcó una ceja negra, que le hacía ver mucho más peligroso, la manera en la cual sus facciones se endurecen.   >>He leído toda la información sobre ti, es tu segunda lesión en el mismo mes ¿Tienes como objetivo, no volver a bailar? —preguntó con dureza.   Gianna gruño bajo, había tenido una ligera lesión que debió cuidar. Alguien debió decírselo a su madre. Carina le había hecho bailar hasta el cansancio, razón que dio paso a una segunda lesión, había fingido no saber el motivo, acusar a su madre sería tomada como mero pretexto. Era ella, la chica mimada y rebelde de mamá, mientras su madre era la pobre que debía cargar con su mal genio ¡Si tan solo supiera la verdad! —Eres un patán, aun así supongo que debo aceptarte si quiero volver a bailar —caminó hacia él para luego, pasar por su lado, sin mirarle.   —Iniciamos mañana, se puntual —dijo en tono de orden, algo que molestó a Massimo, quien no estaba acostumbrado a recibir órdenes.   —Tienes una lesión de tercer grado, deberías estar descansando y no recargando tu peso en una sola pierna ¿Eres tonta? —el fisioterapeuta caminó hasta ella, con la molestia dibujada en su rostro.   >>Fui contratado para atenderte, puedes colaborar o resignarte a no volver a tiempo, tú decides. Te veo mañana a primera hora, ¡sé puntual! —sin más se marchó dejando a Gianna con la palabra en la boca.   —¡¿Quién diablos se ha creído este cretino?! —explotó furiosa ¿Cómo se atrevía a darle órdenes y encima a dejarla con la palabra en la boca?   —Tu doctor a partir de ahora guapa —la sonrisa en el rostro de Lorenza, no hizo más que aumentar su enojo.   —No tientes tu suerte Lorenza, mi madre no estará toda la vida dispuesta a defenderte, o dar la cara por ti —subió las escaleras con cuidado. En algo tenía razón el mequetrefe ese, y es que si no se cuidaba, no volvería a bailar, era su segunda lesión en toda su carrera, debía evitar una tercera a toda costa.   **** Massimo resopló una vez en su auto, un lujoso Ferrari. Respiro profundo, mientras observaba la casa hecha de vidrio casi en su totalidad, era una suerte para Alfonsina no haber ocupado el puesto, ella estaba bien, atendiendo la lesión de un jugador en Londres y si no fuera porque era amigo del dueño de la compañía de Ballet, tampoco estaría allí, no tenía idea que la chica fuera tan irritable, insoportablemente difícil de tratar.   Puso el auto en marcha rumbo a la casa familiar Bianchi, sus hermanos esperaban por él, apenas había regresado de Londres, razón por la cual llegó tarde a la cita con la chica Romano, pensar en ella le hizo apretar los dientes, tal parecía tendría un duro camino que recorrer.   ****   —Vaya hasta que te dejas ver hombre, creí te quedarías a vivir en Londres —Adriano saludo a su hermano mayor, hacía meses que no se veían, debido al tipo de trabajo del hombre.   —Un placer verte Adriano ¿Cómo está todo por aquí?—preguntó extrañado de no ver a su hermano menor, era quien más le recriminaba su ausencia; pero no podía hacer otra cosa, desde joven tuvo que hacerse cargo de la casa y sus hermanos, no tuvo tiempo más que para trabajar y trabajar, ganó tanto dinero como puedo para pagar los estudios de sus hermanos. Tras la muerte de sus señores padres, lo único que conservaba de aquella vida llena de lujos y dinero era la casa, la cual se negaron a perder.   —Carlo como siempre, metido en todo y en nada, no entiendo ¿Qué le une tanto Romeo? ¡Hasta parecen novios! —exclamó, provocando la molestia en el mayor.   —Ni lo digas de broma Adriano, Carlo es un hombre, no manchará el apellido de mis padres —Massimo dijo molesto, por la sugerencia de su hermano, jamás toleraría dicha desviación en ninguno de sus hermanos, nacieron hombres y como tal sería.   —¡Dio no te alteres! Solo bromeaba, hombre —Adriano trató de salvar el asunto. Se olvidaba lo mal que su hermano llevaba el asunto de las “desviaciones” así que optó por dejar de hablar. Afortunadamente fueron interrumpidos por el sonido del móvil de Massimo.   —Aló —contestó la llamada con una sonrisa en los labios, se despidió de su hermano para subir a su habitación, mientras escuchaba a su interlocutor al otro lado de la línea.   —Me gustaría decir que todo está de maravilla, sin embargo sería una burda mentira. La chica es absolutamente insoportable, carece de humildad, cree ser el centro del mundo. Massimo recordó a la joven rubia y su rostro arrogante sin ningún atisbo de humildad en ella.   —¿Estás burlando de mí? —pregunto con molestia al escuchar la risa al otro lado de la línea.   —“Solo ten paciencia, apenas termine mi labor en Londres, estaré contigo, nos haremos cargo de la niña arrogante” —él apretó los labios en señal de frustración.   —Date prisa Alfonsina o te juro que la mataré antes de que vuelva a pisar un escenario de nuevo…

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