CAÍDA CUARENTA Y TRES Cinco minutos antes del partido, Patty estaba sudando bastante. Ellos habían apostado todo al resultado. Tantas cosas podían salir mal. Estaba allí, sosteniendo sus rodilleras por las correas en la mano. Golpeaba la frente contra el armario produciendo un golpe sordo con cada golpe. “Así no es como debes ponértelos”, dijo Héctor apareciéndose frente a ella y haciéndole un guiño. “¿Qué? Oh, cierto”, dijo con una risa forzada. Incluso ella no lo creía. “Déjame ayudarte”, dijo Héctor arrodillándose ante ella. “No, yo-” “Calla, soy un experto en esto, ¿recuerdas? Yo te visto y tú les pateas el culo en el campo. ¿Estamos? Ella levantó los ojos. Héctor le puso las rodilleras con movimientos precisos y calculados. Apretó todo tanto como fuese necesario, sin apretar