CAÍDA TREINTA Y SEIS
Decir que se veía fuera de su elemento sería poco. Al lado de Porches y Ferraris estacionó su sucia pick up. Era marrón.
El restaurante Laimargia era tan elegante que redefinía ese concepto por completo.
Le dieron una chaqueta para que se la pusiera. Era obligatorio usarla. Se sintió un poco tonto, debió haberlo pensado mejor. Lo mejor de Atenas cenaba allí.
Y allí es donde se encontraría con Mamacita.
La vio en una mesa junto con Hondros por supuesto, que estaba peleando con una langosta y aparentemente ganando la pelea porque se la comió. Otro hombre que prácticamente comía de la mano de Mamacita, no podía dejar de verla. Era un hombre más joven, buenmozo y bien vestido. Héctor supuso que a ella no le importaría seducirlo.
Se sentó en la barra y ordenó una bebi
