Capítulo Uno; Chert voz'me

2212 Words
Khatia Me mantengo con la mirada fija en el monitor mientras mi barco llega por el puerto de Altamira con toda la carga. El barco en el que viaja mi mercancía pasa sin problemas gracias al código que me brindó el presidente de aduana. Todo sale a la perfección y yo sonrío satisfecha. Mi teléfono suena y respondo sin ver la pantalla. —Rusia. La línea se mantiene en silencio y me despego el teléfono de la oreja para ver el número, pero solo el "desconocido" aparece en la pantalla. —¿Quién habla? —Rossiya sgorit a ty v adu. (Rusia arderá y tú en el infierno) –murmura una voz extraña para después colgar. Camino hasta el monitor que rastrea las llamadas pero al no haber número no puedo hacer nada. —¡Carajo! –vocifero por que esto se esta saliendo de control. —¿Hay algún problema, Khatia? Me giro asustada sacando el arma por delante, Jhonny levanta las manos con una sonrisa en sus labios. —Sabes qué odio que llegues sin anunciarte, un día de estos voy a dispararte en serio sin querer. —En otras circunstancias te hubiese dicho que no te creería capaz, pero ahora no lo dudo ni tantito. –asegura y se sienta frente al monitor. Teclea algunas veces y luego la pantalla muestra un círculo rojo que se va haciendo pequeño hasta mostrarme un punto verde en un lugar determinado del mapa. Yo me acerco para ver mejor en lugar y una sensación extraña me recorre por la espalda al ver la ubicación exacta. Algo dentro de mi se vuelve a quebrar. —¿Quién carajos vive en Yaroslavl? ¿Por qué te están llamando de Rusia, Khatia? —No lo sé, pero siempre que lo hace dice lo mismo. —¿Estás queriendo decir que no es la primera vez? —No, me han llamado por lo menos diez veces en la semana diciéndome lo mismo; Rusia arderá y tú en el infierno. —¿Conoces a alguien que viva ahí? —No, pero es un lugar cerca de la casa que era de mi madre. Necesito saber si alguien está instalado en ese lugar. Averigua eso. —No quieres que haga eso. –asegura con una mueca en sus labios. —Por supuesto que quiero que hagas eso, por eso te estoy pidiendo que investigues. Jhonny se levanta de la silla y pone sus manos sobre mis hombros. —Cariño, es mejor que olvides eso y cambies de número. Quizás solo es alguien que trata de joderte. —Tú sabes algo, sucio mentiroso. –lo acuso y veo su expresión nerviosa y aún así niega con la cabeza. —Khatia por el bien de todos... —¡Dime qué sabes! –lo interrumpo–, ¿Sabes quién está viviendo en la casa que era de mi madre? —Promete que tomarás esto con calma. —¡Habla de una buena vez Jhonny! —Marco Bianchi es el dueño de tu antigua casa, Khatia. –confiesa y yo me vuelvo sorda por un momento. —¿Qué carajos dijiste? —Rusa, tranquila. Marco compró la casa hace un año, no te dijimos nada por qué... —¿Dijimos? ¿Quiénes? –cuestiono furiosa por qué ya sé a donde llega todo esto. —Ay carajo, –murmura cuando ve que salgo del cuarto de monitores. Camino hasta el comedor en donde posiblemente mi equipo esté reunido, cuando atravieso el marco del pasillo y llego hasta el comedor, sus ojos se fijan en mi, Masha, Vladimir, Jess y Cristian me miran con sorpresa. —¿Qué ocurre Khatia? –cuestiona Cristian acercándose a mi. —Voy a hacer una sola pregunta y quiero que todos en esta mesa me respondan con la verdad. Kozlov deja de comer y se limpia los labios con la servilleta. —Me estás asustando rusa, ¿Qué ocurre? —¿Quién de ustedes sabía que Marco Bianchi compró la casa en dónde vivía mi madre en Rusia? Masha deja caer el cubierto y Jess baja la mirada, Kozlov cierra los ojos y niega con la cabeza, el único que no reacciona a mi pregunta es Cristian lo que me tranquiliza pues él no sabía absolutamente nada de eso. —No queríamos molestar con eso, Khatia. –asegura Kozlov tratando de calmarme. —Llevamos casi dos años juntos, ¿Aún no han aprendido nada? —No queríamos tocar esa herida, Khatia. Sé lo difícil que fue que... —¿Por qué me lo ocultaron? ¿Aún piensan que sigo siendo débil? Pude haberlo tomado de la mejor manera si tan solo me lo hubiesen dicho a tiempo. Pero como siempre debo enterarme por un resbalón. –aseguro y miro fugazmente a Jhonny. —Queriamos mantener lo más lejos posible el tema de Bianchi, por respeto a Cristian. –señala Masha pero sin mirarme. —¿Por qué justo ahora te preocupas por eso Khatia? ¿Qué ocurre? —Alguien de Rusia ha estado molestando a la jefa, alguien que está putamente muy cerca de Marco Bianchi. —¿Por qué te preocupa Marco? –cuestiona Cristian con algo de recelo en su voz. —No me preocupa Bianchi, me preocupa el hecho de que alguien me este jodiendo y me jode aún más que sea alguien en Rusia. —¿Hay una posibilidad de que sea Marco quien llama? —Lo dudo, las llamadas son amenazas de un hombre de voz extraña, es ruso obviamente, su acento no lo puede ocultar. —¿Cuándo empezó esto de las llamadas? —Una semana o un poco más, no le di importancia por qué estaba enfocada en las entregas y el negocio de México, además Lian Cheng viene en dos días y debía tener todo listo. —¿Qué viene a hacer Lian Cheng a la ciudad? Es raro que ella venga y mucho más raro que lo haga sola, la mujer solo si mueve si...–mi amigo se detiene en seco al darse cuenta de lo que está por suceder. Cristian me mira fugazmente y puedo notar la molestia en sus ojos. Lian Cheng no viaja sola, pero al no tener hijos apoyándola, Marco Bianchi es quien viaja con ella. —Bianchi estará en esa reunión. –asegura Cristian entendiendolo todo. —Es de negocios. –señalo pero no es suficiente para él. —Dijiste que por orden de Giovanni no harías más tratos con él. Jess, Jhonny, Kozlov y Masha abandonan el comedor dejándome sola con él. Cristian está furioso pero no lo culpo. —Cristian. —¿Por qué tienes que seguir viéndolo? ¿Lian no puede venir con alguien más? —La última vez que vino, Marco y yo no nos vimos y lo sabes, él respeta esto, –nos señalo–, no entiendo por qué el simple hecho de que lo nombren te pone así. —Tú aún lo amas, Khatia. –suelta de pronto haciendo que mi corazón comience a latir rápidamente–, por más que yo me esfuerce y trate de hacerte feliz, aunque haya pasado el tiempo y ambos estén a miles de kilómetros. »No soy tonto, sé que su historia es... diferente, yo sabía perfectamente el amor que le tenías aún después de "muerto", yo estaba completamente seguro que jamás lo superarías cuando apareció con vida, aunque estés aquí conmigo, aunque te haya hecho el amor tantas veces, aunque despiertes a mi lado cada mañana y compartamos la vida, tú jamás vas a superar a Marco Bianchi, ni su amor, ni nada. Por qué él aún sigue clavado dentro de ti. —Sabes mejor que nadie lo que él significa en mi vida, y no estoy diciendo que no pueda superarlo. ¡Él ya tiene a alguien! —Y muy seguramente se está dando de topes por qué no eres tú. ¿Aún no lo ves, Khatia? Marco podrá tener miles de mujeres a su lado, pero no estará conforme por que ninguna eres tú. —No quiero pelear contigo Cristian. —No lo veas, demuestrame que lo superaste ya y que no necesitas estar ahí. —No voy por él, es por... —Negocios, claro. ¿Cómo puedo ser tan idiota como para no entender eso? —Deja de comportarte así Cristian, parece que no confías en mi. —¡No confío en él! Y quizás tengas solo un poco de razón, confío en ti, pero no en tu corazón. —Estas poniendo en duda lo que siento por ti. –señalo y Cristian no es capaz de mirarme a los ojos–, ¿no es así? —Es mejor que nos demos un tiempo, Khatia. –suelta de pronto sin mirarme. —¿Qué mierda dices? —Ambos necesitamos un tiempo a solas para pensar. —¡Yo no tengo nada que pensar! –grito y es entonces cuando sus ojos me miran. —Pero yo si, me iré en una hora más o menos, solo debo recoger mis cosas. –asegura y sale de la cocina sin siquiera mirarme. No entiendo que carajos pasó, estábamos bien antes de que supiera que Marco vendrá y que posiblemente ni siquiera este presente, esto más bien parece pretexto que otra cosa pero no me voy a quedar con la duda, averiguaré que rayos sucedió en realidad. Camino hasta la habitación y puedo verlo poniendo sus cosas en la maleta, cierro la puerta y apenas mota mi presencia comienzo a hablar. —¿Sabes a que me sabe esto? –cuestiono y deja de meter cosas. —No tengo ni puta idea. —A que te cansaste de mi. Me sabe a pretexto para alejarte de mi. —¿En serio? ¿Crees que yo quiero irme de ti? ¿Dejarte? —No me estás demostrando lo contrario Cristian. ¿Por qué te vas en realidad? Lo de Bianchi solo fue la gota que rebalsó el vaso. ¡Estábamos bien está mañana! —Tú lo has dicho, estábamos, pero yo engañado por ti y tú por ti misma. —¿De qué diablos estás hablando? —Sé tu secreto, Khatia. ¿Por qué pensaste que no iba a darme cuenta de lo que estabas haciendo? —¿De qué secreto hablas? Por qué no solo eres honesto y... —¡Vi el bote de tus pastillas en la basura! –grita y puedo notar el nudo que comienza a formarse en su garganta–, ¿No soy lo suficientemente bueno como para tener un hijo conmigo? —No puede ser. —¿Qué? ¿Ahora dirás qué estoy exagerando las cosas? —¡Es que sí lo estás haciendo Cristian! Maldita sea, ¿todo esto es por un frasco de pastillas? —Pastillas anticonceptivas que mantuviste en secreto. —¿Acaso te has dado cuenta del entorno en el que estamos? ¡Somos una mafia! Estamos en contaste peligro de muerte y... —Y eso jamás te impidió embarazarte de Bianchi. –suelta con saña y eso me duele. Ha tocado una herida dolorosa que aún no puedo sanar del todo, lo sabe, sabe que me dolió, pero también sé que no se va a disculpar por ello. —¿No soy tu tipo de mafioso? ¿Necesito matar a alguien o fingir simplemente que he muerto? ¿Qué hago para que entierres de una buena vez por todas a Marco Bianchi? —El pasado se queda ahí. –aseguro y lo veo sonreír con ironía. —Pues parece que él no figura ahí. —Nuestra relación está en el pasado, los negocios son solo eso, negocios. Y esperaba mucho más de ti, Cristian. Por lo menos que fueras mucho más maduro de lo que te estás portando. ¿Acaso dos años despertando juntos han sido demasiado sutiles para ti? —No se trata de eso. —¿Entonces qué es? —Odio que el italiano siempre salga a relucir en cualquier conversación, por qué he visto como cambia radicalmente tu cara cuando hablan de él. Dices que lo has superado pero sabemos que no es así, Bianchi no es el tipo de hombre del que te olvidas tan fácil. —Parece que en eso tienes razón, por qué tú no lo dejas de traer al presente. Tú eres el que no lo supera y estoy cansada de que quieras hacerme sentir como si yo fuese la culpable. ¿Quieres irte? ¡Vete! ¿Renunciarás a mí por el pasado? ¡Hazlo! Pero si sales por esa puerta, no hay segundas oportunidades. —Marco si las tuvo. —Pero tú no eres Marco, ¿Verdad? Así que la regla no aplica para ti. Estoy a punto de salir de la habitación pero su cuerpo se interpone entre la puerta y yo. Me abraza a su cuerpo y algo dentro de mí se acelera pero no es mi corazón. Es el miedo, la culpa...la nostalgia de todo. No amo a Cristian eso es un hecho, pero lo adoro, lo quiero muchísimo, ha sido mi ancla a este mundo durante dos años o poco menos, pero no he podido amarlo con la intensidad con la que amé a Marco Bianchi, mi estúpido italiano, mi chert voz'me.
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