–Georgia – Alessandro susurró el nombre de la mujer, al tiempo en que le acariciaba el cabello enredando sus dedos en él. El hombre estaba sumamente satisfecho con la imagen con la que se despertó, encima de él, entrepiernada, estaba Georgia, durmiendo plácidamente en su pecho desnudo, usándolo de almohada e inundándolo con ese perfume de ella que a él tanto le gustaba pero que todavía no sabía a qué olía específicamente solo sabía que era una combinación de vainilla, canela y flores. Extraño, único, muy parecido a lo que era ella. –Georgia – él siguió llamándola, solo porque quería ver la cara que ella pondría cuando abriera los ojos y se diera cuenta que estaba prácticamente encima de él. Durante un par de segundos a Alessandro le costó recordar como demonios llegaron a esa situaci

