Capítulo 2.

3188 Words
⚠️Advertencia, esta historia contiene escenas explícitas de sexo, se recomienda discreción. +18.⚠️ ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ ♦️El deseo de una joven.♦️ Los gemidos de una mujer inundaban la habitación desordenada en la que vivía, sus mejillas estaban sonrojadas, y sus ojos estaban cerrados, se retorcía sobre su cama inundada en placer, sentía calor pero no le importaba, quería terminar, quería saborear su dulce momento, su mano derecha se agitaba con fuerza con los dedos sumergidos en su interior, mientras que con la otra mano se estimulaba así misma, tocándose los senos, se lamio la mano izquierda y la llevó hasta su sexo, estaba a punto de terminar, lo podía sentir, sentía esas enormes ganas de orinar, pero sabía que no era orina lo que iba a salir de ella, sentía un balde de agua caliente cayendo sobre su cuerpo, haciéndola sudar aún más, y de pronto hubo una explosión que surgió desde su interior, haciéndola caer en el gozo total de un orgasmo. Después de unos minutos cuando su cuerpo y su mente se recompusieron, al fin se pudo sentar, se sentó en la orilla de la cama, miró su habitación y bufó, había un verdadero desorden, se puso de pie sobre aquel desorden y se metió a la ducha, lavo su cuérpo y quitó los restos de sus propios fluidos sobre su piel, se lavó el cabello y salió en busca de su ropa. Mientras se vestía alguien tocó a la puerta, no respondió, ni abrió, después de que golpearan la puerta un par de veces más, se escuchó como alguien abría desde afuera, la puerta se abrió y una mujer se tapó la nariz e hizo un gesto de desagrado. —Por dios Vanesa ¿que mierda es esto?, ¡Dios!, creí que dijiste que limpiarías este lugar…. ¿Y que es ése olor?. —No es nada, ya me voy, tengo clase a las diez. —Vanesa, ¿Crees que soy tonta?, se que dejaste de ir a la universidad, ¿Qué está ocurriendo?. Ante la insistencia y los reproches de su prima no le quedó más que responder, si no lo hacía no la dejaría en paz, —Busqué un trabajo, ¿de acuerdo? , no puedo pagar la universidad. —Si no tienes dinero, ¿Como pagaste esto?— preguntó Cassie la prima de Vanesa Trammel, y del suelo recogió un bolso de diseñador, lleno de un montón de maquillaje costoso sin abrir. Vanesa miró el bolso y recordó como lo había conseguido….. Fue una tarde del mes pasado. Vanesa se encontraba en una cafetería, tomaba sólo un vaso de agua, puesto que no le alcanzaba para comprar algo más, miraba el periódico y buscaba un empleo, después de encerrar en un círculo un anuncio, se puso de pie y salió de aquel lugar, mientras caminaba se topó con dos mujeres, ellas eran bonitas y se vestían muy bien, tenían más o menos su edad, pero sin duda no tenían sus mismos problemas. Se sintió celosa, ella nunca antes había tenido cosas bonitas, ni costosas, jamás se había podido arreglar el cabello, o las uñas, sentía celos de esas jóvenes que parecían no tener ningún problema en la vida, odiaba a esa clase de mujeres. Las ignoró y continuó su camino pero se detuvo al pasar por un centro comercial. Había un aparador de cristal, donde había un maniquí, incluso ese maniquí usaba ropa más costosa que la de ella, eso era el colmo, se mordió el labio inferior y después de meditarlo entró a esa tienda, miró la ropa de marca y los bonitos zapatos que vendían, todo era muy costoso, inclusive unos pequeños accesorios tenían precios exuberantes. Miró un bolso que la cautivó, era de un color negro con blanco, tenía un triangulo dorado y en el centro decía “PRADA”, Vanesa miró el precio y su corazón latió, «Mierda», “3,000, dólares “, Tragó saliva y miró a su alrededor, nunca antes había robado algo en su vida, pero hoy se sentía sumamente motivada, la codicia puede hacer cosas realmente malas en la gente, nadie la veía, ni tampoco había cámaras de vigilancia cerca, se agachó a amarrarse la agujeta de su zapato, y muy disimuladamente metió el bolso en su mochila, lo guardó con éxito y se puso de pie. Sentía la adrenalina correr en su cuerpo, tenía miedo de ser descubierta, así que se apresuró a salir de aquella tienda, estaba casi en la salida, y con el corazón latiéndole al mil, cruzó la puerta de salida y respiró aliviada, eso fue tan fácil, sonrió victoriosa y de pronto… –Señorita, necesitamos que nos acompañe– dijo un guardia mientras sujetaba de un brazo a Vanesa, para evitar que saliera corriendo. Ella se sintió muy mal, no fue tan fácil después de todo. Dos guardias la llevaron a una sala sin ventanas ni nada, solo había una mesa y dos sillas, como una sala de interrogación, un poco después llegó un hombre en traje, con una placa dorada que decía Gerente: Shane. –Muy bien jovencita, te lo explicaré rápido, hay una cámara de vigilancia que te gravó robando, así que vamos a revisar tu mochila y posteriormente, vamos a revisarte a ti, tienes dos opciones, una, pagar lo que robaste, o dos, llamamos a la policía y ellos se ocuparán de ti. –Yo no robé nada– afirmó Vanesa. –Muy bien, ¿será así?, entonces llamaremos a la policía– dijo el gerente. Vanesa empezó a entrar en pánico, ella no quería ir a la cárcel por una tontería, no sabía que hacer. –Mi novio vendrá a pagar la deuda– dijo ella diciendo cualquier cosa para librarse. –Pues llámalo y que venga– dijo el gerente. –Él no puede venir, tiene mucho trabajo, pero depositará el dinero, mi novio es muy influyente. El gerente se rio y miró a la chica delante de él, la chica tenía el pelo largo y castaño oscuro, un poco maltratado, no era fea, de echo tenía un rostro agradable, pero su vestimenta, ¡Rayos!, usaba una camisa negra desteñida y una chamarra vieja, su mochila estaba remendada, era obvio que no tenía dinero. –Deja de jugar niña, no me importa quien sea tu novio, ¿Va a pagar o no?. –Ya le dije que si, póngalo a su cuenta. –¿A cuál cuenta?, mira, estoy perdiendo mi tiempo contigo, ya es suficiente llamaré a la policía. –Mi novio, lo va a despedir si hace eso, él es….es…. –Bien, dime su nombre, eh, si es tan influyente como dices seguro que yo lo conoceré, adelante ¿como se llama?. Vanesa no sabía que decir, iría a prisión, eso era seguro, dijo el primer nombre en el que pensó. –Se llama, Giovanni Berlusconi…. El gerente se mostró sorprendido y la cara que tenía de incrédulo se borró por completo. –¿Qué dijiste?. –Giovanni Berlusconi – murmuró Vanesa. –No te creo, tú no puedes ser la novia del señor Berlusconi. Vanesa notó que lo conocían, frunció el ceño e iba a hacer una pregunta muy estúpida, pero se contuvo, se enderezó y sonrió. –Cómo lo escuchaste, mi novio es Giovanni Berlusconi, y estoy segura de que le va a encantar saber como fui tratada– dijo Vanesa muy indignada. El gerente se removió en su lugar y se aclaró la garganta, no le creía mucho a esa joven, pero… ¿Y si decía la verdad?, se puso de pie y salió de aquella habitación, tenía que aclarar todo, lo antes posible. Vanesa se mordía el labio por los nervios hasta que el gerente entró de nuevo a la habitación. –Lamento este mal entendido señorita, y como disculpa acepte estos regalos, por parte de la gerencia, puede irse y de nuevo, perdón–dijo el gerente y sonrió, Vanesa no entendía que pasaba, pero no se iba a poner a cuestionar al hombre, se puso de pie y tomó su mochila con todo y el bolso súper carísimo que estaba dentro, tomó el maquillaje que el gerente le ofrecía como regalo y salió victoriosa de aquel lugar, pero… ¿Quién era Giovanni Berlusconi?. Vanesa no tenía ni la más mínima idea, ella sólo lo recordó por el periódico, leyó algo en los sociales y simplemente usó su nombre, pues fue lo primero que se le vino a la mente. Estaba segura de que no se metería en problemas, pues no le pidieron sus datos, ni nada, no había manera de que supieran que era ella, fue así como consiguió el bolso y el maquillaje. Cassie chasqueo los dedos delante de Vanesa y la hizo volver de sus pensamientos, –¿Y bien?. –Solo fue el regalo de un admirador, pero es un hombre casado, y no es original, es imitación– mintió Vanesa y no le dio mucha importancia. –Vanesa, ya en serio, mi mamá está furiosa por que te volviste a ir, le dije que no se dónde estas, pero… mira como vives, no es adecuado para ti. –Olvídalo, no volveré, dile a mi tía que estoy muerta o algo así, no me importa. –¿Tanto la odias? –Preguntó Cassie un poco dolida. –No es que la odie, mira… toda mi vida he vivido sin padres, solo con mis reglas y que de pronto alguien venga y me diga que hacer… no puedo con eso, tu madre es un ángel, no quiero ser un dolor de cabeza, eso es todo, yo voy a estar bien, así que, quédate tranquila. –Si sales con el tipo, el que está casado, usa preservativos, no querrás tener un bebé – dijo Cassie mientras admiraba el bolso. –Ya lo sé, no puedo ni con mi alma, no soy tan tonta como para embarazarme ahora, así que deja de preocuparte, ahora vamos que tengo una entrevista de trabajo– dijo Vanesa y sacó a su prima de aquel lugar. ………… Unos días después Vanesa se encontraba en el mismo centro comercial, ahora tenía trabajo, trabajaba en las noches en un club nocturno, donde en su mayoría iban jóvenes de su edad. Cada noche ligaba a los hombres y conseguía una mayor propina, pero jamás se enredó con alguien de ese lugar. Estaba afuera de una zapatería, mirando los bonitos tenis y las hermosas zapatillas, miró sus tenis y se sintió afligida, estaban viejos y por romperse, pero tenía que pagar un alquiler y algunas deudas, se rascó la cabeza y después de pensarlo entró a la tienda… Después de un rato salió una mujer muy feliz y con cuatro pares de zapatos nuevos, todo se cargó a la cuenta de su supuesto novio, fue una tonta pues nunca investigó realmente quien era él, no era mera casualidad que en esa plaza conocieran a Giovanni Berlusconi, en realidad él era el dueño de aquel lugar, la pregunta era…¿Por qué le daba a Vanesa todo lo que pedía?. Una mujer saltaba como si fuera un jinete, montaba a su jefe y sonreía por eso, ella nunca quiso tener un romance con él, pero las cosas simplemente sucedieron, Vanesa se lamía los labios mientras sentía la verga de su jefe en su interior, él no era bueno en el sexo, pero que más daba. Mientras saltaba sobre él, sentía que el orgasmo se aproximaba y lo quería alcanzar, quería tenerlo en su cuerpo y saborearlo, su jefe apretó la boca y cerró los ojos con fuerza. –No se te ocurra terminar – advirtió Vanesa al ver que su jefe estaba por venirse. Aquel hombre trató de resistir, pero de pronto, gimió con fuerza y recostó su cabeza hacia atrás, no pudo evitarlo y terminó antes que ella, y eso fue todo. Vanesa tenía 23 años y empezó una vida sexual a muy temprana edad, pero nunca había tenido un orgasmo con un hombre, todos los orgasmos que tuvo se los provocó ella misma. Sin darse cuenta empezó a volverse una estafadora, regresaba a la plaza cada semana y se llevaba algo gratis, solo decía el nombre, Giovanni Berlusconi, y eso era todo, en un mes tuvo todo lo que no había tenido en toda una vida, pero todas las tardes al llegar a su trabajo pasaba por una concesionaria de autos y veía el auto de sus sueños detrás de un aparador, un Ferrari rojo deslumbrante, nunca se atreví a entrar a ese lugar y usar su jugada, pero todo cambió un jueves por la tarde, cuando al bajarse del autobús un sujeto la persiguió por dos cuadras. –Preciosa… ¿Cómo te llamas? – preguntaba el tipo insistente mientras la seguía, Vanesa no volteo ni una sola vez, solo camino lo más rápido que pudo, siempre lista para echarse a correr si era necesario, llegó a su departamento echa un manojo de nervios, su corazón latía con fuerza y se sentía muy mal, había pasado el susto de su vida, fue ahí cuando lo decidió, iría por el auto de sus sueños. A la mañana siguiente fue a la plaza que de costumbre, era un lugar enorme y elegante, de tres pisos, vendían maquillaje, ropa, zapatos, había restaurantes, dos cines, y un sinfín de locales, Vanesa llegó a la concesionaria y un hombre en traje la recibió y le sonrió. –Buenos días, ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó el hombre muy gentil. –Si… bueno… quisiera ver el Ferrari rojo– dijo Vanesa y trató de no tartamudear. –¿Cuál es su nombre señorita?. –Vanesa Trammel Ros– respondió ella muy rápido, él joven sonrió y miró a Vanesa, se percató de que ella no tenía el dinero para pagar un auto como ese, pero de todos modos decidió que se lo podía enseñar, aunque no lo comprara. –Claro, venga por favor – dijo el hombre y la guio hasta donde estaba el bonito auto, que brillaba y olía como nuevo, Vanesa se metió en el carro y su rostro solo era de felicidad, era el auto perfecto. –¿Cuanto cuesta?– preguntó ella mientras sujetaba el volante y lo acariciaba con cuidado. –El precio es de doscientos cincuenta y siete mil dólares– respondió el hombre con una sonrisa. Vanesa miró al tipo con los ojos muy abiertos y salió del auto. –Es muy costoso–murmuró ella. –Si, pero el auto lo vale, lamentablemente este modelo no lo podemos dar en pagos, tiene que ser al contado. –Está bien…. Póngalo a la cuenta de mi novio. –¿Disculpe?. –Mi novio lo pagará, su nombre es Giovanni Berlusconi, así que ponga el auto a su cuenta– dijo Vanesa un poco nerviosa. El vendedor parpadeo un par de veces y se acomodó la corbata. –Espéreme un momento aquí– dijo el vendedor y fue en busca del gerente, le explicó la situación y el gerente se apresuró a ver a la joven, frunció el ceño al verla y se acercó a ella para presentarse. –Buenas tardes señorita, ¿En qué puedo ayudarla?. –Quiero este auto, mi novio va a pagarlo, ya se lo he dicho a su otro empleado, Giovanni Berlusconi va a pagar este auto, así que póngalo a su cuenta. El gerente sonrió un poco nervioso y asintió, se puso de pie y se disculpó para ir a su oficina. –¿En verdad es la novia de Giovanni Berlusconi? – preguntó el vendedor que la había atendido mientras seguía a su jefe. –No lo sé, espera– dijo el gerente y levantó su teléfono inalámbrico, marcó un número que ya se sabía de memoria y esperó. –Kobe, ¿Con chi vuoi parlare?, (Kobe, ¿Con quién quiere hablar) –preguntó una voz gruesa y masculina, él gerente no hablaba italiano por lo que habló en inglés. —Con el señor Giovanni Berlusconi, por favor. —¿Pará qué lo necesita?—preguntó la voz cambiando de idioma. —Si, tengo a una señorita aquí que quiere poner un auto a su nombre, así que llamo para confirmarlo. —¿Me puede dar el nombre de la joven?. –Su nombre es Vanesa Trammel Ross. —Un momento—dijo el hombre al otro lado de la línea y hubo un silencio. Después de unos minutos alguien por fin habló. —Si, ponga el auto a la cuenta del señor Giovanni Berlusconi, ¿Tiene en donde apuntar?. –Si, claro– dijo el gerente y tomó una pluma, anotó el número que él hombre le dio y luego este dijo, –Cóbrese el auto y mande una factura a Kobe en Italia, Mercati, 00721 Roma, ¿Entendió?. –Si señor– dijo el gerente muy feliz de vender ese auto tan caro. Le dio todo al vendedor y sonrió. –Haz los movimientos, y dale el auto– dijo el gerente. ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ EXTRA: Sicilia Italia….. —¡Non mi importa di chi sia stata la colpa, tu eri responsabile di quella merce¡, se non si fa vedere domani, sai cosa succederà, sono dannatamente incompetenti, ¿per cosa diavolo li sto pagando?, (No me importa quién tuvo la culpa, tú eras responsable de esa mercancía, si no se presentan mañana, sabes lo que va a pasar, son unos malditos incompetentes, ¿para qué diablos les estoy pagando?) — Chuk solo escuchaba los gritos de su jefe, se escuchaba realmente molesto, tragó saliva y tocó a la puerta, no obtuvo respuesta así que abrió y asomó su cabeza, miró a los dos sujetos que estaban con la cabeza agachada y la cola metida entre las patas como dos perros asustados, no pudo evitar sentir pena por ellos, pero es que, realmente eran unos pendejos, luego miró al hombre que se veía realmente frustrado, Aunque… ahora que Chuk lo pensaba, nunca antes lo había visto de buen humor, en especial estos últimos días. –Señor, ¿Puedo hablarle un momento? – preguntó Chuk. Aquel hombre miró a su asistente de mala manera y le hizo una seña con la mano. –Me hablaron de una concesionaria de autos, parece que la chica quiere comprar un auto, lo quiere poner a su nombre y… —Esta bien, págalo y prepárate para que en dos días vayas por ella— respondió el mal humorado hombre con el ceño fruncido, regresó la vista a los dos sujetos delante de él y los miró. —¡¿Qué mierda siguen haciendo aquí?, ¿Quieren que les dé un beso en el maldito culo?!—preguntó el hombre en un grito espeluznante, los dos sujetos salieron huyendo del lugar y tenían que reconocer que el tipo era muy aterrador.
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