Nuestras respiraciones aún siguen agitadas después de lo vivido sobre esta cama, su piel aun quema y mi cuerpo todavía trata de reponerse, pero eso es casi imposible cuando las miradas cómplices y esa media sonrisa que me regala me desarma una y otra vez. Hoy no hay prisas, estamos solos ya que mi suegro ha salido muy temprano, y ella se aprovecha de eso para seguir besando mi cuello provocándome infinitamente. —Sabes, nunca tengo suficiente de ti —me susurra a medida que baja hacia mis hombros y sonrío. —Yo tampoco tengo suficiente de ti —respondo, pero hace una pausa que me sorprende. —Pierre —me llama y esto si que me hace verla con dudas ya que nunca me llama por mi nombre. —¿Y eso? ¿A que se debe que me llames así? —inquiero con un tono burlón y esboza una media sonrisa. —Tienes