𝟔. 𝐑𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨𝐭𝐞

1332 Words
Kayda Dabria Siento la sensación de alguien observandome con demasiada atención que me pone el cuerpo frío, trato de abrir los ojos alejando ese ligero sueño y la opresión en mi pecho, logro abrir los ojos luego de unos segundos, está vez la enorme luz blanca no golpea justo en mis ojos y no estoy segura de sentirme mejor que la primera vez que los abrí, mis ojos golpean con esos intensos ojos verdes musgo y el cabello rubio oscuro cae ligeramente sobre su frente, su piel blanca y las facciones de su rostro las reconozco en menos de un instante y creo es un sueño porque su nombre sale de mis labios, por un segundo creo que no me ha oído pero cuando frunce las cejas me preguntó si es real o no. Sus facciones están mucho más marcadas que antes pero sigue siendo ese hombre atractivo e imponente que recuerdo, tiene una ligera barba que le queda malditamente bien. — ¿Se conocen? — pregunta una voz grave y ronca, no tan intensa pero sensual y atractiva que me sonrojas y llama mi atención. Cuando intento mover la cabeza para ver de quién proviene un intenso dolor me recorre desde la parte de atrás, suelto un jadeo inconsciente. — Yo no — responde Enzo erizandome la piel. Creo que no es un sueño, mi corazón se acelera y el cardiograma me delata. — Me duele la cabeza — me quejo suavemente tomando mi cabeza con la mano no herida aún así me duele el hombro. Una mano está siendo lastimada por la intravenosa y mi hombro por la bala que recibí hace dos semanas, un dolor agudo golpea mi corazón. Carel... — Llamaré al doctor — responde la interesante voz. Ambas voces son interesantes y sensuales. — ¿Quien eres? — interroga Enzo poniéndome mal. Cierro los ojos sintiendo ese intenso dolor de cabeza. — ¡NOO¡ — la imagen de las llamas de fuego extendiendose alrededor de la propiedad, haciendo que el auto explote por el gas que goteaba — ¡ENZO! — chillo con dolor tratando de ir detrás de él. — Kayda mírame — la voz firme de Carel me vibra por debajo de la piel deteniendome — no puedes ir detrás de él... — ¡No! ¡No lo voy a dejar Carer! — sollozo tratando de correr destras de él pero me envuelve en sus brazos deteniendome, chillo forcejeando por ir detrás de Enzo pero solo siento un picotazo en el cuello que me cristaliza los ojos haciéndome ver borroso... — Enzo... déjame ir por Enzo por favor... — suplico con miedo y dolor dejando que las lágrimas bañen mi rostro cuando no resisto y lo siento cada segundo más lejos. — No dejaré que corras peligro Kayda, me perdonarás... Yo lo sé... — es lo último que oigo cuando veo todo n***o. Los lloriqueos y chillidos desgarradores aún están vibrando en mi oído. — ¿De dónde me conoces? — insiste haciendo aún lado mi cabello. Roza sus dedos con mi piel cuando lo hace robándome un suspiro de placer involuntario, siento mis mejillas más rojas de lo que debería, mi piel se eriza y no es una sensación que yo controle. Antes de que vuelva a preguntar oigo como entra un doctor y unas enfermeras, siento el tacto de todos pero no se siente como el de Enzo Faure. Me obligan a abrir los ojos golpeándome con esas luces blancas, me piden mirar de un lado a otro pero no logro ver a Enzo ni al dueño se esa sensual voz, el doctor me hace preguntas que no logro comprender, me siento en el aire. Enzo está aquí... ¿Que hace Enzo aquí? Mi corazón se acelera de nuevo... seis años sin verlo, seis torturosos años... Siento que la respiración se me corta y veo al doctor desconcertado. — ¿Tienes problemas respiratorios Kayda? — pregunta revisando mi informe médico. — No... — susurro absorta — ¿Puedo tomar agua? El le hace una seña a una enfermera que se acerca con un vaso de agua, tiene un sorbete por el cual bebo, inclinan un poco la camilla hacia delante, parpadeo un poco agradecida por no tener esa luz intensa en los ojos pero mi mirada golpea justo con la de Enzo que me analiza de forma oscura. Enzo siempre ha tenido una mirada intimidante, no puedo decir nada en realidad, todo el es intimidante, es un hombre grande, más grande de lo que imaginé que seria, la habitación es pequeña para él, nos hace sentir en un lugar pequeño, mide casi los dos metros un cuerpo musculoso, mi atención la roba también el hombre a su lado, misma complexión diferentes rasgos, el hombre a su lado tiene cabello n***o y al igual que yo ojos grises, quiero seguir analizandolos. — Andreus y Enzo por favor retirense — ordena mi doctor pero no puedo dejar de verlos y ellos a mí tampoco. Evidentemente ambos nos miramos de formas diferentes ¿Que hacen acá? ¿Quien es el hombre de ojos grises? El doctor me hace verlo. — El dolor de cabeza pasará en unos minutos ¿Está bien? Necesito que respires para mí... — ¿Mi padre? ¿Madre? ¿Dónde está Carel? El doctor y enfermeras se detienen cuando pregunto lo último, mis ojos se cristalizan con las miradas que se dan, en especial porque el recuerdo de los últimos sucesos regresa. No está... Me dejó y me traicionó con otra, comienzo a hiperventilar conforme recuerdo lo que sucedió. — Quiero a mi madre — sollozo sintiendo ese puñal en el corazón. Observó al preciosa vista que tengo desde la cima, estoy en la oficina de Carel, es de noche, se ven todas las luces y edificios, observó mi reflejo, el abrigo cubre mi desnudes, no se a donde se ha ido, mi atención se la roba un helicóptero... Estamos tan alto que el helicóptero no se ve tan lejos, me estremezco al sentir su tacto justo detrás de mi, me envuelve con sus brazos hundiendo su rostro en mi cuello, por medio del ventanal veo su reflejo, jadeo cuando besa la curva de mi cuello. — Preciosa — halaga a mí oído dándome la vuelta para verme. — ¿Dónde estabas? — interrogó observandolo con seriedad — ¿Y en qué momento entraste? Se ríe ante mi seriedad. — Entre hace mucho, llevo observandote desde que estás en el ventanal... Me observa con su hermosa sonrisa y ojos brillantes de amor. — ¿Porque no me habías abrazado antes? — Sabes que uno de mis pasatiempos favoritos es adorarte — me recuerda besando mis labios con suavidad — te miras preciosa bajo la luz de la luna. — ¿Eso crees? — No solo lo creo, se que lo es — aclara besandome de nuevo, está vez es más intenso, sus dedos recorren mi espalda sobre el abrigo — eres el amor de mi vida Kayda Dabria... — ¿Lo prometes? — Siempre... Observó hacía la ventana sintiendo mis lagrimas caer, era el amor de su vida... Me mintió, me mintió cruelmente, me bajo de mi nube sin remordimiento. — ¿Mi niña? — la voz de mamá es suave, está a mi lado, abrazándome y peinando mi cabello. — ¿Aún no parece verdad? Ella guarda silencio confirmando que no. — Tu padre esta en camino ¿Sabes? Ha estado muy preocupado por ti. Sonrío asintiendo con la cabeza. — Lo se mamá, sabes que se cuánto se preocupan por mi. — Si tesoro ¿Sabes? Hizo que los Wagner cuiden de ti, no quiere que nada te pase. — ¿Los Wagner? — pregunta confundida incorporandome en la cama. — Su cariño, Andreus Mavro, Enzo Faure, Leonid Ivanov, Kurt y Aenes Wagner... Entre abro los labios al reconocer de quienes habla. — ¿Enzo? Mama asiente con la cabeza mirándome curiosa. — ¿Conoces a Enzo hija?
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