Un sueño premonitorio

1644 Words
Abril estaba tomando una taza de té sentada en el comodo sofa rojo que había en la pequeña sala de estar de su habitación, cuando escuchó varios truenos resonando a la distancia, ella se levantó y se dirigió a la ventana. Había estado lloviendo toda la tarde, mientras veía como la lluvia golpeaba su ventana, se preguntó cómo le estaría yendo a Lissana, y que tan lejos estarían, si en ese momento ella estaría bajo techo o si estaría en la intemperie. El sonido de la puerta al abrirse la sacó de sus pensamientos, era Alessandro, él la veía con una mano apoyada en el marco de la puerta, le dirigió una media sonrisa, que hacía que ella se enamorara aún más de su guapo esposo y preguntó. — Preocupada. — Por supuesto. Alessandro entró, se acercó por detrás, la rodeó con sus brazos y apoyó su barbilla en su hombro. — Y como no estarlo, Lissana ha emprendido su primer viaje sola, ahora creo que no fue buena idea dejar que se fuera solo con Uzziel. — Ella insistió hacer este viaje solo con Uzziel, no creo que hubieras podido convencerla, además no es su primer viaje sola, cuando vino al desierto para pelear contra el rey oscuro emprendió el viaje sola. — Eso era diferente, esta vez no se dirige a un lugar en especifico, no puedo dejar de pensar en ella, en si le estará yendo bien, ella no es buena relacionándose con humanos, mentiras y engaños, esos es algo a lo cual ella no está acostumbra por haber crecido en la tierra de las hadas. — Ella es una chica inteligente, sobrevivió a la tierra de las hadas, este mundo no debería ser nada para ella. — Espero que en verdad sea así. El cuerpo de Abril estaba en tensión, Alessandro intuía que había algo más detrás de aquella preocupación, sobre todo porque ella era quien más había apoyado a Lissana para que se fuera de viaje. Él buscó su rostro, ella tenía el ceño fruncido, cuando se encontró con los hermosos ojos dorados de su esposa, le preguntó. — ¿Qué pasa Aby?, Has tenido algún sueño premonitorio. — No estoy segura de que sea premonitorio o si solo era una pesadilla producida por mi ansiedad. — ¿Qué soñaste? — Vi a Lissana luchando contra monstruos, pero eso no puede ser, ya no hay monstruos en este mundo, nos encargamos de destruirlos a todos. — ¿Estás segura? — Creo que solo era una pesadilla, me cuesta haber dejado ir a mi niña, así que olvídalo. — Aunque fuera así, unos cuantos monstruos no serían nada para ella, es nuestra pequeña guerrera, la cual venció al rey oscuro y puso fin a la guerra contra la oscuridad, princesa guardiana, yo creo que está más que preparada para el mundo exterior. Abril puso su mano izquierda sobre el pecho de Alessandro, las finas líneas de la marca de matrimonio en su mano brillaron ligeramente. — Supongo que tienes razón, no debería de pensar tanto en eso. Alessandro tomó la mano de Abril, besó sus pálidos dedos, que hacían contraste con el dorado de la marca de matrimonio y le dijo con una sonrisa picara. — Yo tengo un método increíble para hacerte olvidar de tus problemas y relajarte, deberíamos ir a la cama para que te lo muestre. Habían pasado solo unos meses desde que Alessandro había vuelto de entre los muertos y que los dos habían renovado sus votos matrimoniales, en ese momento los dos se encontraban aún en su fase de luna de miel, ambos se obligaban a salir de la cama para cumplir con sus obligaciones. — Hum... ¿de verdad? — Si, te daré un merecido masaje, de esos en los que no hay parte de tu cuerpo que quede sin ser tocada. Abril lo beso. Un beso hambriento y voraz, aunque para Alessandro no habían sido mucho tiempo, lo años que habían estado separados, para Abril había sido una tortura, habia extrañado su cuerpo, la calidez de sus besos, la suavidad de sus caricias, lo habia extrañado todo. Él la levantó del suelo y la arrastró hasta la cama, incapaz de seguir aguantando las ganas de comérsela, de hacerla suya. Egoísta, Alessandro se había vuelto un hombre sumamente egoísta, se había dado cuenta de eso cuando Lissana se habia ido, aunque deberia de estar extrañando a su hija al igual que Abril, él no podía dejar de pensar en su esposa, en el deseo voraz que sentía por hacerle el amor, por perderse en su cuerpo y encontrarse en su mirada. En sus cuerpos unidos como uno solo, como el diseño perfecto creado por Dios. Ambos se quedaron compartiendo su amor de manera intensa y salvaje, hasta que sus cuerpos cayeron rendidos ante el cansancio y el placer, Alessandro acariciaba su espalda con pequeños toquecitos, mientras ella descansaba sobre su pecho. Aunque Alessandro se había vuelto mucho más delgado debido a la falta de actividad física, pero aun así, Abril seguía pareciendo muy pequeña entre sus brazos. — ¿Mucho mejor?, ¿He logrado que te relajes? — Más que relajarme creo que me has agotado, no sé por cuánto tiempo soportaré estas intensas noches. Alessandro enterró su nariz entre los cabellos rojizos de Abril, suspiró su aroma y le dijo. — Somos jóvenes todavía, creo que por mucho tiempo, creo que ya hemos obtenido la resistencia. — No somos tan jóvenes, además tu eres mucho mayor que yo. — Eso no es verdad, si contamos los años que estuviste en la tierra de las hadas y los que estuve muerto, eres mucho mayor que yo, eres una mujer mayor pero no te preocupes, no lo aparentas. Abril le dio un golpecito en el pecho. — Eres un tonto. — Pero aun así me amas, al igual que yo te amo, no me importa que seas mayor, de lo contrario no me habría casado contigo por segunda vez. Abril soltó una sonrisa, sus platicas sin sentido siempre la relajaban, la hacían olvidar los duros y fríos años que habían vivido separados. — Te amo Aby, te amo. Abril no respondió a sus palabras, él le apartó el cabello del rostro, para ver por qué no decía nada, ella se había quedado dormida. — Que oportuna. Pensó mientras la cubría con la manta y la acomodaba en la cama para que estuviera más cómoda. Él se quedó mirándola hasta que el sueño hizo que sus ojos se cerraran y se quedara dormido. Abril estaba segura de que hacía solo unos momentos se encontraba en los brazos de Alessandro, por eso no entendía por que se encontraba en el jardín dando un paseo y aún menos entendía por que su vientre se veía abultado. Embarazada. Pensó mientras caminaba sin tener control de su cuerpo, solo de sus pensamientos. El paseo por el jardin duro, hasta que escuchó una voz que la llamaba, era la voz de una de las sirvientas. — Su majestad, buenos días, ya es mediodía, quiere que le traiga algo para comer o prefiere el baño primero. Abril levantó las sábanas y tocó su vientre, la sirvienta muy sorprendida preguntó. — ¿Pasa algo su majestad? Abril negó con la cabeza. — Nada, solo quería comprobar una cosa, prepara mi baño primero. Cuando la sirvienta entró al cuarto de baño, Abril no pudo evitar volver a tocar su vientre, estaba plano, pero en su sueño, había estado abultado, incluso había llegado a sentir como algo se movía en su interior. Un sueño premonitorio, ella volvería a estar embarazada. Abril se puso pálida al pensar en esa posibilidad, la tierra de las hadas se encontraba bloqueada. Cuando la sirvienta salió del cuarto de baño, Abril entró, su baño fue más rápido de lo acostumbrado. Tras cambiar sus ropas salió de la habitación con gran prisa, un médico, necesitaba un médico, uno que le confirmara que no estaba embarazada. Si mandaba a llamar al médico de la familia tardaría demasiado en llegar y Alessandro acabaría enterándose, así que decidió ir a la ciudad, usando un anillo mágico cambió el color de su cabello y usó una capa para ocultar su rostro. Cuando le confirmaron que no estaba embarazada, Abril sintió un gran alivio, toda la tensión que había sentido hasta ese momento apretando sus entrañas desaparecieron por completo. — ¿Está completamente seguro de que no estoy embarazada? Aquel médico al ver a la joven mujer ocultando su rostro pensó que era una noble que había perdido su pureza antes de casarse, así que volvió a decirlo. — No está embarazada. Él le pasó una bolsita con algunas hojas y le dijo. — Aunque si el coito ha sido reciente, será mejor que se tome un té con estas hierbas para evitarlo. Abril se quedó mirando la bolsita con hojas secas que tenía en la mano, ella acababa de pasar una noche intensa de pasión con Alessandro, ella tomaba algunos tes anticonceptivos pero había estado tan preocupada el día anterior que no lograba recordar si lo había bebido. Abril llevó su mano a su vientre y preguntó. — Si es así, ¿puedo estar embarazada? — Si, pero no podría confirmarlo hasta dentro de unos meses, así que por eso le aconsejo que se beba un té con esas hierbas, evitaran que el embarazo continúe si ha ocurrido. Abril dejó caer la bolsita con las hojas secas, horrorizada con la idea de deshacerse de su hijo si es que estaba ahí. — ¡Jamás haría algo así! — ¿Entonces piensa tenerlo? Abril había tenido un sueño tan vivido, que había sentido como esa pequeña vida se movía en su vientre, aunque fuera difícil, ella lo tendría. Ella le dio una moneda de oro al médico y dio media vuelta sin responder a su pregunta.
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