OLIVER SINCLAIR - Saga Diamantes parte II

Me balanceo lentamente en uno de los cuatro columpios que hay en el jardín de la mansión Sinclair donde mis hermanos y yo crecimos, este lugar siempre ha estado lleno de vida, en cuanto atravesabas la puerta principal el aroma a canela te trasmitía calma. Me empino la botella de Jack Daniels al sentir los ojos llenos de lagrimas cuando el recuerdo de ocho niños corriendo en este lugar, niños que se aman entre sí, niños que crearon un vínculo único, un vínculo que muchos envidian. La muerte de Mayner es algo sumamente doloroso para nuestra familia, pero más aún para la castaña que sale por la puerta en una bata de seda verde, veo que se sienta en el primer escalón de la corta escalera que da al césped del jardín. Bebo otro gran trago de mi botella mientras ella se abraza a si mima mirando a la nada, me duele verla así, ella siempre ha sido solo alegría y felicidad. Duele verla llorar y ver el dolor que siente en este momento, pero es entendible ya que no solo perdió al chico con el creció, perdió a su esposo, el padre de su hijo, pero sobre todo perdió al amor de su vida. los ojos se llenan de lágrimas por lo que me empino la botella tratando que este deshaga el nudo que tengo en la garganta al verla tan dolida y perdida, nuestra familia está sumamente preocupado por su estado emocional ya que Mayner era todo para ella. Incapaz de continuar viéndola en ese estado me pongo de pie caminando al interior de la casa en dirección a mi habitación donde entro lanzándome a la cama Respiro profundamente antes de empinarme la botella deseando que lo que está sucediendo no sea más que una pesadilla de la que ya quiero despertar. Bebo más de mi whisky, el líquido ámbar adormece un poco el dolor que siento en este momento hasta que poco a poco voy cayendo en los brazos de Morfeo.   A la mañana siguiente me levanto con una terrible resaca por lo que rápidamente me dirijo al cuarto de baño donde me doy una ducha con agua muy fría tratando de espabilarme antes de ir a ver a mi padre. Cuando estoy listo salgo de mi habitación tomando mi celular, una vez en el pasillo camino hasta escaleras que bajo en busca del despacho de mis padres. Camino por la casa hasta que de repente me detengo en la entrada del gimnasio viendo a mi gemelo en su terapia, se encuentra junto a su entrenador y junto a él su esposa ayudándolo en esta etapa tan difícil. Los ojos se me llenan de lágrimas al ver la herida que tiene mi hermano en su pierna producto del accidente y el esfuerzo que está haciendo. Paso saliva caminando hasta el despacho donde al entrar veo a mi padre abrazando a mi padre que llora contra su pecho lo que parte el alma al tiempo que se me llenan los ojos de lágrimas. -         Cariño… - habla mi madre apartándose un poco de mi padre limpiándose las lágrimas, camino hasta ella abrazándola con un enorme nudo en la garganta – estoy bien… -         Eso es mentira – respondo besando su sien – ninguno lo esta. -         Pero lo estará – habla mi madre sujetándome el rostro antes de besar mis mejillas – todo estará bien. – asiento con la cabeza. -         Quiero pedirles algo… Luego de hablar con mis padres quedo con mis primos para ir a comer, por lo que tomo las llaves de uno de los autos antes de caminar a la entrada la que atravieso encontrándome de golpe con unos hermosos ojos verdes que me observan molestos. -         ¿algo le pasa a tus ojos? – pregunta ella enarcando una ceja sin apartar los ojos de los míos. Paso saliva sintiendo el azote que me avasalla el tórax al verla, es bellísima. -         ¿Quién eres? – pregunto ignorando su pregunta a lo que ella rueda los ojos. -         El demonio – responde con burla antes de intentar pasarme, pero me interpongo haciendo que ruede los ojos. -         ¿a quién buscas? -         Pero que cotilla – comenta sonriendo de forma sínica – vengo a buscar a mi padre… -         ¿Padre? - Si, ¿no lo sabias? – pregunta con arrogancia – soy hija de Amaris Sinclair…