Con esas palabras pronunciadas por Aiden comenzamos un vicioso ciclo. La propia arena, el mar y luego su cama, fueron partícipes de nuestra conexión. Testigos de nuestra unión física y espiritual. Varias veces. «Glotona». Mi subconsciente me hace reír pícaramente. Gesto que supongo refleja mi rostro cuando Aiden sale del baño, vistiendo solamente, un bóxer n***o. Su escultural torso acapara mis sentidos. Y él lo sabe. Cuando levanto la mirada, me encuentro con la suya. Él está poniéndose una camisa y me observa tenso, hambriento. Aún soy consciente de que Aiden debe trabajar; de que saciamos todas nuestras ganas la noche anterior y durante la madrugada. También de que tenemos todo el tiempo del mundo para amarnos. Pero mis deseos no se agotan, al contrario, aumentan con su sola presenc