A la mañana siguiente fui la primera en despertarme. Nos tuvimos que acomodar bien para poder alcanzar todos en ésas casas de campañas, ¡hasta me duele la nuca por haber dormido mal!Terry nunca hace nada bien. Me encontraba sentada en la arena observando el amanecer, es precioso, los colores que tiene, sin duda cuándo me case haré una casa frente al mar. —Hola fea—dijo Terry sentándose a la par mía. Rodé los ojos. —Tú eres el feo—me defendí. Rió. —¡Es broma¡ sabes que eres jodidamente hermosa—me despeino, aunque mi pelo ya estaba hecho un asco. No pude evitar sonreír. —¿A qué se debe tanto halago?—pregunté mientras me hacía un moño. —¿Perdón?, ¿ahora no te puedo decir piropos?—pregunta ofendido. —Bueno... Sí, pero es raro—dije. Rodó los ojos. —Drey, ayer ya no te pude decir nada