(Narra Dante Weiss)
Mientras corría surcando los arboles me topé con la figura de Carter. ―¿¡Que carajos haces aquí!? ― Ninguno de los dos aminoró la marcha, pero por su lomo erizado supe que él pensó lo mismo que yo. ¿Quién aulló?
Antes siquiera de llegar al lugar de donde provino aquel llamado, escuchamos los gruñidos violentos. Había una maldita pelea. ― El aroma que tiene trazas de orina y excremento es del lobo intruso. ― Me aseguró Carter.
― ¿Quién es el otro lobo?
― Dante, si no fuera por el ruido, no creería que hay otro lobo. ― Y tenía razón, el único olor que se sentía era el de aquel lobo y el de Annie. Annie, pensé y sentí un alivio. Ella debía de estar bien, pesé a escuchar los latidos acelerados de su corazón y su respiración agitada, ella estaba bien. Cuando saltamos f
