(Narra Bree Mond) Tenía unas ganas enormes de escuchar todo lo que ocurría dentro de la cabaña, tantas que sentía mis orejas calientes. Al final el sentido común me dominó y tuve que alejarme lo suficiente para no verme como toda una chismosa. Iba a respetar la privacidad de Annie. Ojala el señor Elliot esta vez sí le diera un tiro a Dante en el culo, para bajarle esa actitud arrogante y presuntuosa. Caminé en dirección al sendero y me senté sobre un tronco derribado, casi parecía que era una banca. Mientras me decidía a hacer otro intento de llamada a mis enanos, un ruido atrajo mi atención. Sin levantar la mirada busqué su dirección. Era una respiración, algo estruendosa y pesada, casi como la de los típicos acosadores telefónicos. La ubiqué justo frente a mí, del otro lado del sendero