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Algo tan difícil como decir te quiero

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Blurb

Prudence Powel intenta ser una mujer independiente y valerse por sí misma mientras tiene que soportar a su sexy y guapo vecino quien, por cierto -palabras de Prudence-, es el causante de todos sus males.

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Capítulo 1
Un ruido proveniente de mi alarma me hace abrir los ojos de inmediato, así que me pongo la almohada encima. No quiero levantarme. No quiero levantarme. No quiero levan... —¡Prudenciaaaa! —el grito de mamá hace que pegue un grito ahogado y me reincorpore en la cama. —¡Es Prudence, mamá, es PRUDENCE! —devuelvo con mal humor. La cosa es así: siempre despierto de mal humor, allá tú si algún día despiertas al lado de Prudence Powel. Significa peligro. —¡No me levantes la voz, jovencita! —exclama desde abajo. Hago puchero y maldigo a todo mundo, maldigo a mis sabanas, a mis almohadas y a mi... —¡Hola, vecina! Bonito día, ¿no? Esa voz. La voz del demonio. Giro la cabeza y lo veo en la ventana, ¿porqué nuestras ventanas tienen que estar tan cerca? James está sin camisa, estirando los brazos como si nada. Él tiene la culpa, él la tiene. Por su culpa ya no puedo dormir bien. Aprieto los dientes y lo señalo. —¡Túú! —intento salir del enredo de mis sábanas para encararlo mejor pero no puedo. Me pongo de rodillas, sin embargo, hubo un enredo entre las sábanas y mis piernas porque caigo de cara al piso— Auch. —me quejo, seguido de la risa de James. Me levanto por fin y lo miro, su cabello rubio esta despeinado dando a entender que se acaba de levantar. Quiero gritarle, quiero patearlo, quiero ¡agh!. —¿Porqué esa carita? —cuestiona con diversión— ¿no dormiste bien, Pru? Recuerda que el sueño es muy importante. Ya no te desveles —dice, girándose y yéndose. —¡Idiota! —espeté. —¡Prudence! —me reprende mi madre. Zapateo aguantándome las ganas de ir y tomarlo del pelo. —¡¿Que te he dicho sobre las malas palabras?! —¡Pero, mamá...! —¡Nada de pero, apúrate que el desayuno ya está listo! Escucho la risa de James a lo lejos. Se burla de mi, se burla de mi. Resoplo, respirando profundo. Inhala, exhala. Algún día James se irá de aquí y ese día haré fiesta. Me meto al baño y doy un portazo. —¡Pru! Creo que a mi mamá ya le he sacado hasta canas verdes. Pero esperen ¿quién es James? ¿Cómo lo conocí? Bueno, fue un catorce de febrero, yo iba apurada manejando para una entrevista de trabajo, quería ganarme mi propio dinero para comprar las cosas que quisiera. Mamá me había dicho que si lo conseguía me daría más libertades, pero sino me olvidaba del empleo y terminaba la escuela sin interrupciones. Bueno, había demasiado tráfico, buscaba desesperadamente un atajo, llevaba casi una hora allí, estaba cerca de avanzar, pero ¡zaz! Que un coche se me adelanta a mi lugar dejándome atrás. Me acompañaba mi mejor amiga Piper. —¡¿Qué te pasa, Idiota?! —le exclamé al coche de delante. Le di de bocinazos. —¡Ese era mi lugar! —Shhh no grites —me calló Piper—. Nos estás poniendo en vergüenza. Los coches del lado se nos quedan viendo raro —murmuró. —¡Me vale! —grité más fuerte mirando a los de los lados—. ¡Aquí ya no hay respeto! ¡Exijo respeto! ¡Tengo derechos! —di más bocinazos al coche de delante. Estábamos aparcados esperando la señal del semáforo, pero claro, él se va primero y uno se queda aquí a esperar más horas. ¡Ese era mi lugar! Y como si me quisiera encabronar, el muy hijo de su madre sacó el brazo y me hizo una seña de estar bien con su dedo. Y luego hizo el signo de amor y paz. ¡Ahora sí! ¡Ya te agarré! Abrí la puerta y salí, decidida y tomar del cabello a quien sea que vaya en ese coche. —¡Pru! ¿Qué haces? Vuelve aquí —decía Piper. Avancé hasta el coche y toqué el cristal. —Abre, degenerado, abre. —lo animé, enseñándole mis puños. Los autos de al lado empezaban a hacer sonar sus cláxones. El chico abrió su puerta y bajó, tenía una sonrisa divertida en su... guapa cara. Pues sí estaba bueno, pero eso no me interesa ahorita. —¿Necesitas algo? —se cruzó de brazos. —Sí, ¿no ves que este era mi lugar? Me pasaste. Me pa-sas-te. —me crucé de brazos también a encararlo. Rió. —Perdón, no me fije que estuvieras allí —comentó rascándose la barbilla sin ningún temor. Es como si no me temiera. —¿Perdón? —me mofé. —Prudence, ven, vámonos —se me acercó Piper, tomándome de los brazos. —¡No! —me zafé— ahora por su culpa no llego a mi cita —reproché— ¡por tu culpa! El chico apretó los labios como queriendo no reír, eso me enojo más. —¡Ahora si...! —enrollé mis mangas decididas a darle su merecido. —¡Prudence! —Piper me tomó de la cadera, chiniandome. —¡Nos vamos! —¡No, suéltame, lo voy a poner en su lugar! —pataleé. Joder. Como Piper me llevaba ya para el coche el chico ese hizo una señal de adiós con una sonrisa divertida en su cara. Elevé mi mano, pasando mi dedo índice por mi cuello para después señalarlo. —¡Estas muerto! ¡Donde te llegue a encontrar...! —Piper me dejó en el asiento copiloto. —Quieta. Salí de la ducha y busqué mi uniforme. Así fue como conocí al idiota de James, cual fue mi sorpresa cuando una semana después lo miré bajarse de su coche seguido de un coche de mudanzas. Venía para la casa de al lado. La única que me cae bien es su mamá. Ni pareciera que fuera su hijo. Ahora ha pasado un mes desde ese trágico incidente. Desde entonces mi vida ha sido terrible, no me deja dormir porque en las noches pone música demasiado alta. Me desvelo, no puedo estudiar. Y lo peor de todo es que ahora no soy la más sobresaliente del aula, ahora soy la segunda porque ÉL es el primero. Me puse mi camisa color celeste, luego mi falda volada, dejando la camisa por dentro. Puse mis calcetas, mis zapatos de negros de tacón y por último peiné mi cabello. Hice unos rizos en las puntas, puse máscara en mis pestaña y brillo rosadito en mis labios. —¡Prudence, se te hará tarde! —me apura mi madre. —¡Ya voy! Tomé mis cosas: mi bolso y mi celular y baje rápidamente a la cocina. —Qué gritona te has vuelto, madre —dejé el bolso en la silla de mi lado y me senté—. Enserio. —Prudencia del Carmen, te he escuchado maldecir a James, ¿es que nunca se van a llevar bien? —me pone mi desayuno en la mesa. Empiezo a comer. —Nunca, madre, NUNCA —puntualicé—. Y es Prudence, mamá, P. R. U. D. E. N. C. E. Ella rodó los ojos y se sentó frente a mi. Desayuné tranquila, me despedí de mamá y salí afuera. Piper venía saliendo de su casa y se acercó a mi rápidamente. —Pru, ¿a que no adivinas quién volverá al barrio? —se miraba emocionada. Arrugué la cara y negué con la cabeza. En eso también iba saliendo James. Rodé los ojos y me apuré a montarme en el siento principal del auto. Piper se sentó en el copiloto. —¡Es Rodrigo! Me atraganté con mi propia saliva y la miré boquiabierta. —¿Rodrigo? —inquirí pasmada. Asintió. Rodrigo fue mi ex en el segundo grado. Ah, buenos tiempos esos. —Genial, simplemente genial —encendí el auto y arranqué. James salió primero así que íbamos detrás de él. Si acelero y lo empujo sería perfecto, ya que abollaría la parte trasera de su coche y se enfadaría mucho. Reí para mis adentros al imaginarme su cara. Pero también se dañaría el coche de mamá y quién aguanta después a esa señora. —Mi tía Pilar me dijo hace un momento que estará aquí para la tarde. Quien quita y se puso guapo —ronronea ella. O quizás esta regordeto. —Hmm pues... que bueno. No quiero lidiar con ex ahorita —dije, acelerando un poco. Le pité para que se diera prisa. Bajé la ventanilla y saqué un poco la cabeza. —¡Manejas como tortuga! —le grité, riéndome y volviendo a mi posición. —Te encanta molestarlo —murmura Piper abriendo una galleta. —Dame —estiré la mano para que me diera. Esta puso dos galletitas en ella, así que me las llevé a la boca. El auto de James se fue deteniendo frente a una casa. Ya se de quién es. Me detuve también con él para ver si era lo que estaba pensando. Segundos después la Cacatúa sale de su casa. —Hmm con que tenemos nueva conquista —murmuré mientras comía el resto de mi galleta. —¿No somos muy obvias estacionándonos MUY cerca de James? —inquiere Piper lamiéndose los dedos. —Quizás. —respondí, sacando unos lentes oscuros de a guantera y poniéndomelos—. James me ha quitado muchas cosas. Necesito algo que quitarle. Esa Cacatúa no creo que le interese mucho. No dura ni una semana te lo aseguro. —Se llama Paloma —me corrigió. —Cacatúa le digo yo. La chica esa se sube al asiento copiloto, segundos después James hace sonar su claxon y arranca. Lo sigo. —No es como si fuéramos estar al pendiente de todo lo que haga, ¿verdad? —Piper me mira. Me hago la desentendida. —Por supuesto que no —mentí. —Prudence... ¿acaso ya lo vigilas? —inquiere en ese tonito amenazador. Reí. —Obvio no. —Actúas como si sí. —Olvídalo, Piper. Al llegar al enorme edificio nos bajamos. La Cacatúa se baja, lleva la falda del colegio más corta de lo normal y como dos botones más sueltos en su camisa, dejando ver su escote. Alguien que le diga que viene a una escuela. James se baja, llevaba unos lentes oscuros como los míos también. Hasta eso me quiere quitar también: El estilo. Disimuladamente me quito los míos. James lleva también unos dos botones más sueltos de su camisa, y la lleva por fuera. Parece que viene a vaguear en vez de estudiar. Y tú parece que vienes a espiarlo en vez de estudiar. Hago caso omiso a mis pensamientos y nos dirigimos adentro. Pero volveré a tener el primer lugar en los alumnos sobresalientes. Conseguiré un trabajo y lograré que James se vaya del país. Suena al paraíso eso. Piper y yo nos dirigimos a nuestros casilleros. —Hoy toca el sistemático de Ciencia y no estudié —se queja ella sacando un libro de su casillero. —Dímelo a mi, James -demonio- Bell volvió a poner su estupida música otra vez y no me dejó estudiar bien —me miré en el espejito de mi casillero— ¿ves estas ojeras? Son por causa de él. Solo de él. Piper rió a lo bajo. —Adiós, Prudencia, nos vemos en clases —me pasó diciendo mi peor pesadilla. James iba con la Cacatúa pasando junto a mi. Esta se me quedó viendo ceñuda.  Aparté la cara. —A James Bell solo le gusta molestarme —comenté. —¿Qué tal si vamos a este lugar? —Piper me enseñó la pantalla de su celular. La miré con aburrimiento. —¿Qué es o qué? —Una oferta de trabajo, buscan jóvenes eficientes y trabajadoras —dijo—. Creo que sería bueno si vamos. Un trabajo. Mamá no me dejará. Pero necesito el dinero. —Está bien, vamos después de clases —aseguré. —No, la entrevista es ahorita —leyó para luego verme—. ¿Y si...? —No, jamás me he fugado de la escuela. —negué, aunque con un día que falle nada pasará— ¿Sabes qué? Vamos, de por si voy en segundo lugar en los alumnos sobresalientes —puse mis labios en una sola línea. —Eso, vas a ver que pronto obtendremos mucho dinero para ir de compras. Piper y yo salimos de la escuela, en ese momento el timbre empezó a sonar. Todos los alumnos se apresuraron a ir a sus aulas. Piper y yo teníamos planes mucho más interesantes. Además, eso de verle la cara a James otra vez como que no. Quería hacer una salida triunfal del colegio, era la primera vez que salía de pinta y se sentía la adrenalina. Pero como soy Prudencia alias Mala suerte nada sale como espero. Antes de llegar al carro pisé una cáscara de banana haciendo que cayera de trasero al piso. ¡Ay mi colita!

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