Padre Gael Moya —¿Por qué no vas a casa a descansar? —la voz de mi madre hace eco a mis espaldas en la pequeña capilla del hospital donde estoy sentado desde hace un largo rato. —Te hará bien descansar al menos por unas horas. Además tú hermano... Una pausa de unos segundos le sigue a lo último y después un suspiro triste de su parte. —Iré a la noche madre. Estoy bien. — contesto mirando mi reloj y acercándome hasta ella. —Si quieres puedes ir tú con Danna y al regreso de ustedes me voy yo. Niega con la cabeza y la mirada fija hacia el altar. Hemos estado aquí tantos días que poco a poco ya vamos perdiendo la cuenta. La última vez que mi hermano reaccionó fue sólo por apenas unas horas para después volver a caer en su sueño profundo nuevamente. —No debemos perder la esperanza —es l