Capítulo 1.

3752 Words
-¿Estas segura de que tienes todo lo que necesitas? - Le pregunto Sophie a Kendall entretanto ella iba guardando el resto de sus pocas pertenencias en la cajuela del auto de su padre. El día por fin había llegado, era hora de comenzar una nueva vida sin distracciones, cosas que la hicieran apartarse de lo que siempre había querido, o incluso ojos verdes que la obligaran a olvidar cada una de sus reglas morales y de todo lo que en algún momento se había prometido. Kendall se instalaría ese mismo día en el departamento compartido que sus padres alquilaron para ella, la WUC estaba esperando por ella y la chica no podía sentirse más feliz de por fin abandonar esas viejas calles que tantos malos recuerdos le daban. Así que si, las vacaciones de verano se habían acabado por fin, los helados se empezaban convertir en libros y las horas tumbadas en la piscina con sus padres, se volvían largas y complicados bloques de clases. -Mamá, estaré bien, tengo todo y más de lo que necesito - Respondió dedicándole una sonrisa a esa mujer a la que ya se le empezaban a llenar los ojos de ligeras y orgullosas lagrimas. Su pequeña por fin había crecido, Kendall ya era toda una mujer, y Sophie no podía sentirse más nostálgica de lo que ya estaba, si tan solo hacia un par de años que la recordaba vistiéndola y llevándola al jardín de niños. -Llámame ¿Quieres? No te olvides de mi - Le pidió para después envolverla en un enorme abrazo que le estaba quitando todo el aire a Kendall. -No hagamos esto más sentimental - Reprocho Thomas mientras le dirigía una mirada a Sophie - Es solo la universidad, y confió en que Kendall no haga locuras, y venga aquí todos los fines de semana que le sea posible - Aseguro dirigiéndose en ese momento a su hija. -Por supuesto que si - Ella les dio un brazo a los dos al mismo tiempo, se sentía bien eso, poder estar con ellos sin secretos, sin mentiras, o rebeldías, ellos eran su familia, y por lo que ella podía ver, era lo único que le quedaba. La vida le había enseñado que las amistades eran falsas, los amores pasajeros, y que incluso las estrellas se escondían al salir el sol. Thomas y Sophie eran el pequeño tesoro de Kendall, y solo esperaba no volver a defraudarlos como lo había hecho el año pasado en donde había hecho sufrir a su madre, a causa de un perdido y jodido chico. Ethan la había empujado a tomar las decisiones más erróneas de su vida, la había obligado a quebrantar todos sus principios morales, y personales, y aunque no se arrepentía de cada uno de los segundos que paso al lado del chico, algo dentro le decía que debía haberlo pensado más, ser menos ingenia, y más fuerte. Pero ahora ya no importaba lo que había pasado en el futuro, lo que había decidido hacer y las mil formas en las que se había entregado a un chico con infinidad demonios encima, porque Ethan había quedado atrás, o eso era de lo que ella trataba de convencerse día tras día frente al espejo. Ya no importaba el ayer, lo mucho que había sufrido en el pasado o todas esas estupideces de instituto, Britney se iba al demonio, Kevin se iba a la mierda, y todas y cada una de las personas que le habían hecho daño anteriormente ya no existían, porque era una nueva Kendall la que se enfrentaba al futuro. Una Kendall más segura de sí misma, más valiente, una que sabía lo mucho que las palabras podían herir y lo bueno que era de vez en cuando, guardarse los sentimientos para sí mismo, y aunque le costase aceptarlo, y aunque un pinchazo de dolor le recorriera el cuerpo y la espina dorsal, ella debía admitir que era Ethan la persona que le había enseñado esas cosas. Porque si tan solo ella no le hubiera dicho esas dos palabras, si tan solo de su boca jamás hubiera salido ese lastimero "Te amo" las cosas podrían haber sido muy diferentes, quizás no habrían acabado, quizás todo hubiera seguido en el mismo limbo emocional que antes ... Y ella ya no lograba distinguir que había sido lo mejor, si haberlo confesado para separarse, o habérselo guardado para disfrutar de eso que había entre Ethan y ella por tan solo un poco de tiempo mas. -Vamos, no quiero que nos coja el transito - Thomas le dio un beso en la boca a su esposa, para después dirigirse al asiento del conductor de la camioneta. -Te voy a extrañar mamá - Kendall le dio un último abrazo a Sophie para despedirse con la mano y subirse al auto junto a su padre. -¡Suerte, cariño! - Sophie se quedó de pie observando como el auto se perdía entre la lejanía, rogando porque Kendall fuera lo suficientemente astuta, e inteligente como para no dejarse enredar nuevamente de ese chico que había producido tantas pesadillas en su familia. Hacia un par de semanas, que Sophie había hablado con Sam, así que se había enterado por una fuente más que fidedigna, que Ethan había logrado entrar becado a la misma universidad de su hija, y aunque no se lo había dicho, para no despertar viejas emociones en la chica, sí que se sentía preocupada por lo que pudiera llegar a pasar entre ellos dos, sobre todo allí donde no había nadie que pudiera vigilarlos. -¿Estas emocionada? - Le pregunto Thomas a Kendall al notar el brillo en sus ojos y sus inquietas manos que no dejaron de moverse durante todo el trayecto al campus universitario. -Te mentiría si digo que no - Afirmó ella, mordiéndose el labio inferior, todo le parecía tan perfecto, la universidad había llegado en el mejor momento de su vida, ese donde necesitaba olvidarse de todo, y de todos, volver a empezar y hacer de ella lo que siempre había soñado. -Vas a estar bien - Él le tomo una mano - Este siempre fue tu lugar, solo no te equivoques. -No lo hare, lo prometo - Kendall miro a su padre, y estrecho su mano cuando noto que el tiempo juntos se les empezaba a agotar nuevamente. La WUC se alzaba en todo su esplendor frente a ellos, había autos por doquier y chicos cargando cajas caminando por cada espacio disponible, todo se veía tan grande y tan imponente, que Kendall sintió que de pronto empezaba a quedarse sin aire. Todo eso, hasta que se dio cuenta de una cara amiga que empezaba a acercarse hasta ella con una de las sonrisas más grandes y hermosas que ella había conocido jamás. Sam estaba usando unos jeans ajustados negros, y una sencilla y sin gracia camisa blanca, su piel se veía bronceada, y su cabello se notaba mucho más rubio de lo que ella recordaba haberlo visto la última vez, todo él se veía esplendido, lo que hizo que una sensación desconocida se instalara en el pecho de la chica que sonrió en cuanto se dio cuenta de su presencia. -Señor Gibson - Sam apretó la mano del padre de Kendall, y se saludaron haciendo gala de la confianza que se había creado entre ellos dos. A Kendall le gustaba tanto la forma en la que Sam y su padre se trataban, era como si fueran amigos de toda la vida, conversaban de Whiskeys, de partidos de futbol americano e incluso de uno que otro descubrimiento arqueológico del que Sam se había enterado gracias a estudiar un poco para impresionar al padre de esa chica a la que se dedicaba a conquistar. Kendall sabía cada una de esas cosas, de todo lo que hacía por agradar, de lo bien que la hacía sentir, de lo protegida que se sentía cuando el rostro de Sam se hacía presente, era cada uno de esos detalles los que le encogían el corazón y la llevaban a fantasear con un futuro junto al chico de cabello de oro. -Hombre, solo Thomas - Le recordó el padre de Kendall, con una sonrisa de aprobación a Sam. -Hola - Kendall soltó una risa inocente mientras se acercaba a la mejilla de Sam y la besaba castamente. -Linda ¿Necesitas que te ayude a instalarte? - Inquirió Thomas viendo las cajas que empezaba a sacar su hija. -No, no es necesario que hagas más, papá - Aseguro con agradecimiento. -Y yo la ayudare - Sam le dirigió una mirada divertida y coqueta a Kendall - Yo moveré sus cajas - Termino de hablar, haciendo que por alguna estúpida razón ella comenzara a reír. -Está bien - Thomas se acercó a Sam - Cuida de ella - Le dijo al oído. -Por supuesto - Respondió Sam. Tras sacar todas las cosas de su hija del auto, Thomas se fue de allí dejando al par de chicos en un repentino silencio que se había instalado alrededor de ellos. -Así que… - Kendall comenzó a hablar - ¿Qué te acaba de decir mi padre? - Lo miro con el ceño fruncido. -Cosas, que no tienes por qué saber, es algo entre él y yo - Asevero, haciendo que la chica se llenara de más curiosidad de la que ya sentía. -¿Enserio no piensas decirme? - Ella se cruzó de brazos, y tomo una de sus cajas, mientras Sam cargaba el resto para llevarlas al edifico frente a ellos. -No - El chico comenzó a caminar, le gustaba cuando Kendall se ponía así de inquieta y curiosa, de hecho no había estado de ella que a él no le gustara, Kendall era irresistible incluso cuando odiaba al mundo entero y quería desaparecer. -Mmm - Dudo - Pese que eras más sincero y menos traicionero. Sam soltó una carcajada, pero no pensaba decirle, iba a deja que ella se quedara con la inquietud, y si veía la oportunidad, ya usaría eso a su favor más tarde, tal vez para poder rodearla con su cuerpo y poder decirle con su boca al cuello lo que el padre de ella le había pedido. -Así que hemos llegado - Ella soltó una bocanada de aire, mientras entraban en el departamento medianamente grande que se suponía que iba a compartir con Dios sabia quien. -Henos aquí - Susurro Sam cerquita el cuerpo de Kendall, haciendo que ella se sobresaltara al sentir el cálido aliento de él, en su nuca. Había algo en Sam que lo volvía totalmente irresistible, pero no quería equivocarse, no quería malinterpretar la gratitud que su corazón sentía hacia él, no quería equivocarse y mucho menos entablar una relación con Sam con el fin de olvidar a Ethan, o peor aún hacerlo por el simple hecho de que con Sam todo fuera tan fácil y diferente a Ethan. Sam transmitía comodidad, la palabra peligro ciertamente no encajaba con él y su cabello perfectamente peinado, todo él era como una caja de protección que de vez en cuando le provocaba a Kendall, pero no quería conformarse, sabía que era probable que fuera feliz con Sam , que él la haría reír y le daría mimos en la noche. Sin embargo después de haber vivido un amor tan intenso y grande como el de Ethan, ella no quería simplemente resignarse a otra cosa, ella esperaba una nueva persona que le hiciera vibrar el alma y que le arrebatara el corazón, tal cual como lo había hecho él, y aunque a veces sentía que nadie nunca jamás se compararía con Ethan, iba a buscar algo que por lo menos se asemejara. Kendall no entablaría una relación con nadie a menos de que esa persona llenara, por lo menos parcialmente, el hueco que había dejado Lake en su corazón, ese que de vez en cuando le dolía y reclamaba la presencia de esos ojos que no había vuelto a ver desde hacía un par de meses, más específicamente la noche de año nuevo. -¿Oye necesitas algo más? - Pregunto Sam viendo la pantalla encendida de su móvil. -Pensé que podrías mostrarme el campus, ¿Por qué? ¿Tienes que irte? - Lo miro un poco dolida. -De hecho, eso creo - Él soltó un suspiro pesado - Ha pasado algo con el contrato de arrendamiento que he firmado hace unos días - Sam hizo una mueca con su boca - Y tengo que solucionarlo, no quiero pasar mi último año en la fraternidad, estoy harto de eso. -No hay problema - Ella asintió - tienes asuntos que resolver - Kendall empezó a desempacar unas cuantas cosas dejándolas regadas en la encimera. -Te lo compensare, serás la primera invitada a mi nuevo hogar - Propuso. -¡Vaya honor! - Ella volteo los ojos, para luego dirigirle una sincera sonrisa - Ve, ya nos veremos después. -No tardaré - Sam se acercó hasta ella, y por unos segundos quedaron viéndose fijamente a los ojos. Él quería tener la potestad de atraerla contra sí, y de besarla en los labios, pero no quería espantarla, suficiente le había costado mantener sus manos quietas como para ahora cargarse todo eso en un segundo, pero era difícil, mantenerse al margen con Kendall era una de las cosas que más autocontrol le había llevado en mucho tiempo. Cada vez que veía uno de sus ademanes, cada vez que ella se mordía los labios, o que lo recibía en su casa con unos pantaloncillos cortos, lo único que se pasaba por la mente de él era tumbarla en una cama, decirle lo hermosa, y lo mucho que la quería, básicamente, si en sus manos estaba, habría encerrado a Kendall en una torre hasta que a ella no le quedara duda alguna de que él la deseaba y la admiraba. De todos los modos en que le era posible. -Tienes que irte - Sentencio ella, muy cerca del rostro de él, saliendo de ese trance en donde el tiempo parecía suspendido en la habitación, la chica se separó de golpe, y no porque no hubiera querido besar a Sam, no porque no hubiera deseado morder su boca. Si no porque el rostro de Sam, por un instante se había desdibujado con la cara de Ethan, y algo de ella temía perderse en eso que estaba pasando para después darse cuenta de que no era Ethan quien estaba allí, para notar, que él ya no estaba y su reemplazo no le gustaba tanto como el original, algo de Kendall no quería separar su corazón de Ethan. Una parte de su corazón aun le pertenecía a Ethan y no quería dejar de hacerlo, porque aunque fuera algo incluso ingenuo, Kendall aun esperaba que en una de esas extrañas jugarretas de la vida, ellos se volvieran a encontrar y todo pudiera ser como antes otra vez. -Si - Sam le acaricio una última vez la mejilla antes de irse por donde había entrado. -¡Vaya! ¿Todo es tan intenso entre ustedes? - Una chica, un tanto desparpajada se apareció saliendo del pasillo con una taza de lo que parecía cereal en su mano. -Tú debes ser mi compañera. -A quien carajos le importa quien sea yo - Ella rio - Pensé que después de todo eso, iba a tener la posibilidad de grabar una porno - Siguió riendo, burlándose de Sam y Kendall, haciendo que las mejillas de esta última se llenaran de un color rojo. -Yo soy Kendall - Ignoro su comentario, mientras desviaba la mirada entre sus pertenencias. -Bien, al parecer no tienes sentido del humor - Hizo un mohín de aburrimiento - Yo soy Amanda, y después de que no entres a mi habitación, no veo porque habríamos de tener problemas - Explicó. -¿Por qué me dices eso? - Kendall se dio la vuelta y se fijó un poco más en ella. Amanda era un tanto más baja que ella, casi tenía la piel trigueña, canela, sus piernas eran algo de infarto y ni que decir de sus caderas, la chica y sus curvas desprendían sensualidad por donde fuera que se mirara. Su cabello le llegaba un poco más debajo de la cintura, casi hasta el punto de tocarle el trasero, sus ojos eran especialmente negros, y grandes, y lo que más resaltaba en ella, eran sus hermosas, sonrosadas y algo rellenas mejillas. Amanda parecía una deidad amazónica, se veía tan bella, y femenina, pero al mismo tiempo tan fuerte, se veía como de esas chicas que no les importa dar un puñetazo con una mano mientras se ponen labial con la otra. -Sencillo - Aseguro sentándose en el pequeño y gris sofá - La última chica no supo entenderlo, se equivocó, y ahora no vive para contarlo - Puso una expresión seria. -Entendido - Kendall asintió - Nada de entrar a tu habitación. -Ajam - Dijo metiendo sus pies en unas converse blancas - ¿Quieres ir por café? Ahora que lo recuerdo, regla número dos, jamás te bebas mi café, no puedo sobrevivir sin mi dosis diaria, así que a menos de que te guste la adrenalina, ¡No lo tomes! - Enfatizo. -No soy fan de la cafeína - La miro con una mueca. -¡Novata! - Amanda volvió a sonreír, parecía que Kendall se convertía en su juguete distractor - Ya te acostumbraras, ahora vamos. Kendall la siguió por la puerta, sintiéndose en una dimensión totalmente desconocida, Amanda no se había molestado en ponerse unos jeans para salir afuera, ella decidió ir por café vistiendo un pantalón de pijama, una camisa demasiado grande con las siglas WUC en el pecho , unos tenis, y nada más, definitivamente había mucho a lo que debería acostumbrarse. -Así que ¿Por qué estás aquí? - Le pregunto Amanda. -Para estudiar periodismo. -¿Ese es todo? - La miro un tanto decepcionada. -¿Y tú porque estás aquí? - Kendall contrataco. -Porque quiero vivir la experiencia, quiero saber lo que se siente para después poder decirle a mis nietos “Es un puto engaño, no caigan en las redes de los esquemas educativos modernos” - Dijo como citando un discurso. -Eso quiere decir que ¿No te gusta la universidad? -Amo la maldita universidad, es mucho más de lo que yo esperaba - Soltó haciendo un ademan con las manos - pero no siempre fue así. -¿Y entonces? - Kendall se interesó más por la vida de Amanda, ella desprendía una aire que le hacia querer conocerla a fondo, sacarle todos sus teorías y deleitarse en cada una de ellas. -No hablo del pasado, esa es otra de mis reglas - La expresión en el rostro de la chica cambio de repente haciendo que Kendall se arrepintiera de haber preguntado. -Y… - Volvió a romper el hielo - ¿Tienes alguna otra regla que quieras que conozca? - Kendall volteo los ojos, ya se le había olvidado una de las reglas y no llevaba ni una hora en el lugar. -Si vas a follar, por favor, avísame, pon una nota en tu puerta, o lo que quieras, no quiero salir a desayunar y encontrarme con alguien desnudo en mi cocina. -Eso no pasará - Kendall la miro con asco, sobre todo por la palabra tan inapropiada que Amanda había decidido usar, Kendall no solo follaba con chicos, ella ni siquiera tenía líos de una noche. El único chico con el que ella había tenido sexo, había sido el mismo que su corazón no había podido olvidar aun, y eso no había sido como algo de una noche, ella lo quería, y él la hizo sentir especial, había sido algo mucho más allá que simplemente "Follar". -Créeme, las reglas vienen de una lista de experiencias desagradables - Hizo una pausa - No fiestas en el apartamento en época de exámenes, me gusta la concentración y el silencio, si tienes novio, debes avisarme antes de darle una llave, tampoco quiero que él entre mientras yo estoy teniendo sexo o algo así - Bufo. -¿Eso es todo? -No, si haces de comer, tienes que hacer un plato extra - Dijo, haciendo que Kendall soltara una carcajada - No me gusta cocinar, y aprecio un buen desayuno. El resto de la noche, Amanda y Kendall siguieron hablando un poco más, hasta que Kendall logro entrarse de más de esa chica que le parecía tan llamativa, Amanda estudiaba filosofía del arte, cosa que no le pareció nada descabellado, la chica ciertamente tenía el perfil. Era el segundo año de Amanda allí en la universidad, y nunca había tenido un novio dentro del campus, alegaba que todos eran unos capullos y no quería problemas, sin embargo sí que tenía más de un ligue que la frecuentaban, Amanda parecía libre, y lejos de todo estereotipo social o lazos sentimentales, cosa que hizo que Kendall se sintiera envidiosa, de una buena forma. Sin embargo, había algo que su mirada escondía, un dolor que se hacía presente en sus facciones cuando hablaba de ciertos temas en específico, pero no iba a juzgarla por eso, Kendall no tenía el derecho de siquiera preguntar por las cicatrices de Amanda, cuando ella ni siquiera quería recordar las propias. -Mueve el culo, hay fiesta de bienvenida, tienes que estar ahí - Aseguro Amanda tirando su celular en el sofá para ir a arreglarse. -Yo no quiero ir a una fiesta - Kendall la miro alarmada, y negó con la cabeza. -No te pregunte si querías, es mi obligación iniciarte en el retorcido mundo estudiantil - Soltó una risa torcida y algo malévola - Además es en la fraternidad de los chicos más calientes de todo el campus, ya me lo agradecerás después. Luego de que ella le dijera el nombre de la fraternidad, miles de recuerdos vinieron a la mente de Kendall, ella había estado allí, con Ethan, con Sam, con Britney y parte de toda esa gente a la que creía haber dejado atrás. Pero una persona en específico, hizo que algo de curiosidad y traicionera emoción la invadiera, Ethan podía estar allí, podía volver a verlo y sentirlo cerca, incluso aunque Ethan no estuviera estudiando en la WUC, él jamás se perdía una fiesta, por lo menos el Ethan que ella creía haber conocido en el pasado… -Está bien - Acepto, ignorando que esa era probablemente la primera de una serie de malas decisiones que tomaría esa noche.
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