[ALYA] El amanecer me encuentra conduciendo sin rumbo fijo, con los ojos hinchados por el llanto y las manos temblando en el volante. La tormenta de anoche dejó la ciudad empapada, y yo me siento igual: vacía, pesada, sin refugio. La luz del sol apenas intenta atravesar las nubes, pero no hay claridad en mí. Solo el eco de lo que pasó. El muelle. Samuel. Zaed. Tres nombres, tres vidas enredadas en una historia que no pedí vivir. Respiro hondo, tratando de calmarme, pero cada pensamiento me arrastra más hondo. Samuel me vio. Vio cómo Zaed me abrazaba, cómo mi cuerpo respondía a su presencia, aunque mi mente me gritara que no debía. Y ahora, ¿cómo mirarlo a los ojosy seguir ocultándole la verdad? Cuando por fin llego a su edificio, el reloj del coche marca las 6:17 a.m. El portero me re

