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Diez días después de la visita de Owen, ella tuvo noticias de la señora Gereth: un telegrama de siete palabras, sin contar la firma y la fecha. «Vente de inmediato y quédate aquí conmigo»: aquello era característicamente brusco, como dijo Maggie; pero, como agregó Maggie, asimismo era característicamente amable. «Aquí» era un hotel de Londres, y Maggie había abrazado un modus vivendi que ya había comenzado a producir en ella cierta añoranza de los hoteles de Londres. Ella habría contestado sin pensárselo dos veces y se quedó sorprendida de que su hermana pareciera demorarse en su respuesta. La vacilación de Fleda, que no duró sino una hora, se expresó dentro de la propia mente de aquella muchacha mediante la reflexión de que si obedecía a la llamada de su amiga no sabía lo que se andab
