XXXVI

1735 Words

XXXVI Con el rostro risueño pero lleno de deferencia y humildad, Gashford se dirigió al cuarto de su señor alisándose los cabellos mientras entonaba en voz baja un salmo. Cuando estuvo cerca de la puerta se aclaró la garganta y cantó con más vigor. Había un notable contraste entre la ocupación de este hombre en aquel momento y la expresión de su rostro, que era repulsiva y maliciosa. Sus abultadas cejas casi oscurecían sus ojos, sus labios se contraían de una manera desdeñosa y hasta sus hombros parecían comunicarse en voz baja y en tono de mofa con sus enormes orejas caídas. —¡Chist! —dijo con sigilo lanzando desde la puerta una mirada inquisidora—. Parece que se ha dormido. ¡Dios quiera que duerma! ¡Cuántas vigilias! ¡Cuántos cuidados! ¡Cuántos desvelos! ¡Ah, el Señor lo reserva para

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