Capítulo XXII ¿Quién anda tan tarde por la calle? Arthur Clennam había emprendido su infructuosa expedición a Calais en un momento de mucho ajetreo en el negocio. Cierta potencia regida por bárbaros, que poseía valiosos territorios en todo el mundo, necesitaba los servicios de un par de ingenieros de inteligencia ágil y ejecución precisa, personas prácticas, capaces de encontrar los hombres y los medios que su inteligencia considerara necesarios a partir de los mejores materiales que tuvieran a mano; ingenieros tan osados y productivos en la adaptación de esos materiales a sus propósitos como en la propia concepción de los propósitos. En esa gran potencia, como estaba regida por bárbaros, no se les había ocurrido enterrar ningún gran proyecto nacional en un Negociado de Circunloquios, co